Hablar del Ejército de Tierra y de la montaña es evocar, inexorablemente, la figura del comandante Fernando Yarto Nebreda. A sus 48 años, había coronado algunas de las cumbres más altas del mundo. Líder innato, dicen de él sus compañeros, su vida se extinguió este miércoles tras recibir un "disparo fortuito" en unos ejercicios en Jaca. En su historial se acumulan las condecoraciones y las distinciones por su extensa trayectoria en el Cuerpo.
La Real y militar orden de San Hermenegildo condecoró a Fernando Yarto con una cruz y una encomienda por sus servicios a las Fuerzas Armadas. Porque el militar fallecido ingresó en la Academia General Militar de Zaragoza en 1991 con la LI promoción, cuando apenas era un veinteañero. Además, su nombre sostiene dos felicitaciones individuales, una cruz militar con distintivo blanco y dos menciones honoríficas.
Su obsesión y felicidad pasaba por el deporte de altura. Nacido en Burgos, se trasladó a Jaca -donde conoció a la mujer con la que se casó- para desempeñar sus funciones dentro del Ejército pero siempre integrado en unidades de montaña. Contaba con varios cursos especializados tanto nacionales como internacionales. Fruto de esa pasión potenció la camaradería que sus compañeros destacan de él; aquella particular camaradería que define a los excelsos montañeros.
Una vida en las alturas
Excelso montañero por las virtudes que sus colegas destacan de él: "Magnífico compañero y gran deportista", cuentan desde la Escuela a la que pertenecía, la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca (EMMOE). Pero también por las cumbres que había alcanzado a lo largo de su trayectoria.
Desde los Pirineos hasta Sierra Nevada, pasando por los Alpes. También había formado parte de expediciones a los Andes, al Pamir (Kirzigistán), a la cordillera del Karakorum, y a las cumbres del Manaslu y Daulagiri, en el Himalaya. Sus pies alcanzaron lo más alto de dos 'ochomiles' (montañas de más de 8.000 metros), el Cho Oyu y el Gasherbrum II.
Todos estos nombres son sólo una muestra de los caminos que siguió. Varias expediciones eran de marcado carácter científico: como miembro de las Fuerzas Armadas, brindaba apoyo y seguridad a los equipos que desarrollaban sus investigaciones en algunos de los lugares más inhóspitos del mundo.
Un incidente mortal
Su experiencia era su mejor credencial como instructor del Ejército. Por sus manos pasaban los alumnos que se especializaban en diferentes cursos de montaña: las técnicas de escalada y travesía, cómo hacer frente a aludes, cómo moverse por el monte o qué técnica de tiro había que perfeccionar en condiciones extremas. El comandante vaciaba sus conocimientos en sus alumnos.
El incidente mortal tuvo lugar precisamente en uno de esos ejercicios. Ocurrió el lunes, a las 7.30 de la mañana, en el campo de tiro de Batiellas. Según informó el Ejército de Tierra, un "disparo fortuito" le alcanzó en la zona inguinal. El equipo médico de la unidad atendió al comandante en una primera instancia, antes de ser trasladado al Hospital de Jaca. Desde ahí, y en helicóptero, se le llevó al Hospital Provincial San Jorge de Huesca, donde fue intervenido de urgencia.
Los equipos médicos le reconstruyeron la femoral. Su estado era muy grave y se le ingresó en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). En ese momento se informó de que se encontraba estable.
Una ceremonia íntima
En la mañana de este miércoles, no obstante, se comunicó su fallecimiento. El comandante Fernando Yarto no sobrevivió a las heridas por el impacto de bala.
Fuentes del Ejército de Tierra consultadas por EL ESPAÑOL señalan que los restos mortales del comandante Yarto serán incinerados y que se realizará un homenaje en Jaca, donde residía y trabajaba. La ceremonia, a petición expresa de su familia, se desarrollará en un ambiente íntimo.