Mariano Rajoy no puede convocar elecciones generales. Según el artículo 115.2 de la Constitución, el presidente del Gobierno perdió el viernes pasado esa facultad, una de las pocas que tiene en exclusiva, cuando Pedro Sánchez registró en el Congreso de los Diputados una moción de censura al Gobierno que en ese momento comenzó su tramitación parlamentaria.
¿Qué puede hacer ahora Mariano Rajoy para evitar que Pedro Sánchez sea presidente? Por una parte, gestiones políticas para evitar que el líder del PSOE y candidato a la presidencia tenga los 176 votos (la mayoría absoluta del Congreso) necesarios para que prospere la moción. Si a Sánchez no le votan ni Ciudadanos ni el PNV, Rajoy acabará la semana como presidente con sus funciones legalmente intactas.
Sin embargo, Rajoy podría dimitir como presidente en cualquier momento antes de que el Congreso vote la iniciativa socialista. Aunque el Gobierno lo descarta, el presidente siempre tiene a su disposición ese botón nuclear si cree (o sabe) que va a ser desalojado por el Congreso.
El debate comienza este jueves, pero está previsto que la votación sea el viernes a lo largo de la mañana. Antes de que comience la votación, el jefe del Ejecutivo puede anunciar que dimite y la moción irá directamente al cajón. El debate se interrumpiría y la votación no tendría nunca lugar.
Una vez dimitido Rajoy...
¿Qué pasa si Rajoy renuncia? El proceso está reglado en la Constitución y en la Ley del Gobierno. Si el presidente dimite, el Gobierno en su conjunto entra en funciones, según el artículo 101 de la Constitución.
Eso quiere decir que Rajoy habría dimitido como jefe del Gobierno pero el resto del Gobierno seguiría en funciones hasta que un nuevo Ejecutivo tome el testigo tras ser elegido su presidente en el Congreso. Soraya Sáenz de Santamaría, en tanto que única vicepresidenta (y ministra de mayor rango), asumiría las funciones de la presidencia en funciones.
No ocurriría así lo que a Adolfo Suárez, único presidente que dimitió en democracia. Lo hizo el 29 de enero de 1981 pero siguió en funciones hasta que fue investido Leopoldo Calvo Sotelo, que necesitó dos sesiones diferentes. En la primera, el 23 de febrero de 1981, el teniente coronel Antonio Tejero irrumpió armado en el hemiciclo y perpetró un golpe de Estado.
El Gobierno en funciones no puede convocar elecciones. La Ley del Gobierno dice en su artículo 21.4.a que no puede "proponer al Rey la disolución de alguna de las Cámaras, o de las Cortes Generales".
El rey entra en escena
Según el artículo 99 de la Constitución, comenzaría un proceso idéntico al del inicio de la legislatura, cuando se constituye el Congreso de los Diputados. El rey iniciará un proceso de consultas con los representantes de los partidos con presencia en el Congreso y propondrá a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, un candidato a la investidura. Será Pastor quien fije el día para que comience el debate.
Este proceso no tiene plazos concretos y el rey podría no proponer a ningún candidato si los representantes políticos rechazan presentarse o aseguran que no van a contar con los apoyos. Esa fue la situación que sobrevoló el año 2016, inédita hasta la fecha.
En este escenario, el Gobierno seguiría en funciones sine die sin que hubiera posibilidad de que se convocasen elecciones, ya que ni el rey, ni la presidenta del Congreso pueden disolver las cámaras y llamar a las urnas.
El desbloqueo
Sin embargo, con que hubiera un candidato a la presidencia propuesto por el rey, el proceso se desbloquearía. El reloj comienza a contar en cuanto se produce la primera votación para investir a un presidente y siempre que resultase infructuosa. Si el Congreso no consigue elegir presidente, en el plazo de dos meses desde la primera votación de investidura las cámaras se disolverían y habría elecciones. Es exactamente lo que pasó cuando Sánchez naufragó en marzo de 2016 y acabó habiendo elecciones en junio de ese año.
La dimisión de Rajoy podría llevar a nuevas elecciones en cuanto el rey propusiese a un nuevo candidato, pero ese candidato tendría más fácil ser elegido que a través de la moción de censura. Para la moción son necesarios 176 votos a favor. Para una investidura, en segunda votación, sólo más síes que noes. En otras palabras: una dimisión de Rajoy para que Sánchez no sea elegido con 176 podría facilitar que, dentro de unas semanas, Sánchez fuese elegido con menos votos que esos.
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