Hace justo un año, el 14 de diciembre de 2017, el nombre de Norbert Feher se coló en las casas de todos los españoles al ser detenido unas horas después de asesinar a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero, y al ganadero José Luis Iranzo en Andorra (Teruel). Así terminaba una huida que empezó ocho meses antes. Italia lo perseguía desde abril, cuando mató con la misma pistola que utilizó en Teruel a Davide Fabrri y Valerio Verri.
El criminal, conocido como Igor el Ruso, consiguió escapar del cerco policial de Italia con ayuda de una banda perfectamente organizada, como detalló en exclusiva este diario el pasado verano. Los carabinieri que le investigaban tenían la certeza de que se escondía en España y, junto con la Policía Nacional, buscaron su rastro en Andalucía en noviembre, cuando el criminal ya delinquía en Teruel.
El preso serbio rompe su silencio en una carta escrita de su puño y letra a EL ESPAÑOL un año después de cometer el triple crimen. Desde la cárcel de Zuera (Zaragoza) donde está en prisión provisional a la espera de juicio, Feher no se arrepiente absolutamente de nada, dice estar aislado del exterior a pesar de sus quejas por "las exageraciones" de los medios de comunicación y se ofrece a resolver previo pago algunas de las dudas que aún empañan este caso: "Las preguntas que me hace valen 2.500 euros".
Con una frialdad que asusta, Feher reconoce abiertamente que su objetivo más inmediato es "hacer negocios" con la memoria de sus víctimas, a las que ignora por completo en toda la misiva. "Podemos colaborar, puedo darte información más precisa. Pero esto tiene un precio. Ahora hago negocios. Y los negocios son negocios", reconoce sin rodeos. El serbio habla constantemente de "vender" información detallada sobre cómo llegó a Teruel y por qué no huyó después de que disparara a matar a dos vecinos nueve días antes del triple crimen. "Gratis no trabajo", añade.
"La mitad en anticipo"
Antes incluso de que este periódico declinara tajantemente una recompensa económica, Feher propone "pagar la mitad en anticipo y la otra mitad cuando el trabajo esté hecho". Habla, incluso, de que ha lanzado la misma oferta a "otros competidores", supuestos periodistas españoles e italianos interesados en esclarecer estos asesinatos.
Para intentar sacar rentabilidad a su paso por España, usa como cebo a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, cuya labor se puso en cuestión por el endeble dispositivo desplegado en la zona cuando el asesino, entonces aún sin identidad reconocida, ya disparó a matar sin éxito en Albalate del Arzobispo el 5 de diciembre. "Hay tantas respuestas que solo te puedo dar yo. La Policía no podrá dártelas nunca porque no las tiene", alerta.
Cuando Feher fue detenido, aseguró ante la juez que instruye el caso que llegó a España en bicicleta y que nadie le ayudó nunca. Una afirmación que la Guardia Civil de Teruel intentó sostener con las imágenes de una cámara fotográfica que llevaba encima donde se le veía pasear plácidamente por los campos de Teruel acompañado únicamente de una bicicleta y de varias bolsas sujetas al manillar. Los investigadores insisten en que el material tecnológico que llevaba consigo no esconde ninguna prueba incriminatoria hacia terceras personas. Sin embargo, durante las ocho horas que duró su huida final pudo haberse deshecho de todo el material que involucrase a posibles cómplices.
Hay dos datos clave que invalidan la teoría de que Feher llegó a España sin ayuda. El padre de Iranzo vio con sus propios ojos cómo el criminal se cruzó con otro vehículo apenas unos minutos después de haber asesinado a su hijo. Además, una pareja de Albalate del Arzobispo denunció esos días haber visto a Igor el Ruso en una destartalada furgoneta por los campos donde atacó a sus víctimas. Estos dos datos tan relevantes que están en el juzgado de Alcañiz complementan la investigación hecha en Italia y que concluye que Feher tuvo vehículos, dinero y vivienda a su disposición para huir sin problemas.
"La propaganda me ha hecho daño"
Igor el Ruso aprovecha esta conversación con EL ESPAÑOL para quejarse amargamente de la imagen que los medios de comunicación han dibujado sobre él en los últimos doce meses: un fantasioso asesino sin escrúpulos en permanente huida hacia adelante que no siente ningún aprecio por la vida de los demás. "La propaganda mediática me ha hecho bastante daño", reflexiona. "Las exageraciones solo han servido para meter miedo a la gente. Todo son indicios y ya afirman... ¿Qué pasa si luego se verifica otra cosa?", se pregunta ahora, cuando él mismo confesó ser el autor del triple crimen y del doble intento de homicidio previo. "El lenguaje es un arma más letal que una ametralladora", advierte.
Unas líneas más abajo, sin embargo, Feher dice estar "aislado de todo. No puedo tener televisión ni nada. Cada casa tiene sus reglas". Una situación de aparente incomunicación con el mundo que choca con su aparente enfado con la prensa. Estar aislado del mundo, sin embargo, no parece preocuparle lo más mínimo. "No pasa nada porque más tranquilo no puedo estar", asegura, como si el triple crimen de Teruel hubiera tenido otro protagonista.
Antes de despedirse, Feher insiste en obtener una recompensa económica que le permita vivir más holgadamente en la cárcel. "Si cerramos el acuerdo no nos podemos retirar. Si aceptas la propuesta con mucho gusto podría darte las claves que te faltan". Feher estampa su rúbrica en la parte final de un folio escrito a doble cara y termina con un "saludo gentil", deseando a la periodista "suerte en el trabajo y en la vida" y que "el Ángel que te custodia te proteja siempre en tu camino".