La joven Patricia Aguilar se había convertido en el mayor trofeo para el falso gurú Félix Steven Manrique; una joven española, con estudios, que por devoción al supuesto mesías había dejado a su familia, cruzado el Atlántico y asumía con sumisión cualquier decisión que el falso gurú imponía. Tanto es así, tan fuerte era la manipulación que la joven ilicitana sufría, que pese a ser retenida y obligada a malvivir sin comida ni agua en plena selva amazónica, trató de defender a su captor cuando fue detenido por las autoridades peruanas.
El rastro de la manipulación, de la presión psicológica hasta conseguir torcer la realidad de Patricia queda patente en los informes psicológicos a los que la menor fue sometida tras su localización en plena selva. Los psicólogos que la exploraron entonces reflejan que "Asume una postura de defensa, convicción y lealtad hacia quien considera su pareja, brinda un relato poco constante y carente de espontaneidad y denota reserva en sus actitudes para evitar situaciones que le puedan comprometer (a su captor y supuesto marido)".
No es la única, otra de sus mujeres, explotadas sexual y laboralmente según el sumario del caso, mostraba "una incuestionable lealtad y fidelidad a la doctrina, formato y reglas del grupo familiar. Subordina las necesidades propias a las de su cónyuge, permitiendo que tome él las decisiones en áreas importantes de su vida. Valida la agresión tanto física como psicológicamente".
Un grupo de Whatsapp para sus esposas
Según el sumario del caso, siendo menor y residiendo todavía con sus padres, Patricia fue añadida a un grupo de mensajería controlado por el falso gurú, y en el que solo tenían el privilegio de estar sus esposas. Aquellas elegidas para compañarle, según sus delirios y su mensaje, en su camino a la salvación por medio del sexo. Allí, Patricia entró en contacto con el resto de las mujeres con las que compartiría cautiverio en Perú. De hecho, su grado de obediencia era tal que una de las denunciantes relata cómo Patricia entró en contacto con ella para intentar que volviera al seno del grupo tras abandonar al falso gurú, que en 2016 y siendo menor, ya apodaba a Patricia "esposita mía".
En el momento de su localización, los peritos psicológicos reflejan que Patricia atraviesa una etapa "egocéntrica, altiva y que tiende a brindar una imagen de sobrevaloración y de templanza en compensación a su escasa valía". "Es obstinada en sus preceptos, que van en contra de las normas y de los preceptos morales socialmente establecidos. (...) Muestra admiración hacia quienes deslumbran, pudiendo estos llevarla fácilmente hacia temas que enrolen fantasía (...) es proclive a ser manipulada e incentivada y sugestionable por objetivos de afectividad emocional".
Ahora, dos meses después y tras el trabajo de los psicólogos y su familia, el relato de Patricia sobre lo sucedido es diametralmente opuesto. En una entrevista concedida a El Periódico, la joven ilicitana reconoce que durante su estancia en Perú sufrió abusos y malos tratos por parte del falso gurú. "Me robó mi adolescencia y mi vida", ha llegado a afirmar. Tanto, que la joven ha pedido incluso declarar de nuevo para aportar más datos sobre su captación y cautiverio que sirvan para que el falso gurú pague por la verdad de su historia.