Minutos después de que el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, hubiese elogiado la cooperación entre cuerpos policiales tras los atentados, desde los Mossos d’Esquadra echaron un jarro de agua fría a ese presunto entendimiento. El ministro había dado por desarticulada la célula yihadista de Cataluña y un portavoz de la policía autonómica salió a desautorizarle. Le recordó que la investigación la dirigen ellos y que aún no correspondía dar por hecho ese extremo. Sirva este episodio sin mayores consecuencias para entender la realidad de la coordinación policial en España. Una relación a menudo sujeta a celos y desconfianzas en la que la lucha antiterrorista no es una excepción.
Existen dos vías principales por las que se comparten los datos que afectan a investigaciones en curso. La primera de ellas es el Centro de Investigación contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), un órgano de coordinación entre cuerpos policiales creado en sustitución del CNCA (impulsado tras el 11-M). Esta estructura cuenta con un fichero para terrorismo llamado SICOA que “no es una base donde pongas el nombre de un yihadista y aparezcan todos sus datos”, según advierte una fuente conocedora del funcionamiento de este sistema.
Es un “fichero ciego” en el que los investigadores deben incluir aspectos relevantes de sus pesquisas en curso: un nombre, una matrícula, una dirección de email… En caso de que otro cuerpo policial esté sobre la pista de las mismas personas, SICOA avisa y ambos cuerpos policiales tienen la obligación de coordinarse para decidir quién se queda con las pesquisas. Para ello existe un complejo manual de coordinación que fija los criterios y el modo en el que se deben grabar los datos. Las fuentes de la lucha antiterrorista elogian este sistema y no dudan en reconocer su eficacia, ya que evita posibles duplicidades y optimiza recursos. Pero al mismo tiempo admiten que se recurre a la picaresca, es decir, introducir en SICOA menos de lo que realmente saben.
Ocultan sus investigaciones
Se trata de una manera de proteger la confidencialidad de sus investigaciones o el inicio de otras pesquisas nuevas ante el riesgo de que finalmente todo el trabajo acabe en manos de otro cuerpo. Sólo a veces se deciden por crear grupos conjuntos que han reportado exitosas operaciones policiales. “Pasa en todas la profesiones, si tu te has trabajado una exclusiva periodística, luego te molesta que al final se la quede otro”, argumentan. Si los superiores de cada cuerpo no se ponen de acuerdo, interviene el jefe del CITCO, el comisario principal de la Policía Nacional José Luis Olivera. Puede que sean necesarias varias reuniones para llegar a un entendimiento. Sólo en el caso de que no se produzca, algo poco habitual, decide el secretario de Estado de Seguridad, ‘número dos’ del ministro del Interior.
Pero el hecho de que el ‘árbitro’ sea un alto mando de la Policía Nacional también ha dado pie a quejas ante los responsables del Ministerio, que optan por rotar entre Policía y Guardia Civil a la hora designar al director del CITCO. La situación encontró un punto de equilibrio con el nombramiento del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos al frente del Gabinete de Coordinación y Estudios del Ministerio. Con cargo de subdirector, estaba sentado a la derecha del secretario de Estado este sábado en la reunión de expertos antiterroristas que decidieron mantener el Nivel 4 de alerta tras los atentados de Barcelona y Cambrils.
Sólo a veces se deciden por crear grupos conjuntos que han reportado exitosas operaciones policiales
Los Mossos d’Esquadra tienen competencia en materia de terrorismo en Cataluña, pero no de forma exclusiva ni excluyente para los cuerpos estatales, que también pueden investigar en esa comunidad autónoma. La policía catalana es miembro del CITCO de pleno derecho y se rige por los mismos patrones, pero fue precisamente el modo de arbitraje lo que retrasó su entrada en este sistema de coordinación, según informa alguien que siguió de cerca las reuniones previas a su incorporación. No estaban a gusto con que la última palabra la tuviese Interior.
En este escenario el factor humano juega un peso importante más allá de las relaciones entre cuerpos. La sintonía de los operativos que trabajan a pie de calle acostumbra a ser más fluida que en los despachos, pero tampoco está exenta de tiranteces. Uno de los peores momentos se vivió en el año 2015 tras la desarticulación por parte de los Mossos de una numerosa célula yihadista en el marco de la ‘operación Caronte’. La policía autonómica denunció a la Policía Nacional ante la Audiencia Nacional porque uno de sus agentes había dado un chivatazo al grupo de yihadistas. El juez Santiago Pedraz archivó en dos ocasiones la denuncia de los Mossos tras tomar declaración a varias personas, pero la relación entre ambos cuerpos quedó marcada desde entonces. El exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, llegó a declarar que la política antiterrorista “no se puede dejar en manos de quienes no tienen el más mínimo sentido de Estado”.
A este caldo de cultivo, las aspiraciones nacionalistas del Gobierno catalán han añadido un ingrediente político que termina por presentar un supuesto veto a los Mossos que en la práctica no es real. No es cierto que no tengan acceso a fuentes de información policial internacionales, aunque es verdad que no pueden tratar directamente con cuerpos de otros países, algo reservado a la Policía y la Guardia Civil. La reclamación sobre las bases de datos de hecho no se libra en el CITCO sino en el segundo escenario de coordinación policial que es la División de Cooperación Internacional de la Policía Nacional.
La aspiración de los Mossos es participar en el ámbito internacional de forma bilateral con el resto de países
De esta estructura es de la que dependen las bases de datos europeas e internacionales. Aquí es donde se gestiona el contacto con Europol, Interpol, el acceso a la base de datos SIRENE o SIS2 (estas dos últimas contienen información relativa al territorio europeo Schengen). También se va a integrar ahí el PNR (el fichero de pasajeros de avión, la medida estrella europea para prevenir la llegada de terroristas retornados desde Siria e Irak).
Tanto los Mossos d’Esquadra como la Ertzaintza tienen sus delegados en Madrid dentro de esta división de cooperación y pueden acceder a cualquier información, aunque no de forma directa: tienen que pasar el filtro de la Policía Nacional para que les facilite los datos solicitados. Esto provoca, otra vez, las quejas del resto de cuerpos policiales, contrarios a que la Policía Nacional conozca los datos que piden en el exterior.
En el año 2012 esta División de Cooperación pasó a depender de Secretaría de Estado y desde entonces también puede acceder sin filtros y de manera directa la Guardia Civil después de no pocas disputas, ya que la Policía defendía que el trato con otros países era competencia exclusiva suya. “Las reuniones más largas en materia de seguridad se dan cuando hay un conflicto de competencias”, reconoce una de las fuentes consultadas para esta información.
La aspiración de los Mossos es participar en el ámbito internacional de forma bilateral con el resto de países y eso es a lo que se oponen desde el Ministerio. Aún así, las mismas fuentes admiten que en ocasiones los Mossos acuden a citas internacionales de espaldas a Interior: “Tienen sus propios contactos, se enteran de que hay una reunión y hacen por que les inviten”. No siempre se les cierra esa puerta al exterior: “Si por ejemplo se va a celebrar en Bruselas un seminario para policías sobre desactivación de explosivos, se les invita”.
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