Las circunstancias políticas han empujado a ETA a precipitar su estrategia. Por lo menos, en uno de sus frentes, el carcelario. Pedro Sánchez abrió las puertas de la Moncloa con 84 diputados y el apoyo de varias formaciones independentistas. Quienes mueven los hilos de lo que queda de la organización terrorista ven en esta circunstancia una oportunidad sobre la que presionar: su "hoja de ruta" pasa por allanar el camino hacia un cambio en las políticas penitenciarias, aunque siempre sin colaborar con los asesinatos sin resolver.
El llamado Foro Social para impulsar el proceso de paz en el País Vasco señalaron el pasado martes, tras reunirse con el colectivo de presos de ETA, "su absoluta y sincera disposición a aportar" respecto al reconocimiento del daño causado. También plantearon la necesidad de plantear una "agenda urgente" sobre los terroristas encarcelados y los huidos.
Fuentes de la lucha antiterrorista advierten de los movimientos de los abogados de ETA en las cárceles. Los consideran la correa de transmisión entre una dirección oculta, pero latente, y los presos. La declaración del pasado martes, lejos de ser improvisada, atiende a esa "hoja de ruta" a la que hacen referencia.
David Pla es el cerebro de ETA dentro de prisiones, quien toma las últimas decisiones aconsejado por algunos históricos de la banda. Su máxima obsesión, además de librar la batalla del relato, es el acercamiento de los presos a cárceles próximas al País Vasco y Navarra. Son las estructuras que ETA mantiene activas pese a la reciente escenificación de su disolución.
Reconocer "el daño causado" es un precio que están dispuestos a pagar si les sirve para proyectar un cambio en políticas penitenciarias. En ningún caso, eso lo tienen claro, colaborar en el esclarecimiento de los más de 300 crímenes sin resolver.
La debilidad de Sánchez
Ese plan ya formaba parte de la estrategia de ETA. Pero los tiempos se han precipitado. El Partido Popular se sostenía en el Gobierno con el apoyo de varios partidos; entre ellos, el PNV. Pero sus 137 diputados le blindaban de una cierta fortaleza en materia de políticas penitenciarias.
La situación ha cambiado. El PSOE de Pedro Sánchez, tras la reciente moción de censura, sostiene su Gobierno en un abanico más amplio de partidos, incluidas las formaciones más predispuestas a acometer un acercamiento de presos. Esta circunstancia no es ajena de ETA. La dirección de la banda ha precipitado sus movimientos para aprovechar la oportunidad.
Los abogados de los terroristas ya comunicaron a sus defendidos que se iban a dar pasos en este sentido. O lo que es lo mismo, que pondrían la alfombra roja para facilitar la decisión al Gobierno de Pedro Sánchez, con Fernando Grande-Marlaska al frente del Ministerio del Interior.
David Pla y los que le acompañan al frente de las estructuras agonizantes de ETA lo tienen claro: su horizonte se dibuja sobre el término de esta legislatura, en 2020.