Carles Puigdemont se guarda un último as en la manga. Si la ley no lo permite, se cambia la ley. Junts per Catalunya y ERC estudian una modificación en la ley de presidencia de la Generalitat que dé poderes políticos a Puigdemont, en tanto que presidente "legítimo" y "en el exilio", como lo llaman los diputados independentistas.
En el Parlament de Cataluña se elegiría a otra persona para llevar el día a día del Govern y así cumplir con las exigencias legales del Tribunal Constitucional, pero sus funciones serían meramente gestoras y, según el entorno de Puigdemont, dependería jerárquicamente del presidente huido de la justicia, con quien se reuniría periódicamente en Bruselas.
La idea trascendió en la noche del lunes tras las reuniones y contactos que, con epicentro en Bruselas, están teniendo las tres formaciones independentistas (JxCat, ERC y CUP) que cuentan con una mayoría absoluta en la cámara.
En la práctica, la propuesta implica desnaturalizar el histórico acervo institucional catalán al crear dos estructuras de poder. Hasta ahora, ante la imposibilidad de que Puigdemont regrese a España sin reproche penal, se especulaba con que aceptaría un cargo honorario que permitiera comenzar a pasar página y acabar con la parálisis. Esa era la esperanza de ERC y, en realidad, de buena parte del PDeCAT, donde crece el hartazgo por el personalismo de Puigdemont.
Pero cuando se delega el poder, en política a menudo se pierde y el núcleo duro del expresident, aglutinado en los puestos clave de JxCat, la lista electoral hecha a su medida, advirtió este lunes de que "investidura sólo hay una y presidencia sólo hay una", en palabras del portavoz, Eduard Pujol. Por la tarde, JxCat volvió a desmarcarse de una investidura simbólica. O Puigdemont o elecciones. Y ERC sigue asegurando que, mientras haya una fórmula viable, se seguirá resignando a que mande Puigdemont.
Aún hay muchas dudas acerca de cómo podría cristalizar la nueva fórmula de Puigdemont, que pretende tutelar al inquilino del Palau de la Generalitat y que el verdadero poder político resida en Bélgica. Según La Vanguardia, podría crearse una nueva estructura, con el nombre de Consell de la República, al que el cambio en la ley de presidencia daría el poder decisivo al tiempo que vacía al cargo de president de la Generalitat formalmente elegido por la cámara autonómica.
¿Quién será el tutelado?
Tampoco está claro quién ocuparía este último cargo, aunque Puigdemont podría exigir también que fuese alguien de su lista, como Elsa Artadi o Jordi Turull, que actuaría como una especie de conseller de presidencia. Mientras, en Bruselas podría escenificarse la entronización de Puigdemont con un acto simbólico, protagonizado por la conocida como Asamblea de Electos, una asociación de parlamentarios, concejales y alcaldes independentistas en donde no está la oposición.
El Parlament tendría que darse prisa. La cámara está constituida y teóricamente puede aprobar cambios legales, pero este, de carácter decisivo, tendría que hacerse por un procedimiento abreviado para no correr el riesgo que llegue demasiado tarde, cuando se hayan convocado unas nuevas elecciones.
Una reforma tan rápida, de tal calado y encaminada a que un huido de la Justicia gobierne Cataluña con una especie de mando a distancia provocaría, sin duda, el rechazo de toda la oposición, que suma 65 diputados, sólo tres menos que la mayoría absoluta, del Gobierno y probablemente de los tribunales.
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