Carolina Bescansa es una de las fundadoras de Podemos. En los primeros compases del partido de los círculos era una de sus principales portavoces. Era la experta en demoscopia respetada y buscada por todos. Durante el último año se ha convertido es una suerte de outsider que carece de apoyos internos. Y ahora, justo cuando aparecía una posibilidad para volver a la primera línea, ella misma, con una filtración por error de su plan para derrocar a Pablo Iglesias aliándose con Íñigo Errejón, ha cavado su tumba política y ha logrado el repudio de las principales corrientes.
En el documental Política, manual de instrucciones, dirigido por Fernando León de Aranoa, puede verse con claridad cómo Bescansa era una de las piedras angulares de Podemos. Cada vez que se publicaba una encuesta, fuera favorable o desfavorable, fuera del CIS o de algún medio de comunicación, todos en Podemos querían saber la opinión de esta profesora de la Universidad Complutense.
Una voz más madura y calmada
Bescansa se diferenciaba de los principales líderes de Podemos por su edad. Aportaba, por ello, un punto de madurez superior. Era una voz más reposada y tranquila, no tan entrenada en las técnicas del marketing político. No era la más carismática en los mítines, pero sí una de las más importantes entre bambalinas.
Su opinión era una de las más relevantes en el diseño de estrategias políticas y de comunicación. De ella partió, por ejemplo, la celebrada idea de que el programa electoral de Podemos para el 26-J simulase un catálogo de Ikea. Antes, protagonizó una sonada polémica al llevar a su bebé en la primera ocasión en que Podemos acudía a las Cortes.
Algo cambió para siempre en Podemos cuando Iglesias y Errejón rompieron su relación personal y comenzaron un paulatino alejamiento político. La lucha llegó hasta el extremo en la segunda Asamblea Ciudadana, conocida como Vistalegre 2. En esa suerte de guerra civil que enfangó y debilitó a Podemos durante meses, Bescansa no se posicionó con ninguno de los bandos.
El extraño movimiento que lo cambió todo
Los dos principales líderes del partido morado quisieron contar con ella en sus equipos. Pero sorprendió a propios y extraños al no sumarse a ninguno de ellos, al criticar a ambos -por el "choque de trenes"- y al postularse para liderar una especie de tercera vía dialogante.
La jugada de Bescansa descolocó a sus compañeros de filas. Casi nadie en la formación entendió su movimiento. Unos y otros consideraron que estaba trabajando con una agenda propia para su futuro. Quedó en tierra de nadie, Así, tras Vistalegre 2 se consumó su pérdida de influencia interna al quedar fuera de la dirección del partido, si bien es cierto que Iglesias la recuperó para su gobierno en la sombra.
Poco a poco, su voz se fue apagando en el Congreso. La nueva dirección salida de Vistalegre 2, encabezada por Irene Montero, no tenía tanta sintonía con esta profesora y política oriunda de Galicia. Conforme pasaba el tiempo, la soledad de la cofundadora iba acentuándose. Estaba fuera de las tomas de decisión. Era habitual verla sola en el Parlamento.
Los últimos enfrentamientos
No lideraba ninguna corriente. Pero seguía siendo uno de los símbolos de Podemos. Muchos todavía la respetaban. Con su agenda propia, iba contactando con sectores críticos de diversas comunidades para preparar lentamente una alternativa. Pero se movía en silencio. Hasta que criticó abiertamente a la dirección por la postura adoptada por Podemos en Cataluña. Sus críticas enfurecieron a Iglesias y los suyos.
Pese a la falta de apoyos, ella trabajaba por libre para, por ejemplo, presentar una reforma de la Constitución que distaba de los planteamientos de la dirección. Intensificó después las reuniones en los territorios en busca de respaldo a su proyecto, que era muy crítico con la dirección por Cataluña y por otras cuestiones. Apenas logró apoyos y, para la mayoría, era una outsider que, sin embargo, aún ocupaba puestos de relevancia en algunas comisiones del Congreso.
Una oportunidad que se convierte en su 'muerte' política
Y de repente llegó el gran incendio que la ha condenado. Paradójicamente, ante su gran oportunidad. Porque Errejón, en busca de un golpe de efecto que muestre su carácter inclusivo, le ofreció ser su número dos en la candidatura para presidir la Comunidad de Madrid. Todo un caramelo político para volver a la primera línea.
Por un error fatal, Bescansa publicaba este miércoles fugazmente en su canal de Telegram -esos canales que carga el diablo en Podemos- un plan para llegar a un acuerdo con Errejón por el que ella sustituiría a Iglesias como secretaria general de la formación. Otra vez todos en el partido se sorprendieron de tamaños planes. La dirección desconfió de Errejón por su reunión con Bescansa horas antes del escándalo.
Tan grande fue el terremoto que la cofundadora de Podemos se vio obligada a renunciar a ir en cualquier lista en Madrid. Una renuncia que llegó después de que el propio Errejón se arrepintiese del ofrecimiento. Por paradójico que parezca, el escándalo generado por la filtración de Bescansa precipitó un acuerdo de candidatura entre errejonistas y pablistas que parecía imposible.
Así, Bescansa perdía su último tren, repudiada ya por Iglesias y Errejón. Puede que la dirección adopte medidas contra ella por sus planes de golpe de estado. Pero seguramente no serán necesarios. Porque la cofundadora de Podemos está más sola que nunca.