Además de lograr unos fines propagandísticos, los sabotajes efectuados por los Comités de Defensa de la República (CDR) tienen otro objetivo: obligar a las instituciones intervenidas tras el 155 a tomar partido entre una república catalana o el Estado. Sobre el foco, principalmente, tienen a los Mossos d'Esquadra. Los consideran divididos desde los acontecimientos que tuvieron lugar en la región tras el referéndum del 1 de octubre y ahora quieren poner a prueba su 'lealtad'.
Las conversaciones internas entre los miembros de los CDR apuntan en esta dirección, advierten fuentes policiales en conversación con EL ESPAÑOL. Hablar de los Mossos d'Esquadra en la celebración de la consulta del pasado 1 de octubre remite a imágenes de agentes vitoreados, a escenas de cierta tensión de los policías municipales con otros cuerpos nacionales.
Desde ciertos sectores separatistas se reivindicó la labor de los Mossos, a los que erigieron como defensores de su causa. También criticaron el procesamiento de su mayor, Josep Lluis Trapero, por un supuesto delito de sedición. Dentro del cuerpo autonómico, no obstante, los últimos acontecimientos han provocado un cisma. Parte de sus agentes no se sintieron cómodos con la actuación policial del 1 de octubre y, de manera más o menos abierta, expresaron su malestar. Los CDR son conscientes de esta situación.
Ahora, bajo la batuta de Ferrán López, actúan a las órdenes del Ministerio del Interior. Lo hacen desde la aplicación del artículo 155 de la Constitución del pasado 21 de octubre, cuando el Gobierno asumió parte de las competencias autonómicas catalanas.
Sabotajes dirigidos
Los CDR, dentro de su estructura anárquica, cuentan con una organización y unos objetivos establecidos a corto, medio y largo plazo. En una primera fase pretenden trasladar el caos a diferentes puntos en Cataluña para dar respuesta a determinados acontecimientos, como lo fue la detención de Carles Puigdemont en Alemania y la entrada en prisión de Jordi Turull, Carme Forcadell, Raül Romeva, Josep Rull y Dolors Bassa.
Tamara C., líder de los CDR detenida este martes por la Guardia Civil en el marco de la operación Cadera, era la autora del audio en el que se establecían las estrategias tras la detención de Puigdemont. Cortes en carreteras, "pegar fuego" a la autopista o tomar el puerto de Barcelona eran algunos de sus planes. Sus sabotajes estaban perfectamente coordinados.
Frente a estas acciones más radicales, los CDR han llevado a cabo otra campaña más limpia. El levantamiento de los peajes en Semana Santa formaba parte de esta estrategia.
Forzar a los Mossos
El resultado de los sabotajes, más allá de la puesta en escena, fue la reacción de los Mossos d'Esquadra. En los peajes se registraron rifirrafes menores, pero en otros actos en los que estuvieron implicados los CDR se vieron cargas más duras. Hablamos del 26 de marzo, cuando 3.000 personas se manifestaron en Lleida bajo el lema "Rompamos las barreras de la represión".
El principal foco de la protesta se concentró frente a las dependencias de la subdelegación del Gobierno. Allí se toparon con los Mossos d'Esquadra. Cargas, salvas al aire y lanzamiento de objetos. Desde sectores radicales se presentó a los mossos como "enemigos" de la república catalana. Su prueba, las imágenes del enfrentamiento.
Los movimientos encajan dentro de un plan. Empujar a los Mossos d'Esquadra a situaciones extremas en las que sólo les quede optar entre la acción o la pasividad. En definitiva, los CDR pretenden llevar al cuerpo autonómico ante la disyuntiva de apoyar o dar la espalda a una república catalana.