Barcelona

Las elecciones de este jueves pueden ser las catalanas con una mayor participación de la historia en España. Y eso que serán las primeras en un día laborable. Los expertos demoscópicos debaten sobre si superarán el récord de 1982, cuando en las generales que auparon a Felipe González a la presidencia del Gobierno votaron un 80,7% de los ciudadanos con derecho a voto. 

Aun así, las encuestas señalan que hay en torno a un millón de indecisos que todavía se debaten entre las diferentes opciones y la abstención. Esto es lo que han hecho los partidos y así les ha salido:

Junqueras, una campaña agridulce

Lo que ha ganado: según las encuestas, las elecciones. Será la primera vez en democracia que ERC, un partido con 86 años de historia, esté en condiciones de hacerlo. Y eso que su líder, Oriol Junqueras, ha estado toda la campaña en la cárcel. 

Lo que ha perdido: la iniciativa frente a Junts per Catalunya, una candidatura improvisada, nacida sobre un partido en teoría moribundo como el PDeCAT. A ERC se le ha visto sin iniciativa, sin marcar ni la agenda ni los debates, reaccionando más que llevando el timón.

Arrimadas se atreve a soñar

Lo que ha ganado: la posibilidad, como ERC, de imponerse en votos en estas elecciones. Eso no significa que Inés Arrimadas llegue a la Generalitat, pero la repercusión sería amplia, también en el resto de España. En los cuarteles generales de PP y PSOE comienzan los nervios. 

Lo que ha perdido: la capacidad de interlocución con Catalunya en Comú Podem, una candidatura soberanista, pero que podría pactar con constitucionalistas. La contundencia anti independentista de Ciudadanos deja casi descartada su posibilidad de entenderse con los comunes para gobernar. 

Puigdemont, el resucitado

Lo que ha ganado: un lugar en la política catalana. Hace un mes, el PDeCAT aspiraba a ser cuarto partido, a mucha distancia de los demás. Hoy es tercero y pisándole los talones a ERC y a Ciudadanos. Todo ello gracias a una campaña fresca, que ha explotado el victimismo del 155 mejor que ERC, gracias a la labor de Elsa Artadi. 

Lo que ha perdido: fuelle en los últimos días. Su progresión se estancó en la recta final. Por eso se rumoreaba un posible golpe de efecto que consistiría en la aparición de Puigdemont en Barcelona en carne y hueso, y no en plasma. 

Iceta baila en el compás de espera

Lo que ha ganado: por primera vez, voto desde 1999. Nadie cree que el PSC pueda empeorar sus resultados de 2015, cuando obtuvo 16 diputados. El PSC, con un discurso más claro contra la independencia y un candidato creíble, ha remontado. 

Lo que ha perdido: oxígeno en los debates, desaprovechados por confundir ser presidenciable con pasar desapercibido. La multitud de actos de Iceta agotaron al candidato, que perdió fuerza al final de la campaña.

El vértigo de Domènech

Lo que ha ganado: atrevimiento al final de la campaña tratando de ir a por los votos del PSC, algo obvio en los debates, y también de Ciudadanos. Catalunya en Comú Podem ha imitado el discurso de Iceta y se ha presentado como el único capaz de superar el bloqueo, aunque Domènech no tiene perfil de presidenciable sino de árbitro. 

Lo que ha perdido: a Ada Colau y Pablo Iglesias, muy poco implicados. La alcaldesa de Barcelona es candidata por su circunscripción, aunque sea de forma simbólica, pero apenas ha aparecido, quizás para desvincularse de un posible fracaso. Si queda por debajo de los 11 de Lluís Rabell, será una catástrofe. 

Albiol presume de 155

Lo que ha ganado: la posibilidad de decir lo que quiera, incluso alguna barbaridad, como cuando la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría presumió de "liquidar" y "descabezar" a los independentistas. De perdidos... al río. 

Lo que ha perdido: de nuevo, las elecciones. Es difícil que el PP iguale su resultado y muy fácil que lo empeore. Eso tendrá que generar una reflexión. ¿Cómo es posible que el primer partido de España sea casi el último en Cataluña?

La CUP, rumbo fijo

Lo que ha ganado: coherencia a prueba de prisión preventiva. Ningún candidato está en la cárcel y precisamente los que han acelerado y endurecido el procés en los últimos dos años apenas tienen querellas. Quieren la independencia. La quieren unilateral. Aseguran que lo harán. Nadie podrá decirles lo contrario. 

Lo que ha perdido: frescura. Su apuesta por la unilateralidad y sus desastrosos resultados han restado credibilidad a la utopía defendida por los de Carles Riera.