"Una cosa... ¿me dejarías ir contigo una vez cumpla los 18?" La frase fue escrita por la joven Patricia Aguilar el 4 de abril de 2016 desde su casa de Elche. En ese momento, le faltaban ocho meses para la mayoría de edad. Al otro lado del teléfono, el mensaje era recibido por Félix Steven Manrique Gómez, un príncipe y mesías para ella y un presunto depredador sexual para la Justicia peruana. Un hombre 17 años mayor que la joven que se dedicaba a captar menores tanto en la red como en persona para convertirlas después en esclavas. En personas a su servicio, subyugadas con la amenaza de un inminente apocalipsis.
"Ya lo pensé bastante. En caso de que los cumpla y no estés conmigo, a menos que me prohíbas tú, al tener la más mínima posibilidad, me iría". Y así fue. Después de meses de lavado de cerebro, de conversaciones furtivas e incluso de mandar dinero (hasta 1.400 euros) a su captador al otro lado del Atlántico, Paticia tomó un avión y sin avisar a nadie se marchó de España rumbo a Perú el 7 de enero de 2017. Solo un mes después de cumplir los 18.
Aquel día arrancó un doble calvario. El primero para la joven, que terminó recluida en la selva amazónica, sin agua corriente ni comida y al cuidado de cinco menores. Y el segundo para su entorno, para su padre y su prima, que ante la inacción de la Justicia española, tuvieron que tomar las riendas de la investigación y convertirse en familia coraje. Algo para lo que nadie está preparado.
Fue la documentación encontrada en la habitación de Patricia la que arrojó las primeras pruebas de la manipulación a la que había sido sometida. No había dudas. Desde junio de 2015, cuando tenía 16 años, la joven había sido sometida a una seducción encaminada a conseguir sumisión y dependencia. Una captación protagonizada por un supuesto gurú que se hacía príncipe Gurdjieff y que en su perfil de Facebook buscaba abiertamente a menores con intenciones sexuales.
Desde febrero de 2017, las pruebas sobre la manipulación que había sufrido la menor, y sobre la peligrosidad evidente de su captador se amontonaron sobre la mesa de la Policía Judicial de Elche. Sin embargo, nada efectivo se movió, con el argumento de que Patricia era mayor de edad cuando se marchó y que sobre el papel. No podían hacer nada. Nada pese a conversaciones como esta, donde el presunto gurú le dice a Patricia, en pleno verano de sus 17 años, que va a terminar con la raza humana: "Esta humanidad está por desaparecer. La prueba es que estoy aquí, el juez y verdugo de esta raza humana y progenitor de la sexta raza. Kalki, avatar y encarnación de Vishnu vendrá luego de que destruyamos esta humanidad".
Las pruebas sobre los contactos de joven y depredador se amontonaron poco a poco en la mesa de la Policía y en el juzgado encargado del caso, que decidió solicitar un informe a Interpol sobre la posible peligrosidad de Félix Steven Manrique. Un informe que nunca llegó.
Mientras, la familia de Patricia tuvo que bucear en los perfiles de sus redes sociales. Sobreponerse al golpe de que su pequeña se hubiera marchado sin decir apenas nada y buscar una línea de trabajo que explicara su salida de España en esas condiciones. La clave apareció cuando su madre, Rosa, encontró los datos de una conversación en la que el supuesto Gurú le pedía que falsificara un parte de baja laboral para una mujer peruana.
Esa fue la primera pista. La clave para arrancar una investigación que duró 17 meses y que la familia emprendió casi a pulso, mientras la Justicia española, si bien no les daba la espalda, tampoco atendía a las pruebas y tomaba la iniciativa. Solo esperaba.
Localizada en Perú
Fue el 28 de enero de 2017 cuando Patricia dio por primera vez señales de vida. Su familia había peinado su habitación, buscado en sus ordenadores y encontrado incluso conversaciones de whasapp que la chica imprimía y guardaba con el falso gurú peruano. Charlas donde era evidente la interacción entre ambos y el rol de sumisión que Félix Steven buscaba para Patricia. "Estoy volando de cólera, deja de preguntar lo obvio y te pones a escuchar ese audio y a leer al mismo tiempo. Apúrate, toma un Red Bull, no se. Pero espabila mujer que estás más lenta que un Teletubi (sic). Tengo 500 problemas y tú me haces sentir 1,000". escribía el depredador solo tres días después de los mensajes anteriores.
El escrutinio de las conversaciones de Patricia aportó datos sobre otras presuntas jóvenes captadas por el mismo delincuente. Una de ellas, era una menor afincada en el País Vasco por lo que la Ertzaina abrió también una investigación. Esta vez, llegaron a tiempo, y la joven nunca viajó a Perú para reunirse con el supuesto gurú, que prometía la salvación del apocalipsis.
Además, el padre de Patricia logró contactar con familiares de otras dos mujeres sometidas por Félix Steven. La primera era su propia mujer, por lo que sus familiares desconocían en qué situación se encontraba. La segunda se marchó voluntariamente de casa y sucedía algo parecido. Nadie se había percatado de que ambas pudieran estar siendo sometidas a malos tratos, obligadas a mantener relaciones sexuales, a trabajar para mantener al supuesto gurú y bajo el yugo completo del supuesto líder espiritual del grupo.
Por eso febrero fue una fecha clave. El momento en el que Patricia se presentó en la embajada española en Perú y aseguró que estaba allí por voluntad propia. Que se había marchado de España con pleno conocimiento de causa y que quería trabajar para una ONG en el país. Un grupo controlado también por su captador. Con esa declaración, la Justicia española levantó de nuevo el acelerador y esperó. Aguardó a que Patricia presentara unos papeles que nunca llegaron.
Un edificio fantasma
Para garantizar su estancia legal en el País, la joven aseguró al consulado español en Lima que presentaría un contrato de trabajo de la ONG a la que estaba ligada. Una promesa que se demoró hasta junio de ese mismo año, cuando los familiares de una de las afectadas descubrieron que la dirección donde supuestamente estaba la ONG era en realidad un edificio fantasma.
Los papeles de Patricia para conseguir su permiso de residencia nunca se presentaron, y después de que la joven apareciera de nuevo en los medios de comunicación pidiendo intimidad y que su vida dejara de ser objeto de seguimiento, desapareció. A partir de ese momento, nada. tras ser detenido, el propio Félix Steven reconoció que se había borrado del mapa al saber que estaría siendo buscado por la Justicia.
De forma paralela, el padre de Patricia viajó a Perú para impulsar desde allí la investigación local contra el captor de su hija. Junto a las familias de las otras afectadas, acudió a la Fiscalía peruana y presentó denuncia por la desaparición de su hija, además de los presuntos malos tratos contra las otras dos mujeres. El caso se retomó allí con fuerza. Sobre todo por una causa: la desaparición del grupo había hecho que dos de los menores que estaban a su cargo, de 10 y 9 años, dejaran de ir a la escuela. Algo penado también en Perú que ayudó a hacer saltar las alarmas.
En realidad, la desconexión absoluta del grupo tenía una explicación: Félix Steve había cogido a su harén, fabricado a base de manipulación, mentiras y coacciones, y se había marchado a la selva. Por eso no había más vídeos. Por eso no había más contacto en las redes sociales ni noticias de ellos. Además, Patricia había sido recluída en una zona apartada de la civilización y puesta al cuidado de cuatro niños, ante la confirmación de que ella estaba siendo buscada seguro por la Justicia. Allí, malnutrida y en mitad de la selva, fue localizada por la policía peruana un año después. En sus brazos, portaba además una bebé de un mes y medio fruto de un reciente embarazo.
Los informes de la investigación del caso en Perú, consultados por EL ESPAÑOL, desvelan la predilección del principal acusado por captar a menores de edad para sus prácticas sexuales. Hasta seis según el sumario del caso, de las que cinco de ellas tenían menos de 18 años cuando comenzaron sus relaciones. Igual que Patricia.
Ahora, la joven y su hija descansan tranquilas ya en España, recuperando su vida. Pero la pelea de su familia no ha terminado. Con las pruebas de su lado, luchan para que el falso gurú y presunto depredador sea también condenado en España. Y para que el ejemplo de su calvario, gracias a protocolos nuevos para afrontar este tipo de casos, no se repita.