El 21 de diciembre también hay elecciones generales. No en teoría, pero al menos sí en la práctica. Porque las implicaciones a nivel nacional de los comicios autonómicos de Cataluña, ya señaladas en el último CIS, son de tal magnitud que sin duda influirán en la convulsa legislatura que se vive en el Congreso de los Diputados. Quizás influyan para rematarla. En función de los resultados, lógicamente habrá un nuevo Govern y, según su color, puede atisbarse una cita con las urnas no muy lejana para todos los españoles.
Para empezar, a nadie se le escapa que los líderes nacionales se la juegan en Cataluña. No por casualidad, Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias se van a implicar sobremanera en la campaña catalana. En estas autonómicas se somete a examen la fiabilidad de sus estrategias y, por ende, sus planes para toda España en este momento de crisis sin precedentes.
Escenario 1: la victoria de Junqueras
Las encuestas sobre el 21-D apuntan a que ni el bloque independentista (ERC, PDeCAT y CUP) ni el bloque constitucionalista (Ciudadanos, PSC y PP) se alzarán con una mayoría absoluta. En medio, como bisagra política y, en definitiva, como jueces del futuro de Cataluña están Ada Colau e Iglesias, con la coalición En Comú Podem Catalunya, liderada por el candidato Xavi Domènech.
Este contexto desemboca en tres escenarios probables tras las elecciones autonómicas. La primera posibilidad es que las formaciones independentistas logren una mayoría absoluta que ahora parece lejana. En ese caso, Oriol Junqueras, quien quiera que lidere al PDeCAT y Ana Gabriel redoblarían el desafío secesionista contra el Estado. Más tensión y pura incertidumbre.
Escenario 2: Arrimadas, presidenta
Más allá de lo que ocurriese en Cataluña, con esa hipotética victoria independentista Mariano Rajoy quedaría desacreditado y su posición se haría aún más débil, como consecuencia de su incapacidad para frenar el reto nacionalista y también por convocar unas elecciones suicidas al abrigo del artículo 155. Su audacia al convocar los comicios, tan aplaudida y casi vitoreada por algunos, se le volvería así en contra.
El segundo escenario, que por los estudios demoscópicos parece el más improbable, es que Ciudadanos, PSC y PP sumen la mayoría del Parlament. Inés Arrimadas sería presidenta de la Generalitat con el apoyo de Miquel Iceta y Xavier García Albiol. El separatismo se hundiría y llegaría esa "estabilidad" que piden desde el Gobierno. Sin embargo, como ya se ha dicho, esto parece cuanto menos muy difícil.
A nivel nacional, esta opción alejaría la convocatoria de elecciones generales y supondría un éxito para el Ejecutivo y para quienes han respaldado su estrategia, caso de Albert Rivera y Pedro Sánchez.
Escenario 3: el tripartito ERC-PSC-En Comú Podem
La tercera hipótesis, la más probable según los sondeos, es que no haya mayoría absoluta de ninguno de los bloques. Los soberanistas de En Comú Podem -a favor del referéndum pero no de la independencia- serían el árbitro de los pactos postelectorales y, por ello, tendrían las llaves del Palau de la Generalitat.
Los partidos saben que esta es la opción más factible. Y, en esa tesitura, unos y otros han apuntado ya a un tripartito entre ERC, PSC y En Comú Podem. Iglesias ha defendido esta opción abiertamente. Junqueras lograría el poder a cambio de tener que girar hacia el autonomismo, sin renunciar a la independencia, tal vez, pero aparcándola temporalmente para gobernar. Y el PSC volvería a ser importante en la política catalana. Su líder, Iceta, ya ha sugerido en algunas entrevistas que este tripartito es posible. Eso sí, la ruptura de Colau con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona supone una traba hasta ahora inesperada para el tripartito.
Aún falta un mes y medio para las elecciones catalanas y el panorama es convulso, por lo que puede haber cambios en el tablero. Pero, la conformación de ese tripartito allanaría el terreno para un cambio en el Congreso de los Diputados. Pese a que ahora parezca imposible, ¿podrían reflotar las opciones para Pedro Sánchez con el apoyo de Podemos y ERC? Al menos, la soledad de Rajoy se acrecentaría y la legislatura se convertiría en ingobernable (aún más que hasta ahora). Las elecciones generales estarían más cerca.
Estos caminos señalados son solo eso, hipótesis sujetas a matices o cambios. Pero lo que decidan los catalanes el 21-D marcará en buena medida el futuro de todos los españoles.
¿Y la reforma de la Constitución?
Hay que tener en cuenta, además, que sea cual sea el resultado del 21-D, en el horizonte aparece, indefectible pero confusa, la hipotética reforma de la Constitución. Ahora se antoja más necesaria que nunca por la crisis territorial de Cataluña. De momento, la comisión del Congreso impulsada por el PSOE parece el lugar propicio para abordar esta cuestión. Pero tampoco causa furor como solución entre los partidos, más pendientes de las encuestas y de preparar sus campañas.
El alcance jurídico y el nivel de consenso de la hipotética reforma también dependerían, en gran medida, de lo que ocurra el 21-D. Unos y otros afrontarán esta vía en función de lo que se vote en Cataluña y, como siempre, con un ojo puesto en las generales que se tendrían que convocar para refrendar los cambios en la Carta Magna.
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