Pedro Sánchez comparece este martes en el Congreso de los Diputados para explicar qué quiere hacer con España. Solo unas horas después de asistir, desde algún sofá del Palacio de la Moncloa, al doloroso naufragio del PSOE en la renovación de la cúpula de RTVE.
El varapalo de este lunes es tan inesperado como preocupante. Porque evidencia una vez más la debilidad del Gobierno, porque deja en agua de borrajas un complejo acuerdo entre media docena de grupos parlamentarios y porque, sobre todo, resquebraja las relaciones entre el PSOE y su socio prioritario, Podemos.
El cambio de consejeros de RTVE suponía el primer gran acuerdo de la izquierda política desde que Sánchez llegó al poder. Se tramitó, además, por la vía del decreto gubernamental. Un decretazo, según PP y Cs, que pretendía que PSOE y Podemos se repartiesen los consejeros de la radiotelevisión pública. Simbólicamente, era un golpe encima de la mesan de Pablo Iglesias, que mostraba así su influencia tras respaldar la moción de censura. Todo al traste por dos votos nulos.
¿Y ahora qué en RTVE?
¿Error o sabotaje en la votación? Poco importa la respuesta, porque la realidad es que ahora RTVE entra en una suerte de limbo. En el PSOE y Podemos sugerían este lunes que intentarían repetir la votación en el Congreso, pero esta opción parece harto improbable. Si no se vuelve a votar, el Gobierno tiene que designar un administrador único que se ocupe de gestionar una corporación que tiene 1.000 millones de presupuesto y 6.200 trabajadores.
La madeja se enreda todavía más. Para la elección de ese administrador el Gobierno necesita otra vez las mismas mayorías reforzadas (de dos tercios en la primera votación o absoluta en la segunda) y, por ende, tiene que llegar a acuerdos con otros grupos. Vuelta a empezar. ¿Optarán por el mismo hombre que habían elegido como hipotético presidente de RTVE? ¿Le pedirá Podemos que ese administrador sea afín a las tesis moradas?
¿Y en el Gobierno?
El fiasco de la renovación de RTVE es, al cabo, una metáfora de lo que está pasando en la convulsa política española y de lo que puede venir en el futuro. Sánchez pretende gobernar hasta 2020 -frente a lo que prometió- con sus 84 diputados y una multitud de apoyos de todo tipo y condición. Si en el caso de la corporación ha ocurrido este fracaso, precedido además de una negociación esperpéntica, ¿qué puede suceder para aprobar el techo de gasto o sacar adelante los Presupuestos?
Sánchez llegó a la Moncloa con un discurso claro: "Censura, estabilidad y elecciones". De momento, censura e inestabilidad. Para colmo, las cintas de Corinna desveladas por EL ESPAÑOL están provocando grietas más hondas de lo que parece en la relación entre PSOE y Podemos.
Iglesias y los suyos tienen claro que debe abrirse una comisión de investigación en el Congreso de los Diputados y reclaman, además, que se hagan públicos los nombres de quienes se acogieron a la amnistía fiscal del PP, porque entre ellos podría estar Juan Carlos I. Parece que el PSOE no está por la labor ni de investigar al Rey emérito ni de publicar esos nombres. Y en este contexto, Sánchez acude este martes al Congreso a explicar qué quiere hacer con España.