"Una pequeña hormiga, conocida como hormiguita de fuego [...] que causa una picadura molesta para los humanos ha sido detectada por primera vez en España en una zona de Marbella". La página 8 del diario Sur de este martes, en su edición de Marbella, incluía una sorprendente información de la agencia EFE. "Creemos que hay que dedicar esfuerzos a erradicarla ya que hasta ahora todavía sería posible, pero si se extiende más ya no podremos", en palabras de un experto.
"Es posible que ya esté en otros lugares y nadie la haya visto", según él. Cuando la colonización se produce, sostienen los investigadores, el número de individuos acaba siendo tan abultado que son otras especies las que acaban por desaparecer.
No es una metáfora sobre el escozor que en la política española provoca Vox, que el próximo domingo podría entrar por primera vez en un Parlamento autonómico, sino una noticia real sobre esta novedad que empieza su estancia en España por Andalucía.
El traje de fumigación de Sánchez y Díaz
Y, sin embargo, Pedro Sánchez y Susana Díaz, que este martes compartieron su segundo y último mitin conjunto en Andalucía (se desconoce si leyeron el artículo), se han enfundado el traje de exterminio de plagas políticas, sólo que para fumigar al PP, a Ciudadanos y, en menor medida, a Adelante Andalucía, la coalición integrada fundamentalmente por Podemos e Izquierda Unida.
La estrategia, ideada en algunos despachos de la Moncloa, ha llegado a Andalucía. Este lunes, Díaz la abrazó con energía al preguntar hasta en cuatro ocasiones a PP y Ciudadanos si sumarían sus votos a los de Vox para evitar o bloquear que ella vuelva a ser investida. Plantearlo así, como hizo en el último debate televisado, es dar por hecho que Vox tendrá representación el 2 de diciembre y, para no pocos observadores y dirigentes socialistas, poner en el mapa a la formación al otorgarle tanta influencia.
Al menos tres diputados
Pero este martes en Marbella, en un Palacio de Congresos abarrotado, con calor y cientos de banderas verde-PSOE, un avezado dirigente regional auguraba al menos tres escaños para la formación de Santiago Abascal: por Málaga, Cádiz y Almería. "Se huele, está en el ambiente. Hasta hace unos días, los míos me decían que no, pero el otro día ya lo asumieron", en referencia al equipo de la propia presidenta.
"No somos nosotros quienes le hemos abierto la puerta. ¡Ha sido Casado, con sus posiciones radicales! No es que les ayudemos, es que ya están ahí, nos guste o no. En otros países hay quien les hace frente y aquí PP y Ciudadanos no dudarán en recurrir a ellos. Nosotros tenemos que decirlo", explica uno de los más directos asesores de Díaz a este periódico.
Hay 1.500 butacas en el auditorio del Palacio de Congresos de Marbella, al que por la tarde se fueron acercando cientos y cientos de socialistas en medio de fuertes medidas de seguridad que no evitaron que una veintena de personas tratasen de boicotear el acto. Las Juventudes, en el escenario. En los asientos, público más mayor, pero el que revienta a aplaudir a Díaz y, también, a Sánchez, que dijo tener "muchas ganas" de estar allí y se deshizo en elogios a la presidenta, asegurando que tomará políticas de la Junta como ejemplo para cambiar España. Cuánto ha llovido desde que hace poco más de un año se enfrentaran a cara de perro. "Nos necesitamos mutuamente", explican desde el PSOE andaluz. De ahí la virtud.
Estrategia muy medida
Los dos teloneros de Díaz y Sánchez no mencionaron a Vox, pero en cuanto saltaron al escenario, tanto la presidenta como el presidente lo hicieron y en el inicio de sus discursos. A los primeros no se les ocurrió, pero los últimos, políticos más profesionales, desplegaron ese discurso como consecuencia de una estrategia muy medida.
Sánchez acusó a PP y Ciudadanos de "abrazar los argumentos de la ultraderecha" en vez de "rebatirla" con los muchos argumentos que hay a su disposición, según él. ¿En qué se ve el mimetismo de PP y Ciudadanos con Vox? En su espíritu recentralizador de la educación, en sus opiniones sobre la migración y en las referidas a la mujer, especialmente en el derecho al aborto (Casado quiere volver a la ley de 1985) o la frivolización sobre la violencia de género. "Nosotros no miramos para otro lado. Nos ponemos de frente", advirtió.
Díaz arremetió contra "las dos coaliciones", la de PP y Ciudadanos y la de Adelante Andalucía. La primera, según ella, es la que se llama "perro, caniche, ¡habíamos quedado que no te metías conmigo!", en referencia al debate de este lunes. "¿Es tanto lo que sentís contra el PSOE?", ha preguntado acerca de si sumarían los votos del partido "racista, xenófobo, que justifica la violencia contra las mujeres", según ella.
"Quienes primero blanquearon a la extrema derecha" fueron "muy valientes" para atacar al PSOE. "Se fueron al notario, nos insultaron", pero no aplican la misma "contundencia" contra Vox, ha lamentado. Luego, Díaz criticó a Adelante Andalucía y a Teresa Rodríguez, que ha acusado a Díaz de "hacerle la campaña" a Vox al mencionarlo tanto, por sorprenderse de la denuncia socialista ante los extremismos. "¡Los votantes tienen que saberlo!".
Alerta sobre la desmovilización en el PSOE
Pero en el mitin de este martes, Díaz también hizo un llamamiento muy importante a la participación. No porque el PSOE no vaya a ganar "bien" sino porque debe ganar "muy bien". "Que no nos resignamos a que está ganado esto, no", dijo Díaz.
Corre entre las filas socialistas un frío escalofrío: el del exceso de confianza. "He recorrido pueblos y me dicen que está muy claro que vamos a ganar. Los nuestros no tienen ganas ni de campaña", explicaba en Marbella otro diputado a este periódico no sin inquietud.
Cuando expertos y encuestas centran el interés en saber quién quedará segundo (tercero y cuarto), el PSOE necesita también tensión. En otras elecciones fue el miedo al PP. Sin ir más lejos, el PP de Javier Arenas ganó en 2012, aunque se quedó sin gobernar.
El doble objetivo de la estrategia contra Vox
Ahora, el PSOE cree que su apuesta por el fantasma de Vox puede ayudarle tanto a dividir a la derecha, una operación en la que ven la revancha al aire que Mariano Rajoy y sus medios próximos dieron a Podemos, como a movilizar a sus propios convencidos para que no se queden en casa.
Pero el fantasma de Vox no es un fantasma, sino que está ya ahí, según encuestas e índice de asistencia a actos. Como una picadura molesta que amenaza con entrar por Marbella, o por Andalucía, y luego avanzar hacia el resto de España.
Está por ver si los fumigadores del PSOE saldrán el domingo de sus casas enfundados en sus trajes, pero parece claro que fumigar a PP y PSOE no tiene un gran impacto en las hormigas que, de momento, siguen centrando buena parte de la atención de unos y otros.