A Mariano Rajoy le crecen los enanos. Y sin necesidad de montar un circo. Porque el lío, continuo y creciente, lo tiene en su Gobierno. De hecho, en las últimas semanas el Ejecutivo del PP más parece una casa de los líos. Como aquella famosa serie que se emitió en Antena 3 al final de los años noventa, en el Gobierno todos luchan contra todos y, al mismo tiempo y paradójicamente, cada uno va por su lado.
No es una novedad ni un secreto que la todopoderosa vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la ministra de Defensa y número dos del PP, María Dolores de Cospedal, mantienen una pugna soterrada desde hace años. No se llevan bien ni ganas que tienen de ello. Ocurre, sin embargo, que esta semana se visualizó mejor que nunca el abismo que las separa. La imagen de ambas en la recepción del 2 de mayo en la sede de la Comunidad de Madrid, sin mirarse ni hablar, como si fueran dos extrañas, fue portada de periódicos y telediarios. La división hecha fotografía. El penúltimo lío para Rajoy.
El Partido Popular intenta pasar página tras la dimisión de Cifuentes
Las propias Santamaría y Cospedal ya habían mostrado sus fuertes desavenencias en la gestión de la crisis de Cristina Cifuentes. Dos formas y dos fondos muy distintos de hacer política. Su perenne disputa es ya una característica del rajoyismo.
Catalá imita a Montoro
También en la semana que ahora termina un ministro volvió a hacer la guerra por su cuenta. El titular de Justicia,
Rafael Catalá, hablaba de la "singularidad" del
juez que emitió un voto particular en el caso de La Manada. Estas inesperadas críticas del miembro del Gobierno al magistrado despertaron las quejas unánimes de jueces y fiscales, cuyas asociaciones pedían la dimisión inmediata. Otro lío del Gobierno porque un ministro hace la guerra por su cuenta.
Llovía sobre mojado. Porque recientemente el ministro de Hacienda,
Cristóbal Montoro, volvía a las andadas lenguaraces con una entrevista en el diario
El Mundo en la que negaba que el referéndum del 1 de octubre
se hubiera costeado con dinero público. Justo lo contrario que intentan probar la Guardia Civil y la Fiscalía para acabar con el procés independentista. La metedura de pata de Montoro generó una de las crisis más graves que han sacudido al Ejecutivo desde un punto de vista institucional.
No podía faltar en estas cuitas el exministro de Exteriores
José Manuel García Margallo, que, con su ironía habitual, ahora propone que su archienemiga Soraya Sáenz de Santamaría
sea candidata en Madrid porque "nunca ha liderado una candidatura". Un regalo envenenado que evidencia la eterna pelea entre
sorayos y
no sorayos en el Gabinete.
El reto de ETA
¿Quién será el siguiente? ¿Acaso le tocará al titular de Interior,
Juan Ignacio Zoido, ahora que el Gobierno tiene que abordar la gestión del final de ETA una vez que la banda ha anunciado su disolución y el PNV reclama que se acerque a los presos terroristas a cárceles vascas? No sería la primera vez que surgen fisuras con este asunto, dado que algunas voces, pocas y tímidas pero siguen ahí, del PP vasco han reclamado que
se acabe la dispersión de reos etarras, contraviniendo así el argumentarlo que se dicta en Génova 13.
Todos estos choques internos del Gobierno y su partido avivan una crisis innegable. La debilidad del Gobierno y los escándalos que sacuden al PP dibujan un escenario muy complicado para Rajoy, con Ciudadanos superando a los populares en todas las encuestas.
En el Palacio de la Moncloa, Rajoy asiste a todos estos choques y discrepancias con su calma habitual, sin caer en la histeria del protagonista de la casa de los líos. Por ahora.