El objetivo es "reventar el sistema". Los Comités de Defensa de la República (CDR) ultiman una nueva campaña de acciones para trasladar a las calles sus proclamas secesionistas y socializar la inestabilidad política. Dos motivos han impulsado sus aspiraciones: por un lado, la llegada del verano y el desembarco de miles de turistas extranjeros a las playas catalanas; por otro, la ruptura que ERC y Junts per Catalunya (JxCat) han protagonizado estos días en el Parlament con Carles Puigdemont como motivo de la discordia.
Los CDR ya protagonizaron varios altercados en las fechas posteriores a la celebración del referéndum ilegal del 1 de octubre. Además de las campañas de acoso sobre las instituciones a las que consideraban antagonistas de sus ideales políticos -Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o estamentos judiciales, principalmente-, los miembros de los CDR cortaron carreteras y proyectaron sabotajes.
La Guardia Civil detuvo a una de sus lideresas, Tamara Carrasco, autora de un mensaje de voz que circuló por WhatsApp en el que hablaba de perpetrar "acciones heavys", como "pegar fuego" a las carreteras, tomar el aeropuerto o parar el puerto marítimo de Barcelona. La propia Carrasco -en libertad, pero investigada por un delito de desórdenes públicos- hizo un llamamiento el pasado miércoles en Viladecans a "reventar el sistema haciendo desobediencia en la calle".
Pero en las últimas semanas los CDR han centrado sus esfuerzos en acciones de menor envergadura y más simbólicas. Llenar los espacios públicos catalanes de lazos amarillos es una de ellas. También inundar las playas de cruces del mismo color o la ocupación de la cárcel Modelo de Barcelona, con la pretensión de convertirla en su particular "Bastilla".
Los planes de los CDR
Fuentes policiales consultadas por EL ESPAÑOL inciden en que los CDR mantienen una agenda de actividades más provocativas, similares a las descritas en los audios de Tamara Carrasco, dispuesta a ser activada en el momento adecuado. Una "campaña de hostigamiento" que podría ver la luz en fechas muy próximas.
Su principal estímulo pasa por la llegada del verano. Miles de turistas extranjeros aterrizan en las costas catalanas en busca de buen tiempo, ocio y gastronomía. Su presencia se convierte en una oportunidad para llamar la atención de la comunidad internacional: cualquier acción tiene una repercusión mucho mayor, rebotada por la prensa de otros países.
En este contexto es clave recordar que una de las principales obsesiones que se respira en las instituciones independentistas es internacionalizar la situación política catalana. La red de embajadas clausuradas tras la aplicación del 155 es el mayor exponente de esta situación.
Pero los CDR encuentran otro acicate en la inestabilidad política que se vive en Cataluña. PDeCAT y ERC han escenificado esta semana la ruptura de sus relaciones, con el nombre de Carles Puigdemont en el centro de sus disputas: los primeros apuestan por un trato diferencial para el expresident y su equipo más cercano tras la aplicación de su suspensión; los segundos lo rechazan de pleno.
A esta situación hay que unir el descontento que ha provocado entre ciertas esferas independentistas la reunión que Quim Torra mantuvo la semana pasada con Pedro Sánchez, considerando que el president se aleja de la hoja de ruta soberanista: "Sólo cabe reunirse para hablar de la independencia, todo lo demás es alejarse del plan", proclaman los socios de Gobierno de Torra.
Ese es también el discurso que impera en los CDR. Y están dispuestos a expresar su malestar ante la incertidumbre política que se vive en Cataluña. Su misión -entienden sus miembros- es defender la constitución de una república catalana; los demás movimientos no son más que ruido que les distancia de esos planes.
"Reventar el sistema", como planteó Tamara Carrasco en su discurso, sería la sacudida que podría despertar a los líderes independentistas y devolverles a la senda única. Esas son las líneas de su agenda y que pone en alerta a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.