El 6 de diciembre de 2018 se cumplirán cuarenta años del referéndum con que los españoles ratificaron la Constitución Española de 1978. Un aniversario que llega justo cuando más se habla de la posibilidad de reformar la Carta Magna. Esa hipotética modificación sobrevolará todo el curso político. Los grandes partidos coinciden en la necesidad de cambiarla, sí, pero no se ponen de acuerdo sobre si habría que apostar por una nueva que sustituya a la actual o si habría que hacer una suerte de lifting al texto legal.
A lo largo de estas cuatro décadas en muchas ocasiones ha estado en la agenda política reformar la Constitución. Pero es ahora, en mitad de la crisis territorial de Cataluña, cuando esta posibilidad ha ido cogiendo más fuerza. De hecho, en el Congreso de los Diputados ya existe una comisión sobre el modelo territorial impulsada por el PSOE. El objetivo es estudiar las vías para reformar el texto del 78. Y, de paso, contentar a los separatistas catalanes, que tanto han tensado la cuerda en los últimos dos años, y a sus homólogos vascos. Sin embargo, esta comisión ha nacido con unas expectativas de éxito menguantes.
Una comisión que nace casi muerta
Teniendo en cuenta que en la propia Constitución se establece el requisito de una mayoría reforzada para poder hacerle cambios, la reforma no es sencilla en ningún caso. Se necesitan consensos entre diferentes, como ocurrió en la Transición. Y la realidad es que ahora mismo un acuerdo de esta magnitud entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos se antoja casi imposible.
Aun en el caso de que la citada comisión funcionase o si más adelante, una vez pasadas las elecciones catalanas que ahora eclipsan todo, se abriesen otros espacios para dialogar sobre la reforma constitucional, el sentido y el alcance de los cambios también son una enorme incógnita.
La cuestión territorial, la clave
Parece factible que Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera alumbren un pacto, pero no con Pablo Iglesias y las formaciones nacionalistas. Precisamente Podemos y los independentistas se han mostrado ya en contra de la comisión del Parlamento en el marco del problema catalán. ¿Puede aprobarse la reforma de la Constitución sin ellos? Podemos ya ha anunciado que, si hay una pequeña reforma sin su concurso, forzará que se celebre un referéndum.
En materias como los derechos sociales o la regeneración democrática el acuerdo sería relativamente fácil. Pero la cuestión territorial es la clave de bóveda. Algunos quieren reforzar el actual estado de las autonomías. Otros apuntan a impulsar el federalismo. Hay quienes pretenden recentralizar competencias. Y, por si fuera poco, Podemos y los nacionalistas quieren un referéndum pactado para Cataluña que después podría celebrarse también en el País Vasco.
Lo paradójico es que, como se ha dicho, unos y otros sí coinciden en que la reforma es vital para el futuro. Y, por ello, en 2018 se hablará largo y tendido de cambiar la Constitución, sea con cambios profundos o con un lifting. Otra cosa es que finalmente haya algún cambio.