Arteta pide ayuda para derrumbar la equidistancia ante ETA con su proyecto 'Descendientes'
- El director vasco pone el foco sobre un "final extraño" de la banda: "Me niego a ser testigo de cosas y no contarlas".
- Acusan al Gobierno vasco de promover "la teoría del conflicto" de ETA en los colegios.
En ocasiones, lo más difícil es no tomar partido. Cámara en mano, Iñaki Arteta huye de la equidistancia. Porque hablar de ETA es hablar de víctimas y verdugos. Para el director vasco, el verdadero riesgo está en poner a ambas partes sobre el mismo plano. Y, si se hace, se debe adoptar una actitud crítica. Ésa es la columna vertebral de su obra vital, a la que ahora quiere añadir un nuevo proyecto documental: Descendientes. ETA dice que ya no existe, pero su herida sigue abierta, demasiado, como para mirar para otro lado.
"Hay quien piensa que ya nadie va a hablar de esto. Nosotros lo sabemos hacer y lo vamos a seguir haciendo", sostiene Arteta. Y pide ayuda. Para alcanzar su objetivo ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo [crowdfunding]*. Todas las aportaciones sumarán la fuerza necesaria para abrir una puerta "incómoda": "El final del terror ha sido un poco extraño, un final que no me imaginaba; ha sido un final de conveniencia".
Descendientes se sostiene sobre varias incógnitas que aún no tienen respuesta: ¿Cómo viven los que asesinaron? ¿En qué lugar del recuerdo quedan las víctimas? ¿Qué se cuenta acerca del terrorismo? ¿Cómo se les considera socialmente a los asesinos? ¿Alguien les ha recordado lo que hicieron? Preguntas incómodas en ese contexto "extraño" al que hace referencia Arteta.
La Historia reciente del País Vasco, de Navarra, de toda España, cuenta con renglones escritos por ETA y sus atentados. Y eso obliga a preguntarse uno mismo dónde y en qué lado se encontraba: si en el de las víctimas o en el de los verdugos. En medio sólo queda esa equidistancia que Arteta aspira a disipar con su cámara: "Me niego a ser testigo de cosas y no contarlas".
Pero no se trata de un documental que termine con los rótulos finales. El director quiere que el público se haga una sola pregunta: "¿Esto ha pasado?". Si esa pregunta existe, también habrá una reflexión, un cambio de prisma ante actos como el que ETA escenificó recientemente en la localidad francesa de Cambo para anunciar su disolución definitiva.
Arteta cree que si otras sociedades rotas han sabido coser heridas del pasado ha sido gracias a estas preguntas incómodas. Por no enterrarlo en un "dejarlo estar" y un "mirar hacia otro lado". Ya lo logró con Trece entre mil, 1980 y Contra la impunidad, entre otros documentales. Ahora vuelve a pedir ayuda para romper la ventana de la equidistancia.