La relación sentimental que mantienen el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, y su consejera de Justicia, Gabriela Bravo, es un “elemento de riesgo” para la estabilidad del Gobierno autonómico, según aseguran a EL ESPAÑOL fuentes del PSOE. “Nos interesa una legislatura tranquila, y esta situación ha alterado la relación con nuestros socios de Gobierno. Ya hay quien se refiere a Bravo como ‘la enemiga de Mónica Oltra’ [vicepresidenta del Ejecutivo autonómico]”, añaden.
Aluden estas fuentes al enfrentamiento protagonizado hace diez días por Oltra y Bravo al hilo de la creación de una comisaría judicial especializada en violencia de género, una iniciativa de la consejera. La vicepresidenta reaccionó con inusitada fiereza: “No conoce sus competencias ni las ajenas”, le reprochó en las redes sociales, y recordó que ese tipo de asuntos pertenecen al área de Igualdad, no a Justicia.
“Oltra sobreactuó para marcarle el terreno a Gabriela Bravo, pues ya conocía que era pareja de Ximo Puig; era una forma de decirle que no está dispuesta a que caiga en la tentación de aprovechar su cercanía al presidente para ir por libre”, añaden las fuentes.
Aunque ha sido este sábado cuando ha trascendido a los medios de comunicación la relación entre Puig y Bravo, la noticia era conocida en círculos políticos y periodísticos desde hace semanas. En el PSOE se habla con mucha cautela del asunto por tratarse de “un tema personal”, pero empieza a cundir cierta sensación de temor por sus implicaciones políticas.
Sin precedentes
De entrada, estamos ante un hecho insólito. No hay precedentes de un presidente que, en el ejercicio de su cargo, se haya ennoviado con una miembro de su Gobierno. Hay miedo en las filas socialistas a que se enturbie el pacto con sus socios de Compromís y de Podemos. Desde el incidente, Oltra y Bravo no han hablado, siquiera por teléfono, pese a formar parte del mismo equipo.
En el PSOE son conscientes de que queda menos de un año para las elecciones y que Compromís tratará de aprovechar cualquier excusa para mostrar perfil propio, como ya ha empezado a hacer a colación de los Presupuestos y la financiación autonómica. Se alteraría así la ‘pax valenciana’ que ha permitido a los socialistas gobernar con cierta tranquilidad durante los últimos tres años, haciendo equilibrios con los nacionalistas y la izquierda radical.
Pero también preocupan la reacción de la mujer de Puig, de la que este aún no está formalmente separado, y la respuesta de la opinión pública. “Cuando el presidente empezó su relación, aún vivía en su casa. Nadie sabe cuál pueda ser la reacción de su esposa. Por otro lado, es inevitable que cuando a partir de ahora salga Gabriela Bravo a explicar su labor de gobierno, muchas personas no vean en ella a la consejera de Justicia, sino a la pareja del presidente”, explican las mismas fuentes.
Son circunstancias que añaden incertidumbre en torno a Puig, un hombre que no cuenta con la confianza de Pedro Sánchez desde que optó por apoyar con todas sus fuerzas a Susana Díaz en las primarias del PSOE que acabó ganando el madrileño. De hecho, en la militancia tienen claro que el hombre de Sánchez en Valencia sigue siendo José Luis Ábalos, su ministro de Fomento.