ETA dirá adiós acorralada desde todos los frentes: policial, social y económico. La banda terrorista no tiene capacidad para mantener una trayectoria de la que ya no quedan más que sus siglas. Tras de sí deja un reguero -con más de 850 asesinatos, extorsión, secuestros- con el que han intentado establecer sus fines políticos. Ahora, sin mayor capacidad de maniobra, la banda hace un análisis que justifica su existencia. ¿Qué es lo que queda de ETA?
¿Quién manda?
La pregunta se responde desde varias aristas. Lejos quedan los tiempos de Santiago Arrospide, alias Santi Potros, Luis Álvarez Santacristina, Txelis, e incluso David Pla e Iratxe Sorzábal, los últimos jefes de ETA con cierto peso y liderazgo dentro de la organización. La banda terrorista no tiene quién la gobierne. Las decisiones se asumen principalmente desde las cárceles, donde permanecen la mayoría de sus miembros. Los abogados de ETA actúan como engranaje para transmitir órdenes y mantener la cohesión.
Los golpes policiales han ido desgastando la estructura de la banda. Cúpula tras cúpula, ha quedado descabezada de sus máximos responsables. La mayor operación policial, quizá por ser la primera de envergadura, tuvo lugar en la localidad francesa de Bidart en 1992, cuando la Guardia Civil y la Gendarmería Francesa capturaron a Francisco Múgica Garmendia, Pakito; José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, y a Joseba Arregi Erostarbe, Fitipaldi. La documentación incautada sirvió para comprender el entramado de la organización.
Desde entonces no ha habido jefes de ETA con la misma capacidad de análisis y maniobra. Los ha habido más o menos hábiles: Mikel Antza exigía una unidad férrea entre los comandos terroristas; Javier López Peña, Thierry, actuaba más por impulsos que con la cabeza, y su captura sirvió para explotar incontables operaciones policiales.
Los últimos líderes de ETA con cierto predicamento dentro de la organización fueron David Pla e Iratxe Sorzábal, detenidos en septiembre de 2015. Ellos fueron los autores del vídeo con el que la banda anunció su "cese definitivo de la actividad armada".
Desde entonces, la dirección de ETA ha recaído sobre varias figuras sin entidad. El primero fue Mikel Irastorza, portavoz del Foro Debate Nacional impulsado por Batasuna. Muchos de los etarras en prisión ni siquiera reconocían a Irastorza como uno de los suyos. Fue detenido en Francia en noviembre de 2016. Tras su captura, ETA se quedó sin referencias.
Todavía de un perfil más bajo es David Urdin Pérez. A él se le ubica en la cúspide de los restos de ETA. Procede de la organización juvenil Segi, vinculada a la banda terrorista. Apenas tiene reconocimiento entre las bases.
300 miembros en prisión
Es entre rejas donde ETA mantiene el grueso de sus fuerzas. La banda terrorista mantiene la cohesión entre sus miembros a través de su colectivo de presos, conocido bajo el nombre de EPPK. Las últimas decisiones de la banda han sido votadas entre todos ellos. En total, unos 300 individuos que todavía permanecen en la cárcel. Alrededor de 250, en territorio nacional; los restantes, en Francia.
En todo este engranaje es fundamental conocer los movimientos de sus abogados. Son los boinas verdes de ETA, los que se mueven con eficacia entre prisiones, trasladando comunicados y decisiones entre los terroristas encarcelados.
Ellos también se aseguran de mantener la unidad en el EPPK. Cualquier etarra que se salga del discurso establecido desde la cúpula quedará inmediatamente expulsado de la banda, perdiendo todos los apoyos que se le brindan. En los últimos tiempos ha sido significativa la expulsión de Patxi Ruiz, condenado por asesinar en Pamplona al concejal de UPN Tomás Caballero en 1998. ETA le dio la espalda por llamar "liquidacionista" a Arnaldo Otegui.
El arsenal de ETA
ETA ha tratado de hacer un inventario conciso de las armas que todavía están en su poder, sin lograrlo a todos los efectos. Para ello se han hecho entrevistas a muchos de sus presos, con el fin de que les facilitasen las coordenadas de los zulos que aún permanecen ocultos. La información obtenida, no obstante, no es precisa. Con el paso de los años, sus descripciones se han vuelto vagas o imprecisas.
Unos encapuchados escenificaron en febrero de 2014 una entrega de armas ante una Comisión de Verificadores -encabezada por el ceilandés Ram Manikkalingam-. Apenas ofrecieron un puñado de armas, material explosivo y otros elementos para la construcción de artefactos.
Más relevante fue la entrega de armas de abril de 2017. En un acto celebrado en la localidad francesa de Bayona, ETA entregó las coordenadas de ocho zulos en los que habían reunido el grueso de sus armas. Todos ellos, en territorio galo. El inventario entregado contaba con 120 armas de fuego, tres toneladas de explosivos, miles de detonadores y munición.
¿Qué arsenal le queda ahora a ETA? Ni la propia dirección de la banda lo sabe. Seguramente unas pocas decenas de armas cortas y explosivos en mal estado. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajan con la hipótesis de que las ramas disidentes de ETA que todavía abogan por la violencia (fundamentalmente las organizaciones Ibil, ATA y Herritarren Batasuna) se hayan hecho con ellas en un momento u otro.
Los crímenes sin resolver
ETA ha matado a más de 850 personas durante medio siglo. La primera, el guardia civil José Antonio Pardines Arcay en las inmediaciones de Villabona (Guipúzcoa), en junio de 1968; la última, el policía francés Jean-Serge Nèrin en la localidad de Dammarie les Lys, en marzo de 2010. Por medio, 50 años de extorsión, secuestros, atentados y asesinatos.
El reguero de sangre se sostiene entre la incertidumbre de muchos de sus casos. En total hay cerca de 400 casos sobre los que no existe ninguna condena, crímenes sin resolver ante los que no se encontró ningún culpable. Es en este punto en el que las principales asociaciones de víctimas han centrado sus respuestas al comunicado difundido este viernes por ETA.
La Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT): "Pese a la petición de perdón, aún existen más de trescientos crímenes de ETA sin esclarecer, además de víctimas desaparecidas, y considera que hasta que todos y cada uno de ellos se hayan resuelto, y hasta que todos y cada uno de los responsables haya cumplido su condena, no podremos considerar plenamente creíble esta petición de perdón".
La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT): "Asumen una responsabilidad colectiva sobre todos los atentados reivindicados por ETA en “sus periódicos” sin asumir responsabilidades individuales que pudieran contribuir al esclarecimiento de los atentados pendientes de resolver".
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (COVITE): "La única aportación que ETA puede hacer a la sociedad a la que lleva golpeando medio siglo es esclarecer los más de 400 asesinatos que quedan sin resolver y dar la ubicación de los cadáveres de las víctimas desaparecidas"
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