La tragedia que vivió la familia de Rocío, la joven sevillana que murió decapitada por un ascensor del hospital Nuestra Señora de Valme de la capital hispalense cuando acababa de dar a luz, tuvo su preludio cuatro años antes. En julio de 2013, David Jiménez fue golpeado por ese mismo elevador con tal virulencia que sigue de baja laboral. Este albañil, que en el momento del suceso tenía 38 años, sigue sufriendo las consecuencias del golpe, especialmente en su pierna. "Ya no soy el mismo", se lamenta.
"Si se hubieran tomado medidas, estamos seguros que el fatídico incidente de Rocío no se hubiera producido", cuenta a este periódico el letrado Salvador Jiménez, que representó a David en las causas penales y civiles que derivaron del suceso. La justicia archivó una de las demandas y absolvió a Schindler -la empresa encargada en aquel momento del ascensor-. En la otra causa, este albañil sevillano no piensa claudicar en su lucha. "El juicio tuvo un resultado totalmente incomprensible", argumenta el abogado.
David Jiménez se encontraba en el Universitario Nuestra Señora de Valme porque había acudido a que trataran a su progenitor de una fractura de tibia y peroné. Ese mismo día no eran los únicos Jiménez en el edificio: su tío y su primo también estaban en las instalaciones sanitarias porque iban a dar el alta al primero tras permanecer ingresado varios días.
"Salí disparado tras el golpe"
Ese fue el detonante del fatal golpe. "Mi primo me pidió que subiera a la habitación de mi tío porque se habían dejado dos estampitas religiosas de las que eran muy devotos y a él le daba reparo coger el ascensor", relata el albañil. Así, enfiló hacia el ascensor número 3, donde se encontró con una señora que tenía enganchado su andador. En ese momento, mientras Jiménez ayudaba a la señora, el muelle del elevador -a quien culpa del episodio- no funcionó "como debería".
La puerta le golpeó en la cabeza, costado y parte de la pierna. David cayó hacia atrás y perdió el conocimiento "durante cuatro o cinco minutos". "Salí disparado, esa puerta estaba descontrolada. Fíjate que pesaba 80 kilos y aún así me tiró".
Las consecuencias a corto plazo fueron un collarín y distintas inyecciones periódicas de calmantes. Ahora, un dolor constante en la pierna. "Ya no puedo trabajar", se queja. Por eso, ha decidido intentarlo una vez más: David Jiménez solicitará la reapertura y la revisión del juicio.
"Tras lo que le pasó a Rocío y viendo que a la hora de practicar las pruebas en el juicio la empresa no sabía concretar en qué consistían las inspecciones del elevador", Jiménez cree que es lo que debe hacer. Porque "lo que se está diciendo ahora de que este ascensor llevaba 30 años sin accidentes y eso no es cierto". Su deseo, al final, es que no haya más desgracias.