El paralelismo arroja conclusiones pasmosas. Pablo Iglesias escribió los siguientes párrafos en su Facebook, pero basta cambiar "Venezuela" por "España" para imaginarlos sin mucha dificultad en los años 70, en un periódico en papel como apasionada reivindicación de la transición a la democracia.
"Venezuela no solucionará sus problemas si los diferentes actores políticos no asumen que están condenados a convivir y a pactar entre ellos. Solo así puede construirse una institucionalidad viable. Esto vale para la oposición pero vale también para el Gobierno. El reconocimiento del adversario y su fuerza objetiva es la base de la convivencia más allá de las razones de cada uno y la legítima competencia. Ni el chavismo ni el anti-chavismo van a dejar de existir y ojalá los líderes de ambos bandos entiendan que el peor acuerdo es preferible al conflicto".
En el pasado de Pablo Iglesias abundan numerosos reconocimientos a los logros sociales y la legitimidad de las decisiones de los Gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. También críticas a la naturaleza de la Transición, que dio lugar al "régimen del 78". Lo que es imposible encontrar es un texto en el que se iguale al Ejecutivo y la oposición y, menos aún, en el que se refiera a ellos como "bandos".
La estrategia de Podemos
Algo está cambiando en Podemos. Desde hace tiempo, sus dirigentes apenas comentan la situación de Venezuela. Cuando lo hacen, suelen hacerlo de manera tangencial, sin entrar al fondo de la situación de los derechos humanos o el conflicto de legitimidades políticas. Prefieren criticar el amplio espacio que ocupa en el debate público español, algo que atribuyen a oscuros intereses en la región o, sencillamente, a un intento por desviar la atención. Para Podemos, hay muchos más importantes que justifican no hablar sobre Venezuela.
Iglesias también usa ese argumento. Tras la petición de un gran acuerdo nacional, similar a la Transición, como fue advertido inmediatamente en redes sociales, el secretario incluye un "pero". Es ahí donde descarga la artillería contra "los corruptos y sus aliados en España" que utilizan Venezuela para "tapar su corrupción y sus vergüenzas", en referencia al PP y a Ciudadanos.
Iglesias coincide "al 100% con Zapatero
Más allá de las críticas a sus adversarios políticos o incluso a las escaletas de radio y televisión, el nuevo discurso de Iglesias se parece mucho al del expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero, mediador entre el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición, con el que el líder de Podemos ha asegurado estar de acuerdo "al 100%" hace menos de 10 días.
El expresidente, personalmente volcado en el conflicto, opina que sólo un gran acuerdo nacional, con publicidad y negociado a fondo entre Gobierno y oposición será capaz de evitar una tragedia. Sin embargo, pese a algunos intentos y conversaciones más que discretas, prima la retórica inflamada y la tensión en ascenso.
La postura de Zapatero, también muy criticado por su mediación, tanto en España como en Venezuela, es bastante más suave que la de su propio partido, donde se ha reconocido su labor con la boca pequeña y, a veces, tarde.
Garzón compara a la oposición con Pinochet
La discreción de Iglesias y su núcleo duro (de quien las malas lenguas aseguran, dentro de Podemos, que ha optado estratégicamente por errejonizarse también en esto), es compensada por otros sectores.
El más relevante es el que representa Alberto Garzón, líder de Izquierda Unida y diputado de Unidos Podemos, que compara a la oposición con el Pinochet que en 1973 derrocó a Salvador Allende e instauró la dictadura. Son palabras que ya no se escuchan de Iglesias y sus portavoces.