Íñigo Errejón parece otro. Tras ser relegado como número dos en el Congreso de los Diputados como consecuencia de su derrota ante Pablo Iglesias en Vistalegre 2, el que fuera principal ideólogo y uno de los rostros más mediáticos de Podemos ha cambiado el chip. Ya no diseña campañas electorales. Ahora prepara su asalto a la presidencia de la Comunidad de Madrid.
El pacto al que llegó con Iglesias para ser candidato en Madrid a cambio de dejar la portavocía en el Congreso sorprendió a propios y extraños. Muchos, dentro y fuera de Podemos, amigos y enemigos, esperaban una purga definitiva, con el joven político madrileño arrumbado para siempre por el líder supremo. Una vendetta sin piedad por haber desafiado a su antiguo amigo. No fue así. El cuento no acabó como se vaticinaba porque, entre otras cosas, Iglesias sabía que no podía prescindir de Errejón. Sus relaciones se deterioraron y ya nunca serán iguales, sí, pero se tienen un respeto intelectual.
Las heridas de aquel Vistalegre fratricida van cicatrizando poco a poco. Y, entretanto, Errejón sigue como diputado, sí, pero su principal ocupación se llama Madrid. Los hombres que lideraron juntos Podemos en sus dos primeros años sellaron su reconciliación en público con un abrazo fraterno en un acto celebrado el 2 de mayo en uno de los lugares más simbólicos para los morados: la plaza del Museo Reino Sofía.
Centrado en Madrid
Errejón se está recorriendo cada rincón de la Comunidad de Madrid para armar su candidatura en las elecciones autonómicas. Ahí está el grueso de sus esfuerzos. Pequeños actos por toda la región. Incontables reuniones con diferentes "actores sociales". Y hasta baile de chotis si hace falta. Todo ello fuera del foco mediático que ocupaba solo unos meses atrás. Solo tiene 33 años y tendrá tiempo para otros retos, pero ahora su prioridad está clara. Su perfil ya es madrileño y no nacional.
"Se trata de acumular experiencias y aprendizajes para preparar lo que podría ser un proyecto autónomo, transversal, integrador y transformador, con el objetivo de modernizar Madrid, poner orden en sus cuentas y limpiar sus instituciones", expone uno de sus colaboradores. Para ello, dicen estas fuentes, se inspira en el trabajo de los llamados "ayuntamientos del cambio". Su principal espejo es la forma de gobernar de Manuela Carmena.
Sus intenciones pasan por construir "un proyecto sólido" y no solo una campaña electoral plagada de los golpes de efecto, como en el trepidante ciclo electoral donde se originó Podemos. Se trata, siempre según sus más cercanos, de un Errejón más maduro, más templado y con más tiempo "para escuchar".
La única dificultad para ser candidato
Para ser elegido como candidato de Podemos y sus hipotéticos socios, el político madrileño tiene que ser elegido en primarias donde votarán los inscritos del partido morado y los de sus compañeros de viaje. A priori, todos en la formación de los círculos creen que no tendrá problema para ganar la contienda interna.
Eso sí, no todos en Podemos Madrid apuestan por Errejón. El acuerdo es evidente entre pablistas y errejonistas: en la Comunidad el antiguo número dos tendrá las manos libres para configurar su candidatura y en la ciudad, donde en las próximas semanas habrá primarias, ambos sectores apostarán por la figura del ex Jemad José Julio Rodríguez.
Sin embargo, a la corriente de Anticapitalistas, la ubicada más a la izquierda, no le gustó el pacto en los despachos entre Iglesias y Errejón tras Vistalegre 2. Este sector ya ha decidido presentar candidatura propia en las primarias de la ciudad -Isabel Serra luchará contra el ex Jemad- y es casi seguro que hará lo propio cuando se celebren las primarias para elegir candidatos a la Comunidad. Ellos, los anticapis, son el principal obstáculo para que Errejón sea candidato.
Ante el desafío territorial, un perfil más social
Su actuación del presente y su reto del futuro están en Madrid. Eso sí, no pierde de vista el debate público nacional. "La crisis catalana, que ha seguido atentamente pero fuera de foco, le ha servido para profundizar en la reflexión, la lectura y la discusión sobre un eventual proceso de reforma constitucional que vaya más allá del simple encaje de Cataluña en España", señalan desde su entorno.
Como preparación para ese desafío territorial ha visitado Ginebra, donde se entrevistó con el alcalde de la ciudad y mantuvo encuentros con universitarios sobre el papel de los municipios en un Estado federal. "Ahora sus lecturas se centran en la economía y la necesidad de recomponer el contrato social, de volver a poner orden en nuestro país después de que el crecimiento de la desigualdad pulverizase los acuerdos y certezas derivados de la Constitución del 78", afirman los hacedores de sus argumentarios.
Segundo plano en el Congreso
Al mismo tiempo, Errejón sigue como diputado en el Congreso. Su trabajo allí se ha orientado cada vez más a la lucha contra la corrupción, como se vislumbró en su interrogatorio a la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, o en su reciente implicación personal en la elaboración de enmiendas Ley Anticorrupción junto a su buen amigo el juez Juan Pedro Yllanes. Esa es, junto a la Reforma Electoral, su principal tarea actual como portavoz de la Comisión Constitucional, destacan sus colaboradores.
No ha sido fácil la pérdida de protagonismo, al pasar de ser el portavoz parlamentario a estar fuera de los focos. Pero, como ya se ha dicho, desde su entorno creen que no se trata de un paso atrás, sino de una oportunidad para crecer políticamente de cara al futuro. Y, sobre todo, porque pese a que su ritmo de trabajo sigue siendo frenético, ahora tiene más tiempo para él mismo.
En una reciente entrevista en El Mundo, el propio interesado afirmaba que ha aprendido que "hay que cuidarse más". "Y eso implica dedicarle tiempo a dormir más, a comer mejor, a leer más de otras cosas para tener la cabeza más despejada. A lo mejor a alguien le parece que no estoy hablando de política, pero sí: no hay que quemar las naves cada mes". Así es el nuevo Errejón: más tranquilo, más social y, como siempre, transversal.