Si un día apareciese de repente el cadáver político de Cristóbal Montoro, los investigadores estarían ante el crimen más difícil de resolver. ¿Quién le dio la estocada mortal? El ministro de Hacienda ha apuñalado por la espalda a tantos amigos que cualquiera de ellos podría servirse ahora una venganza fría. José María Aznar, José Manuel Soria, José Manuel García-Margallo, Luis de Guindos, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre... nadie podría poner la mano en el fuego porque ninguno de ellos hubiera contribuido a desterrar de la política a un ministro que sobrevive a una reprobación en el Congreso tras una durísima sentencia del Tribunal Constitucional contra su amnistía fiscal y acosado por los escándalos de Equipo Económico, el lobby fundado por él mismo.
Porque, ¿quién es en realidad Cristóbal Montoro? ¿El hombre del saco que fríe a los ciudadanos a impuestos? ¿El ministro que se quita adversarios de en medio filtrando sus desmanes con Hacienda? ¿O quizá el técnico que se convirtió en político y ahora se ve a sí mismo como el salvador de España ante la quiebra?¿Quedará algo de aquel chico de provincias que se acomodó con sus padres en un humilde piso cuando llegó a Madrid en los años sesenta?
Cristóbal Montoro (Jaén, 1950), el guardián del dinero del Estado, lo ha sido todo en política: asesor del presidente José María Aznar, secretario de Estado, eurodiputado y ministro de Hacienda dos veces. En tono irónico y muy socarrón, se ríe cuando la prensa le pregunta estos días si se siente más cuestionado que nunca después de que el exministro José Manuel Soria le haya culpado directamente de su defenestración.
"Cuando se destruían 300.000 empleos eso sí que era un frente. Benditos sean estos frentes comparados con lo que hemos pasado en este país y en este Gobierno", se defendía tras el último Consejo de Ministros.
Quienes han trabajado y seguido de cerca su trayectoria coinciden en que éste es, sin duda, su peor momento político. Un ministro ya retirado que compartió horas y consejos de ministros con él cree que el cargo se le ha subido a la cabeza: "Se ha creído que es un buen político y esa imagen que tiene de sí mismo le ha llevado a la ruina. Él fue muy bueno cuando cumplía con su papel de técnico".
Acosado por las denuncias contra la empresa que él mismo dirigió con su hermano Ricardo, sus rivales políticos arden en deseos para que el caso obligue finalmente a Rajoy a prescindir de él. Desde luego no es habitual que entre Gobierno y Gobierno uno cree un despacho formado por personas que han tenido grandes responsabilidades a su cargo en la Administración para asesorar a grandes clientes a los que hace cuatro días les registraban hasta las alfombras.
Son varios los políticos que señalan a Cristóbal Montoro por empujarles a la cuneta valiéndose de unos datos fiscales que deberían de ser sagrados. Están convencidos de que trató de enterrar su imagen pública y ahora esperan, desde su retiro, que el ministro se cueza en su propia salsa.
Aznar fue quien lo rescató de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) para incluirlo en su Gobierno en 1996. Lo hizo ministro de Hacienda a pesar de que el todopoderoso vicepresidente de entonces, Rodrigo Rato, quería para ese puesto al castellonense Juan Costa. Veinte años después, cuando el futuro de Rajoy dependía de una negociación de investidura y Aznar cuestionó su liderazgo, se filtró misteriosamente la existencia de una multa de éste con Hacienda por usar una sociedad para pagar menos impuestos. Era una multa ya saldada. Aznar se cabreó tanto con aquel hombre al que convirtió en ministro que envió "un recado" a Montoro. La relación es, a día de hoy, "irreconciliable".
"Cristóbal acaba de enseñarme la liquidación"
José Manuel Soria también le acusa de hurgar en su pasado para fulminarlo. El canario ha descrito a su círculo más cercano cómo Rajoy le llamó dos veces por teléfono cuando apareció su nombre vinculado a una empresa en Panamá y escuchó de su boca una frase lapidaria que precedió a la dimisión. "Cristóbal acaba de enseñarme la liquidación del impuesto de sucesiones de tu madre".
Por Cristóbal, el presidente del Gobierno se refería al ministro de Hacienda. Y en la liquidación del impuesto de sucesiones de su madre, fallecida en el año 2010, aparecía precisamente cómo los hermanos Soria habían declarado al fisco el cierre de esa cuenta. Era todo legal. Pero el aún titular de Industria no se sentía con fuerzas para involucrar en un escándalo a su familia y optó por retirarse. Quienes conocen a los dos aseguran: "si se pueden matar mutuamente lo harán". Los nubarrones, advierten, "volverán a descargar".
Sin Alcaldía de Madrid
Otra enemiga declarada de Montoro es Esperanza Aguirre, que culpa directamente al ministro de no ser hoy alcaldesa de Madrid. En plena batalla electoral por ocupar el Palacio de Cibeles en la primavera de 2015, otra filtración frenó en seco sus aspiraciones. Se aireó su declaración de la renta para dar a conocer que ganó 369.000 euros como cazatalentos.
Aguirre puso el grito en el cielo y pidió una investigación en la Agencia Tributaria para conocer de qué ordenador salió aquella información. Pero esas pesquisas, si las hubo, nunca encontraron un culpable y desde entonces la expresidenta madrileña acusa a Montoro de permitir una fuga de información tan sensible. El ministro y la exbaronesa tampoco han cosido la herida de aquel episodio.
"13 Cristóbal Montoro sentados en el Consejo de Ministros"
"Ahora mismo todos los ministros son sus enemigos menos Soraya Sáenz de Santamaría". La descripción la hace un compañero de Montoro que conoce muy bien los tejemanejes del Gobierno. "Montoro tiene un perfil idéntico al de la vicepresidenta: los dos son técnicos metidos a políticos que reniegan de los chistes y bromas que hacían otros como José Manuel García-Margallo. Lo que prima ahora en la Moncloa es 'cuanto menos perfil político, mejor'. A Mariano Rajoy le gustaría tener 13 Cristóbal Montoro sentados en el Consejo de Ministros".
Un exministro cree, en contra de lo que propagan los adversarios de Montoro, que el presidente del Gobierno sigue dándole todo el apoyo a su responsable de Hacienda. "Ahora se ha extendido la idea de que como Montoro tiene los datos fiscales de todos, mejor no cabrearlo. Pero es mentira. Al presidente le gusta cómo es y cómo actúa, y lo mantendrá hasta el final de la legislatura", pronostica. En el triángulo de ministros que más poder acumulan ahora en Moncloa está Fátima Báñez, con un carácter similar al de Santamaría y Montoro.
La relación de Montoro con su compañero en Economía, Luis de Guindos, tampoco es buena. El déficit, qué impuestos subir, el caso Rato o los costes de Bankia son solo algunas de las cuestiones que han provocado el enfrentamiento entre ambos. El propio Guindos relata en su libro 'España amenazada' sus diferencias cuando, nada más llegar al Gobierno, abrieron la caja del déficit que había dejado José Luis Rodríguez Zapatero. "El ministro de Hacienda propuso subir el IRPF; yo planteo que, al contrario, hay que subir el IVA. En mi opinión, el IVA es un impuesto que produce los mismos efectos contractivos que el IRPF, pero es menos distorsionante para la actividad económica. Montoro, con un criterio más político, argumentó que el IRPF es más progresivo y transmite más la idea de un reparto más equitativo del sacrificio. Rajoy respaldó a Montoro en esta ocasión aunque unos meses más tarde hubo que subir también el IVA".
Cuando Rajoy tuvo que formar Gobierno, mucho se especuló sobre si los dos ministros podrían seguir conviviendo uno al lado del otro. Un rumor que se asentó con fuerza era que el presidente crearía una vicepresidencia económica a la manera de Aznar con Rato. Pero todos se equivocaron. El presidente hizo una vez más de Rajoy y dejó las cosas como estaban: Montoro en Hacienda y Guindos en Economía.
Cristóbal "manostijeras"
Dentro del Ejecutivo muchos ven a Montoro como un 'outsider'. Él siempre destaca de sí mismo que ocupa un escaño porque lo respaldaron los electores con sus votos en y le encorajina que haya una sola persona que no entienda por qué aplica una reforma u otra. Muchos de los que le conocen, incluso del PP, le llaman cariñosamente "profesor" porque su gran vocación es la enseñanza y todos -incluidos sus rivales- reconocen su experiencia y su conocimiento de la materia.
El ministro más caricaturizado en las redes sociales, Cristóbal "manostijeras", el hombre del saco, no siempre fue el Montoro que hoy conocemos. Cuando Pedro Arriola recomendó a Aznar mirar hacia la CEOE para componer su Gobierno, el jienense entró con rango de secretario de Estado a las órdenes de un súperministro como Rodrigo Rato. A pesar de que el fichaje lo hizo el presidente, encajó muy bien en el equipo de y pronto perteneció al clan de los 'Rato Boys'.
Cuando el presidente revalidó su cargo con mayoría absoluta en el año 2000, premió a Montoro y le encargó pilotar el Ministerio de Hacienda, en contra del candidato del todopoderoso vicepresidente. Un gesto que tampoco provocó ningún cisma porque Montoro seguía viendo a Rato como su superior. "Ganó autonomía y perfil político, pero no sobresalía porque él era un subordinado de Rato y así entendía la jerarquía", define un compañero de aquella época en el Ministerio.
Cuentan las mismas fuentes que cuando Rajoy citó a Cristóbal Montoro a su casa para ofrecerle entrar en su Ejecutivo en el año 2011, la mayor alegría se la llevó Rodrigo Rato. "Pensaba que iba a seguir teniendo influencia en el Gobierno". El motivo que le expuso el presidente para otorgarle esa cartera fue: "eres un señor de Jaén sin ninguna hipoteca".
En su primera experiencia al frente del Ministerio sufrió uno de los momentos más amargos de su dilatada carrera: el caso Gescartera, que provocó la dimisión de su secretario de Hacienda, Enrique Giménez Reyna, y la de la presidenta de la CNMV, Pilar Valiente. Un año después fue reafirmado en su cargo cuando Aznar remodeló su Ejecutivo.
Austero en su vida diaria
El hombre de la austeridad en España aplica esa teoría a su vida diaria. Los más allegados aseguran que fue la obsesión de sus padres por que sus hijos estudiasen la que ha fraguado la personalidad del ministro. "Su madre se obsesionó con que los niños estudiasen aunque tuvieran que vivir con menos, y era una época en la que les apretaba la necesidad", dicen en su círculo.
Cristóbal, el primogénito, se licenció en la primera promoción de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Autónoma y años después obtuvo su cátedra de Hacienda Pública en la Universidad de Cantabria. Su hermano Ricardo es de la tercera promoción y también obtuvo la cátedra. Sociólogo de profesión, el pequeño de los Montoro ha llegado a presidir el Centro de Investigaciones Sociológicas.
Hombre de gustos sencillos, Cristóbal lleva una vida discreta entre Madrid y Guadarrama, donde se escapa todos los fines de semana. Tiene un huerto y camina mucho por el monte. Incluso cuando llueve. Su gran pasión era montar a caballo, pero una caída le fracturó el coxis y ahora se tiene que conformar con largas caminatas acompañado de su familia y de sus perros.
Pocas veces se ha visto al ministro de Hacienda cenando en lujosos restaurantes o alternando en fiestas de postín. De dieta saludable, entre semana suele comer en el propio ministerio si ningún compromiso se lo impide. "Es muy de ensaladas o lentejas y un pescado frito", explica un estrecho colaborador. No bebe ni una gota de alcohol desde que tuvo un problema cercano que cambió su vida. Casado dos veces, Montoro tiene dos hijas 'millenials' de su primer matrimonio a las que se mantiene muy unido.
Tras una brillante carrera profesional, Montoro ha visto a sus 67 años cómo el Parlamento reprueba su gestión tras una sentencia del Tribunal Constitucional que desacredita su amnistía fiscal. La lluvia de críticas que le ha caído desde entonces no le afecta lo más mínimo. O eso dice. Cristóbal, como lo llama Rajoy, cuenta con el respaldo del presidente, guste o no a sus enemigos más íntimos. Su único objetivo ahora es dejar que escampe la tormenta, agotar la legislatura y retirarse con el reconocimiento que cree merecer: haber sido el hombre que salvó a España del rescate.