Un auténtico calvario. Así describe el juez Manuel Penalva el día a día de los testigos que han declarado durante la extensa investigación contra la organización criminal liderada por el 'todopoderoso' empresario de la noche mallorquina Bartolomé Cursach. Éste habría controlado durante años, según investiga el juez, a buena parte de la Policía Local de Palma, que le habría ayudado a hacerse con el control del ocio nocturno de la capital balear a base de amenazar y acorralar al resto de empresarios de la competencia, llevando a algunos de ellos a la auténtica ruina.
El magistrado que investiga el caso ha levantado recientemente el secreto del sumario y EL ESPAÑOL ha tenido acceso a los últimos 45 tomos aportados por el juez. En éstos se recogen las últimas declaraciones de los testigos, quienes relatan las agresiones físicas, coacciones, sobornos y amenazas que han sufrido incluso después de que los principales investigados, entre ellos el jefe de la trama Bartolomé Cursach y su mano derecha, Tolo Sbert, ingresaran en prisión. El propio juez Manuel Penalva muestra en el sumario su preocupación por la integridad de los testigos, "extremadamente sensibles a las presiones como consecuencia del miedo y a veces auténtico terror que infunde tanto el Grupo Cursach como muchos de los policías investigados, precisamente por actuar en connivencia con la indicada organización criminal".
"Si no quitas la denuncia, estarás bajo tierra en una caja"
Algunos testigos del caso han rechazado declarar ante el juez por las amenazas recibidas. No ha sido el caso de la testigo protegida número 31, quien contó que un hombre de 1,80 metros de altura la abordó a la puerta de su casa, "la inmobilizó contra los escalones poniéndole la rodilla sobre la pierna y presionándola fuertemente le daba golpes en la cabeza contra la escalera". Con acento del Este, el hombre la amenazó con matarla si no retiraba una denuncia contra Pedro (Pedro Roselló Cursach, sobrino del 'capo' y jefe de la testigo en uno de los negocios del Grupo Cursach, que se encuentra ya en prisión por obstrucción a la Justicia). Durante la agresión, el hombre gritó a la mujer que "si no quitaba la denuncia, acabaría bajo tierra". La mujer relató al juez que temió por su hijo de siete años, que se encontraba en el interior de la casa que ésta tenía alquilada, precisamente, a su jefe. A pesar de que las amenazas no acabaron en esa escena, la mujer ha querido seguir adelante con sus declaraciones en sede judicial.
No ha sido el caso de dos bailarinas de la discoteca Tito's, también propiedad de Cursach, que fueron amenazadas con "no trabajar más en toda Mallorca" por Tolo Cursach hijo, 'Tolito', si declaraban en el juicio, según las declaraciones de los testigos que se recogen en el sumario.
Sus testimonios han sido claves para conocer el funcionamiento de la organización criminal. Ellos contaron que algunos policías locales recibían dinero, cocaína y favores sexuales a cambio de no poner multas a Cursach o ponérselas a los negocios de la competencia en beneficio de éste. Pero sus declaraciones han tenido graves consecuencias.
Conspiración para asesinar a un testigo
Uno de los testigos del caso ha denunciado amenazas ante el juez hasta en 24 ocasiones. Hasta tal punto llegó la presión constante hacia él que comunicó al juez que "había decidido marcharse a un lugar indeterminado porque es el único modo de sentirse seguro".
El hombre, también trabajador del grupo Cursach y al que los investigados llamaban despectivamente "el mariquita de Tito's" recibió hasta tres palizas, según se expone en el auto de diligencias previas. Precisamente a él se refiere el magistrado cuando habla del "auténtico calvario" al que le sometieron. Una de las agresiones más graves la habría recibido en el garaje de su casa, hasta donde se acercaron dos hombres de nacionalidad rumana, que le gritaron después de apalearle: "O te marchas de Mallorca o morirás".
El hombre relató que desde que comenzó a declarar, encontró mensajes anónimos en el buzón de su domicilio prácticamente a diario. En uno de esos papeles encontró escrito su nombre junto a una leyenda con las letras RIP (Requiescat in pace) que suele colocarse en las lápidas.
Este testigo también declaró que el antiguo portero de la discoteca Tito's Marian Ciprian, ya en prisión, habría planeado asesinarle. Una conocida suya oyó al portero barajar dos opciones "para deshacerse del mariquita de Tito's": aprovechar su corpulencia para meterlo en un coche y tirarlo de un puente simulando un suicidio o simular que se había ahorcado.
Los acusados llegaron a hacerse con los teléfonos de sus hermanas, "que ni siquiera viven en Mallorca", como se relata en el sumario, para amenazarlas. Un extremo que el juez considera "extremadamente grave e intimidatorio" y que según Penalva "demuestra hasta dónde alcanza el poder e influencia" de los miembros del Grupo Cursach.
El juez Penalva dispone de multitud de pruebas, como pinchazos telefónicos que ha ido añadiendo al sumario y que inculparían a Policías, políticos locales y trabajadores del grupo, quienes trabajaron en connivencia con Bartolomé Cursach. El 'capo' mallorquín ingresó en prisión en marzo, investigado por hasta 17 delitos graves, entre ellos los de corrupción de menores, narcotráfico, pertenencia a organización criminal, tenencia ilícita de armas e incluso homicidio.