"Winter is coming [el invierno se acerca] y los caminantes sin alma del PSC, Ciudadanos y el PP se acercan para destruir la democracia, imponer la tiranía y liquidar la república". No es el guión de un parodia de Polonia, el programa de sátira política de la televisión pública catalana. Son palabras de este sábado de Antoni Castellá, exdiputado y de nuevo candidato a las elecciones del 21-D por ERC, que compara Cataluña con la serie de Juego de Tronos.
En la ficción de HBO el mundo se ve amenazado por unos peligrosos zombis (que Castellá compara ante sus fieles con los partidos constitucionalistas), pero mientras se acercan en ese mundo se suceden los navajazos, asesinatos y guerras entre facciones. Lo que lo que más importa a los dirigentes del mundo supuestamente civilizado no son ni sus súbditos ni los demás ciudadanos sino simplemente el poder.
A 10 días de la cita con las urnas, el independentismo vive un auténtico Juego de Tronos: una lucha por el poder llena de indirectas, intrigas internas y movimientos estratégicos que ya son indisimulables.
ERC, Junts per Catalunya y la CUP, que hasta ahora tenían 72 diputados en el Parlament, cuatro más de la mayoría absoluta, están de acuerdo en su pulso contra el Estado, pero divididos sobre todo lo demás. Los dos motivos para la discordia más destacados son quién presidirá la Generalitat (quién se sentará en el Trono de Hierro, para los fans de la serie) y cuál será la estrategia política a partir de entonces. Todo ello contando con que el nacionalismo retiene la mayoría absoluta de 68 diputados que muchas encuestas no les atribuye por primera vez desde 2010.
ERC trata de desmontar a Puigdemont
Hace un mes, Esquerra Republicana se veía como segura vencedora de las elecciones y Oriol Junqueras como president casi indiscutible. Las encuestas apuntan a un fuerte repunte de Junts per Catalunya y su candidato, Carles Puigdemont. Ante la negativa de Junqueras de reeditar la coalición de Junts pel Sí de 2015 y concurrir de nuevo juntos a las elecciones, Puigdemont ha pasado a la ofensiva para tratar de ganar las elecciones.
Su mensaje es claro: el 21 de diciembre hay que borrar los efectos de la aplicación del artículo 155, en virtud del que se convocan las elecciones. Por lo tanto, gane Puigdemont, quede segundo o incluso perdiendo el independentismo, Cataluña no tiene más presidente legítimo que él. Por ese motivo, si el independentismo es mayoría, él debe volver al Palau de la Generalitat.
ERC ha decidido bajar los humos a Junts per Catalunya, que en su programa se ha atrevido a escribir que si Junqueras mantiene su candidatura a la Generalitat estará amparando la aplicación del 155.
"El 21 de diciembre tenemos que hacer lo que hace falta, lo que nunca se ha hecho: presidente a alguien que está injusta e indignamente en la prisión", dijo este sábado el exconseller Raül Romeva, que también ha estado provisionalmente en la cárcel. "Junqueras está en la cárcel porque saben que es el candidato que puede ganar las elecciones", dijo por su parte Carles Mundó, exconseller y exrecluso, para quien "el voto útil" es votar a ERC.
Este viernes, Mundó fue más allá al pedir "inteligencia" a los votantes independentistas para admitir que Puigdemont nunca volverá a ser president. Aunque el independentismo mantenga la mayoría absoluta, nada más llegue a España para tomar posesión sería detenido. "No saldrá en mucho tiempo porque no será capaz de convncer al juez de que no hay riesgo de fuga", decía Mundó.
En este caso, la Justicia española podría ser un aliado de las expectativas electorales de ERC. El argumento, por si fuera poco, lo despliegan los exconsellers de ERC que estuvieron en la cárcel. Ellos tienen, según sus seguidores, un plus de legitimidad en sus argumentos por haber pasado varias semanas en la cárcel.
¿Mayoría para hacer qué?
ERC y Junts per Catalunya se disputan, al margen de quién tenga más votos, quién tiene derecho a aspirar a la investidura. Sin embargo, hasta llegar a ese momento tendrían que pasar muchas cosas. La primera es que sumen junto a la CUP 68 diputados, algo que no está tan claro. La segunda, que lleguen a un acuerdo no sólo sobre el reparto del poder sino también sobre qué hará esa nueva Generalitat.
En los últimos días han naufragado todos los intentos de ERC por sumar a Junts per Catalunya en un documento con varios puntos programáticos destinado a compensar la división de las candidaturas.
ERC quería asegurarse el liderazgo del independentismo pero no pagar el precio de la división, por lo que impulsó una negociación sobre un "frente común", una especie de acuerdo de mínimos que debería incluir una hoja de ruta para después del 21 de diciembre. ¿Apostará el independentismo por hacer otra declaración unilateral? ¿Aceptará la Constitución y el Estatuto? ¿Mantendrá el pulso al Estado u optará por negociar con él? ¿Pedirá una mediación internacional?
Todas son preguntas por responder. La única que tiene una respuesta es la CUP, la formación antisistema que ha sido determinante en todas las decisiones de estos últimos dos años, pues aseguraba la mayoría en el Parlament. La CUP quiere desobeder las leyes, desplegar la república y ganarle el pulso al Estado.