Se llama Miquel. Ronda los 53. Tiene apellidos catalanes. No milita en ningún partido ni se le conocen marcadas afinidades ideológicas. Está en tratamiento psiquiátrico. Vive con sus padres y desde hace tiempo busca que le concedan una invalidez porque sus problemas nerviosos le impiden trabajar con normalidad y necesita medicación fuerte. Está muy delgado.
El domingo, al mediodía, irrumpió en la Plaza Mayor de Vic con su coche y se llevó por delante decenas de las cruces amarillas que reclaman la excarcelación de los presos del golpe separatista. Según fuentes de su entorno consultadas por EL ESPAÑOL, su acción no tuvo motivaciones políticas; simplemente, sufrió uno de sus ataques de angustia. Nunca albergó un plan premeditado para actuar como lo hizo.
Sin embargo, al poco del incidente comenzó la cacería en las redes sociales. Se le vinculó a movimientos de extrema derecha y se le llegó a identificar con un militar valenciano con el que, al parecer, comparte nombre. Al final se publicaron sus datos personales, incluido el teléfono y la vivienda, una información sensible a la que sólo pueden acceder los distintos cuerpos de policía. ¿Quién los filtró? No se sabe.
"Incitación al odio"
El propio Ayuntamiento de Vic anunció casi de inmediato que le denunciaría por un delito de "incitación al odio", aunque ahora es muy probable que sólo pueda imputársele por conducción temeraria. Y uno de los primeros en sumarse al linchamiento fue el presidente de la Generalitat, Quim Torra: "Cero tolerancia contra los violentos. ¡Seguid defendiendo la libertad! Vamos a ir hasta el final en la exigencia de responsabilidades y que se tomen todas las medidas necesarias contra el agresor", tuiteó.
Este lunes por la tarde, Torra exigía una convocatoria "urgente" de la Junta de Seguridad -en la que participan Generalitat, Estado y los distintos cuerpos de seguridad- apelando a "la amenaza terrorista" y al "aumento de los ataques fascistas" de "los últimos días". Miquel, aquejado de frecuentes depresiones, pasaba a convertirse en un ejemplo más de lo que para el nacionalismo catalán es el "fascismo" español.