"Su salida ha sido muy elegante", se repite en las oficinas de la dirección de Podemos para quien lo quiera escuchar. La versión oficial a propósito de cómo se ha tomado la cúpula del partido morado la dimisión de Lorena Ruiz-Huerta como portavoz del grupo en la Asamblea de Madrid, e incluso como diputada, pretende esconder el mar de fondo que la rodea: una lucha encarnizada y personalista por el poder dentro de la formación de los círculos que tiene unos perdedores, los anticapitalistas.
La salida por la puerta de Pablo Echenique y Noelia Vera, su adjunta, para la comparecencia de cada semana se retrasó este lunes exactamente media hora. Lo justo para contraprogramar la rueda de prensa convocada por Ruiz Huerta, la anticapi madrileña que no quiso cohabitar con Íñigo Errejón.
La unidad popular, la mayoría social, el espacio común de la gente aparenta ser, en realidad, una reunión de familias enfrentadas que sólo comparten el enemigo común del “bipartidismo”, que es como se llama ahora a “la casta”, a la espera de que se acerquen las citas electorales y se pueda recuperar con más vehemencia el tono bélico. Hoy hay que sostener el Gobierno de Pedro Sánchez, débil líder del Ejecutivo del PSOE, y sacar los réditos.
Aunque inasequible al desaliento, la facción más radical dentro de Podemos se siente en retirada, no sólo por la caída de sus principales alfiles en el tablero, sino por el uso de que de ellos se ha hecho en defensa del rey Pablo Iglesias. Fue en ellos en quienes se apoyó para ganar la batalla en Vistalegre II, cuando Errejón le compitió el liderazgo a su viejo amigo y líder, pero ahora sienten que el partido ha traicionado sus esencias y "sus propuestas ya no son valientes y radicales".
La dimisión "por sorpresa" de Ruiz-Huerta en realidad no ha sorprendido a nadie. Se daba por amortizada su aportación desde que el pasado mes de abril, Iglesias impuso el retiro dorado para su ex número dos como candidato a la Comunidad de Madrid aceptando sus condiciones y pasando por encima del modelo de primarias que exigían los anticapis amparándose en los estatutos de Podemos.
La famosa
En abril de este año, finalmente, se apañaron unas primarias al gusto de Errejón, en las que sacó el 98% de los votos tras el portazo de los anticapitalistas: "Esto es un reparto de sillas y cargos sin posibilidad de debate político", dijeron, y se negaron a presentar un solo candidato.
Desde entonces, el liderazgo de Ruiz-Huerta como portavoz del grupo en la Asamblea madrileña se debilitó tanto como ella misma dejó traslucir este lunes: "Hace tiempo que vengo manteniendo posiciones políticas que no gozan del respaldo de la dirección de Podemos, ni de la mayoría de mi Grupo Parlamentario", decía en la carta publicada por eldiario.es.
Precisamente ese detalle es el que no se comenta en alto en la sede de la madrileña calle Princesa. "Elegante" es la palabra, y "elegante" era el texto de Ruiz-Huerta, pero fuentes internas admiten que, claro, no dimite con una carta pública quien no quiere provocar. ¿Llamó la ya exportavoz a sus jefes? "Llamé a Espinar, pero no me cogió el teléfono", explicó este lunes en la rueda de prensa que convocó para dar explicaciones. ¿Y eso? "Razones personalísimas". Ya, ¿y le ha devuelto la llamada? "Nadie de la dirección regional ni de la nacional me ha llamado".
El comodín de los 'anticapis'
Raúl Camargo, diputado anticapitalista en Madrid, reconoce que la situación de Ruiz-Huerta "era muy complicada tras perder el apoyo" de la dirección regional del partido. Y es igual que Iglesias a nivel nacional, Espinar se apoyó en el purismo de los anticapis para asegurarse la victoria frente al pragmatismo errejonista antes de romper con ellos y abrazar el pragmatismo de Íñigo.
Espinar logró la victoria en las primarias de la comunidad en noviembre de 2016 contra la candidatura de Rita Maestre -auspiciada por el ex número dos- gracias a esa alianza que elevó a Ruiz-Huerta a la portavocía en la Asamblea un mes después. La misma maniobra que repitió dos meses después Iglesias para ganar a Errejón en Vistalegre II, defenestrarlo e iniciar la operación para designarle a dedo cabeza de lista en la Comunidad.
Pero una vez utilizado el comodín, la jugada estaba hecha y la carta era desechable. "Mucha gente que fundó Podemos en 2014 está teniendo que marcharse", lamenta Camargo, "y el partido tiene que hacer una profunda reflexión porque" el apoyo al Gobierno del PSOE y el discurso socialdemócrata de Errejón en Podemos provoca que "hoy no motivamos a la gente".
Dos errejonistas a cambio
El caso es que la salida de Lorena Ruiz-Huerta refuerza el errejonismo por dos vías: cae la última anticapitalista con poder en la dirección regional de Madrid y suben dos errejonistas. Clara Serra será la nueva portavoz -quedó segunda en las primarias... para esto sí valen los estatutos- y María Acín coge el escaño que queda libre.
Fuentes internas del partido tratan de poner en valor que "al menos las peleas internas aquí son por cuestiones ideológicas, no personalistas". Sin embargo, desde la facción anticapi se destaca justo lo contrario: "Tenemos que recuperar el proyecto y las ideas originales, más radicales y valientes para evitar este éxodo de gente válida. Y mientras Echenique "se mata a trabajar" para sacar los Presupuestos con el Gobierno, los de Ruiz-Huerta se revuelven ante las cesiones en la negociación porque no quieren "limitarse a ser el socio mayoritario del PSOE".
Las mismas fuentes destacan la "extrema inteligencia" de Errejón, cuya ambición a largo plazo le ayuda a medir el discurso y que también le ha conducido hasta aquí sin piedras en la mochila. De hecho, estatutos en mano -otra vez- y tras negarse a participar en aquellas primarias, el candidato de Podemos a la presidencia de la Comunidad de Madrid no tiene necesidad de darle un solo hueco en las listas a los anticapitalistas. El purismo ideológico los ha dejado solos.