Cuando sonaban los tambores de guerra en el PSOE, en los márgenes de una reunión del Comité Federal, uno de los principales colaboradores de Pedro Sánchez y hoy miembro de su Ejecutiva describió a Susana Díaz. "Susana es como un meteorito. Sólo brilla cuando hace contacto con la atmósfera. Cuando hay roce, aunque ella se desgaste", explicó en referencia a la entonces archienemiga.
Aquella batalla fue a cara de perro, novelesca, llena de nervios, de buenos y malos sin que quedase muy claro, después de tantos golpes bajos, quiénes eran los malos y quiénes los menos malos. Como sucede con los conflictos más cruentos, a los tiempos de guerra no siguen ideales tiempos de paz. Las heridas tardan en cicatrizar.
Hoy, el PSOE es un partido tranquilo, sin grandes tensiones internas. Pero no en paz. Nadie duda del liderazgo de Sánchez, ya que su victoria fue más que inapelable: apabullante. La reacción más habitual entre sus detractores no fue la de contestar su victoria sino la de desentenderse con apatía del nuevo rumbo del partido y concentrarse en batallas donde se juegan el tipo personalmente. "No seremos nosotros quienes demos un problema a Pedro Sánchez. Que haga lo que considere porque suyas son las decisiones, pero también la responsabilidad por ellas. Nosotros, ya tenemos bastante con lo nuestro", explica un colaborador de Díaz.
Un año después de las primarias, no late en el PSOE una sensación de que el partido haya pasado página a su crisis existencial y, mucho menos, de que haya recobrado la cohesión interna. Ese es uno de los retos actuales de Ferraz: la falta de la afectos mutuos que ilusione a los socialistas en un proyecto colectivo y posible para España.
La profética frase de Sánchez
Según algunas voces, fue profética la frase del nuevo secretario general en la noche en la que se confirmó su victoria. "A quien teme el presidente del Gobierno actual, sobre todo y por encima de cualquier otra cuestión, es a un PSOE unido y eso lo vamos a tener a partir de mañana: un PSOE unido y rumbo a la Moncloa". En el palacio presidencial, Mariano Rajoy duerme a salvo de desvelos atribuibles a Sánchez.
El PSOE se encuentra ahora internamente en un momento de transición: de la victoria de Sánchez al nuevo escenario que saldrá de las próximas elecciones municipales, autonómicas y europeas, el 26 de mayo de 2019. Con unas elecciones a la vuelta de la esquina, los socialistas necesitan no ser noticia por problemas internos más de la cuenta y, de momento, parecen tenerlo claro.
La pregunta es ahora más bien: ¿por qué es noticia el PSOE? Y, para los estrategas de Ferraz... ¿cómo llegar a serlo por los motivos adecuados? El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (analizado aquí con detalle) trajo malas noticias para Sánchez. No sólo la oposición no tira sino que su liderazgo se resiente desde el chute de autoestima inmediatamente posterior a su regreso al liderazgo, que se va diluyendo sondeo tras sondeo, salvo en los que encarga Ferraz.
El resultado es una tercera posición en el CIS, como en la mayoría de sondeos, mientras la suma de PP y Ciudadanos se acrecienta. El partido de Albert Rivera es capaz de atraer votantes desde un PP en pleno hundimiento (con el que, encima, pacta leyes fundamentales) y situarse al mismo tiempo como alternativa a Rajoy, sumando mientras tanto votantes de centro-izquierda.
Las dos visiones del partido
Los críticos con Sánchez le reprochan que no cuenta con el equipo adecuado, que su estrategia de oposición en el Congreso no está bien concebida y que no se esfuerza en aprovechar el talento de los que no le votaron. Que ya a nadie le interesa conocer la opinión del PSOE sobre casi nada y que no es capaz de liderar ningún debate.
En Ferraz, la visión es otra: superar el cisma lleva tiempo, pero el PSOE se ha consolidado claramente como alternativa de izquierdas, zanjando la batalla con Podemos, explican. Además, la estrategia dará sus frutos pese a un contexto que el equipo de Ferraz considera hostil hacia Sánchez hasta el hecho de denunciar una conspiración de los medios y los poderes económicos.
La visión de la Ejecutiva del PSOE es que el partido está mejor de lo que parece y que sus votantes, a diferencia de los de Ciudadanos, no están tan movilizados porque no hay elecciones a la vista. Por eso no salen en las encuestas. El as en la manga de cara a las elecciones generales son los pactos en un escenario que prevén muy igualado pero con PP y PSOE por delante de los nuevos partidos. Eso hará que, gracias a la capacidad de pacto de los socialistas, siga habiendo posibilidades de llegar a la Moncloa.
Primeros en votos en mayo de 2019
Antes de eso, confían en la estructura territorial para resistir mientras el PP se hunde y Ciudadanos trata de construir su propia plataforma. En ese ring, Sánchez cree que dentro exactamente de un año el PSOE será primera fuerza en votos, conservará la mayor parte de Gobiernos autonómicos y locales que ya tiene y eso servirá como trampolín para las generales.
Si lo que se espera en Ferraz es la ejecución de una estrategia brillante o una mera ensoñación será el tiempo quien lo diga, pero, mientras tanto, Sánchez cree que tiene que resistir unos meses en los que vuelve a estar bajo presión, pero ya no por los meteoritos. Ahora, el principal enemigo de Sánchez es la indiferencia, tanto de sus propios compañeros, los críticos en huelga de brazos caídos, como de amplias capas de la sociedad. El principal reto es caldear el ambiente y vencer la frialdad, un rasgo que los que conocen a Sánchez dicen que le caracteriza y que hace que, a veces, cuando habla en público, parezca que no se cree sus mensajes.
"¡No suda!", dicen que dijo Felipe González en una ocasión sobre el líder del PSOE como un defecto. ¡No brilla!, podría decir su colaborador, si aplicase el ejemplo del meteorito. Y, sin embargo, algunos atisban en los últimos días y semanas a un Sánchez más sólido en el debate territorial, recuperando el discurso de la responsabilidad, el rechazo al independentismo y la reivindicación de un Estado solidario, cohesionado en torno a los servicios públicos y los valores compartidos. Quién sabe si es esa tecla la que puede volver a hacer despegar al PSOE.