Vila asegura que el 2-O no llegará la ruptura sino "el momento de la política"
El 'conseller' de Empresa, del sector más moderado, sugiere que se podrá asegurar la convivencia dentro de un nuevo marco normativo y competencial.
18 septiembre, 2017 12:35Noticias relacionadas
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A Santiago Vila, o Santi Vila, como se le conoce, hay que leerlo entre líneas. El titular de Empresa y Conocimiento de la Generalitat de Cataluña prácticamente pide que así se haga cuando reconoce que hay temas en los que tiene mucho más en común con el auditorio de una escuela de negocios en Madrid que con sus propios compañeros de partido. Ante una de las preguntas, su contestación comienza con un elocuente "si la respuesta la baso en el argumentario oficial..."
Vila es un superviviente en su propia casa. Ha superado hasta la enésima crisis en el Govern de la Generalitat (purgas para unos, remodelaciones para otros) y ha llevado a los juzgados a la CUP, el partido clave que sostiene la mayoría independentista, por el ataque a un bus turístico este verano. "No necesitamos un consejero como él que es muy bueno para un país de ricos pero no para un país de gente pobre”, llegó a decir la diputada en el Parlament Anna Gabriel (CUP) al pedir su dimisión.
El conseller parece pues de vuelta de las posiciones más enconadas de sus compañeros acerca del 1 de octubre. Por ese motivo, ya piensa en el día 2.
"Esto es clave. Si el 1 de octubre es un éxito rotundo, en el Congreso de los Diputados van a pasar cosas", explica en relación a los anuncios, de distinta naturaleza, hechos por el PSOE, Podemos y el PNV. "También en Cataluña, si las cosas efectivamente han salido muy mal, va a haber consecuencias. Si la situación, como es previsible y como ocurrió en las últimas elecciones del 27 de septiembre, admite muchas lecturas, llegará de nuevo el momento de la política", ha admitido en un coloquio de Next International Business School presentado por el periodista Manuel Campo Vidal.
Un "sí" no es sinónimo de independencia
Para Vila, es política lo que ha faltado, pero de su respuesta se deduce que el "sí" a la independencia que saldrá del 1-O puede no tener la fuerza necesaria para traducirse en la desconexión de Cataluña del resto de España. No en vano, Vila introduce en una misma frase muchos sinónimos al hablar de la cita, a diferencia del president de la Generalitat, Carles Puigdemont.
"Estoy convencido de que el 1 de octubre va a haber un proceso participativo, una votación, un referéndum", dijo este lunes. ¿Un "proceso participativo" como el del 9 de noviembre de 2014, sin consecuencias jurídicas de independencia? ¿Una "votación" como la de las elecciones del 27 de septiembre de 2015, presentadas por Junts pel sí como un plebiscito en el que el independentismo ganó en escaños pero perdió en votos?
Lo que parece claro es que un referéndum en el que el resultado fuese vinculante y definitivo no admitiría las "muchas lecturas" que para Vila son algo "previsible". En esa lectura puede tener que ver la participación, los centros de votación (los alcaldes del PSC se niegan a cederlos) y otras garantías habituales en cualquier proceso electoral. El conseller abona, de esta manera, la tesis de que hay sectores en la Generalitat con los que se podrá abrir un diálogo que evite la autodeterminación de Cataluña para asegurar la convivencia dentro de España dentro de un nuevo marco normativo y competencial.
Un problema de poder
Vila advirtió de que él no se inscribe en la "tradición nacionalista que vive, explota y cultiva una serie de tópicos" sobre España como el "pesimismo español decimonónico” y el fatalismo. "Hay otra tradición en la que personalmente me inscribo. Es una tradición liberal, progresista que en el fondo cree que este conflicto sólo es fundamentalmente político, de organización y reparto del poder. En este sentido, cuesta explicar más allá del consenso constitucional de 1978 que en 2017 una comunidad suponga el 17% de la población del conjunto el Estado, un 20% PIB y un 25% exportaciones no tenga el correspondiente poder político asimétrico en el Estado español".
Por momentos, Vila elogió con entusiasmo varias ciudades españolas y se desmarcó de las denuncias que estos días se escuchan desde el independentismo más radical, que compara la España actual con la dictadura franquista o, al menos, con algunos de sus métodos. "España es una sociedad muy avanzada desde el punto de vista social y económico", advirtió Vila, pero en los últimos años "la división de poderes en el Estado no pasa su mejor momento". "Los áltimos cinco años del Tribunal Constitucional no son especialmente ejemplares". Pura diplomacia.
Moderación para el día 2-O
Su estrategia es la "moderación, que no es una adscripción ideológica sino una actitud". Tanto se lo cree que mientras sus compañeros de Govern critican ferozmente el control de pagos impuesto por el Gobierno y el Ministerio de Hacienda, que de facto interviene las cuentas de la Generalitat, él se limita a pedir que ni los funcionarios, ni los proveedores ni los ciudadanos en general perciban ningún cambio ni se vean afectados en un contexto de coyuntura económica favorable.
"Lo que nos tenemos que preguntar para el día 1 [de octubre] es qué decisiones vamos a tomar de aquí al día 1 y si nos van a ser útiles o perjudiciales para el día 2", advierte. En ese sentido, la persecución de "chorradas" por parte de la Guardia Civil como "revistillas" de Òmnium Cultural es contraproducente: moviliza mucho más a personas que nunca la habrían comprado en papel y que la encontrarán con facilidad por internet.
Tras el 1 de octubre, vendrá el día 2. Es otra manera de decir que el 1 de octubre no será tan trascendental. Que no será ningún éxtasis místico de urnas independentistas. "El Gobierno de Madrid seguirá en sus funciones y el Gobierno de la Generalitat previsiblemente seguirá teniendo una responsabilidad que ejercer. Y tenemos dos millones y medio de ciudadanos de Cataluña que están absolutamente convencidos de que Cataluña tiene derecho a decidir. De estos dos millones y medio, hay cerca de un millón que dice que Cataluña tiene que ser un país independiente". A ellos hay que dar respuesta, según Vila.