Mariano Rajoy dio por válido el borrador sobre la independencia de Cataluña que la Generalitat niega que sea suyo y aprovechó la reunión de su Comité Ejecutivo Nacional para salir ante los medios y pedir públicamente a Carles Puigdemont que acuda al Congreso de los Diputados a explicar "su propuesta y la amenaza y el chantaje que hemos visto publicado hoy en un diario nacional". El presidente del Gobierno y líder del Partido Popular se privó de anunciar medidas para frenar lo que él mismo ha tildado como "un chantaje al Estado, a la democracia y a los españoles. No lo vamos a aceptar" porque sería un intento "gravísimo de liquidar en pleno siglo XXI un Estado nacional en 24 horas".
El diario El País desmenuzaba en la edición de este lunes el borrador secreto de la Ley de Transitoriedad Jurídica que estaría en manos de la Generalitat y que serviría para poner en marcha el proceso constituyente que desembocara en una "república parlamentaria" de Cataluña en tan solo unas horas. Sin embargo, fuentes oficiales del Ejecutivo catalán negaban a primera hora de la mañana que esa información hubiera sido confeccionado por el Govern.
El presidente del Gobierno ignoró el desmentido que hizo el presidente del Grupo Parlamentario de Junts pel Sí, Jordi Turull, y a última hora de la mañana ofreció una durísima e inusual comparecencia pública ante los medios en la que aseguró que no consentiría la desconexión, un camino que calificó como "un disparate desde todos los puntos de vista". Durante quince minutos, el jefe del Ejecutivo nacional propinó todo tipo de adjetivos a los planes del Govern y aseguró ante las cámaras que ese desafío supondría "liquidar algo que lleva como mínimo más de 500 años de existencia, que es la soberanía nacional".
Careo en el Congreso
Para debatir el proyecto que el jefe del Gobierno catalán quiere para su región, el presidente del Gobierno volvió a lanzar la invitación que el viernes ya hizo la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y retó a Carles Puigdemont a un careo en el Congreso de los Diputados sobre el futuro de Cataluña y que sean los 350 parlamentarios los que decidan su rumbo. "Para que esta amenaza eche a andar necesita el apoyo de la Cámara, no el mío, yo solo soy uno más", añadió.
Rajoy adelantó que, si el president acepta, él mismo haría uso de la palabra para explicarle lo que para él significa España y dónde quiere que esté Cataluña: dentro de ella. "Si no lo hace, el mensaje es que pretende romper", añadió el líder del PP, convencido de que Puigdemont quiere sacar adelante esa ley de ruptura sin el respaldo mayoritario de las Cortes Generales, donde reside la soberanía nacional. "Sería saltarse a la torera la voluntad de todos los españoles. No es aceptable y todvía menos la amenaza de romper el Estado si no se aceptan sus planteamientos".
La comparecencia del presidente del Gobierno fue justo cuando Carles Puigdemont ya estaba en Madrid, donde tenía programado un acto en el Palacio de Cibeles para primera hora de esta tarde. Antes se vio con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, en primera fila en su puesta de largo en el Ayuntamiento de Madrid. Ante trescientas personas y en el salón de gala del Ayuntamiento de Madrid, alquilado por la alcaldesa Manuela Carmena, Puigdemont lanzó su órdago a Rajoy: habrá diálogo, pero sólo si el final entraña la celebración de un referéndum de independencia.
Puigdemont en Cibeles
"Ya no nos sobra tiempo", remachó el president en más de una ocasión. Acusó al líder del PP de inmovilismo y de querer encerrarlo en la ratonera del Congreso, en un ejercicio de "falso simulacro" con el que "difuminar" su poca voluntad de conversar.
Puigdemont cargó contra "el Estado español" por perseguir judicialmente a los cargos electos catalanes que instigaron la última consulta unilateral. "Nuestro mandato es inviolable, celebraremos el referéndum, el Gobierno español no tiene tanto poder como para impedir tanta democracia", retó.
Con las cenizas de la Falange fuera prendidas en insultos y el beneplácito de Carmena, con la que se reunió antes, Puigdemont compareció con el título "Una invitación al diálogo". Una conversación sólo posible si conduce a un fin: que Cataluña vote por su independencia.