La decisión del Gobierno de mantener cerrada la central nuclear burgalesa de Garoña ha vuelto a separar a dos vertientes del Partido Popular tradicionalmente enfrentadas: los afines al presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, con los fieles del presidente del Gobierno. El barón autonómico, el último bastión de la vieja guardia del PP de José María Aznar al frente de una autonomía, mostró claramente sus diferencias con Mariano Rajoy tras los resultados electorales de las elecciones autonómicas de mayo de 2015, cuando le recomendó “mirarse al espejo” antes de volver a presentarse como cabeza de cartel a unas urnas. La relación entre ambos se ha erosionado tanto que ha sido el ministro de Energía y Turismo, Álvaro Nadal, el encargado de comunicar a Herrera el triste final de Garoña.
El presidente de la Junta dejó tirado al líder del PP cuando le pidió que optara a la reelección de la presidencia del partido en el congreso regional que se celebró durante la primavera pasada. El barón castellanoleonés no cumplió los deseos del presidente porque alguien se encargó de volar los planes que tenía para su sucesión. La que era vicepresidenta de la Junta, Rosa Valdeón, dio positivo en un control de alcoholemia el 9 de septiembre de 2016 y su infracción fue filtrada a los medios de comunicación un día después. Tuvo que dimitir. Meses más tarde, ella misma se encargó de señalar públicamente al que ya era vicesecretario general del PP, Fernando Martínez-Maillo, como el filtrador de aquella información para enterrar su carrera política.
Maillo, ahora 'número tres' de Génova, era entonces presidente del partido en Zamora y nunca ha sido un peón del núcleo duro de Herrera. Con la salida de la vida pública de Valdeón, el presidente de Castilla y León se quedaba sin sucesora natural para presidir el partido y futura candidata a la Junta. Cuando Génova organizó los congresos regionales para renovar el partido tras el cónclave nacional, Herrera ya advirtió a la dirección nacional que su idea era dejar paso a las nuevas generaciones.
Rajoy le presionaba a través de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, para que permaneciera en el cargo alegando que no había un recambio natural. El presidente prefería lo que había a convocar un congreso reñido. Herrera se negó a pactar con la ministra de Defensa su futuro y reclamó una interlocución directa con el líder del PP. Los dos comieron en Medina del Campo (Valladolid) a comienzos de marzo para intentar llegar a un pacto, pero su manera de entender la política es tan distinta que no se entendieron.
Pierde el candidato de Herrera
El presidente del PP le ofreció que siguiera con la condición de que mantuviera a su secretario general, Alfonso Fernández Mañueco, el favorito de Maillo para sustituirle. Herrera solo aceptó continuar en la cúspide del partido si le dejaban las manos libres para elegir a su equipo. Su intención ahora era colocar de ‘número dos’ al alcalde de León, Antonio Silván, la persona elegida tras la caída de Valdeón para colocarlo en la casilla de salida de cara a las elecciones autonómicas de 2019. Pero Rajoy no aceptó el trato tras escuchar las quejas de Maillo y Herrera le notificó por carta su decisión final: que no volvería a optar a la reelección.
Los candidatos de las dos corrientes enfrentadas tardaron menos de una hora en hacer públicas sus candidaturas y rechazaron la oferta ideada en los despachos de Génova: formar una única lista donde cupieran los dos porque los dos querían convertirse en el nuevo 'número uno' del partido. El congreso regional de Castilla y León comenzó siendo uno de los más tensos durante la campaña, pero el poder del aparato se impuso en prácticamente todas las provincias y Mañueco barrió a Silván. Herrera perdió la partida.
"Decepción" y "cierto abandono"
Con la decisión gubernamental de cerrar Garoña, Herrera ha vuelto a sacar a la luz las diferencias que mantiene con su propio partido. En una carta dirigida al presidente del Gobierno, el conservador pregunta al presidente de su partido “qué planes existen” para que los municipios del entorno de Garoña “sigan contando con las ayudas económicas que hasta este momento han venido recibiendo”. El presidente de la Junta dice que siente “decepción” y “cierto abandono” por parte del Gobierno que sustenta su propio partido.
Hasta las elecciones autonómicas de 2019, cuando Juan Vicente Herrera deje también su puesto en la Junta, Castilla y León vivirá dividida entre una extraña bicefalia. En un lado se sitúan los responsables políticos de la Junta, afines a Herrera. En el bando contrario están los cercanos al nuevo presidente del partido, Alfonso Fernández Mañueco, con hilo directo en Génova por su condición de presidente del Comité de Derechos y Garantías del PP. El resultado de esa difícil convivencia es todavía impredecible.