Fue fuerte olor el que hizo que los bomberos giraran la cabeza en dirección contraria al fuego. Sobre las 15:00 del pasado 13 de agosto, una llamada les alertó de un posible incendio en el número 3 de la calle Sebastián Gómez de Madrid. Los empleados del Museo del Jamón, uno de los bares cercanos, veían un pequeño hilo de humo que salía por el tejado del inmueble. Un posible incendio. Pero lo que los bomberos encontraron allí superó con creces cualquiera de sus expectativas.
Fue el sargento del cuerpo anti-incendios quien se percató de la existencia de una maleta en una zona contraria a donde se había producido el fuego. Justo en el hueco de la escalera había una bolsa negra con ruedas que el bombero abrió con un palo de metal ante la sospecha de que albergaba algo en mal estado o en evidente estado de putrefacción.
Fue entonces cuando el mando descubrió que aquella trolley tenía en su interior un torso que parecía de mujer, cubierto por completo de una sustancia blanquecina que resultó ser sosa cáustica y al que le faltaba el resto del cuerpo. El estado de los restos era tal que los facultativos de SAMUR no fueron capaces de certificar en un primer momento si se trataba de un torso humano o de órganos de otra procedencia.
Con el descubrimiento del cuerpo, los bomberos avisaron de inmediato a la Policía Nacional y arrancó así el caso que ha sentado en el banquillo al empresario César Rómán, conocido como "el rey del cachopo" e investigado como presunto autor del crimen de su pareja, Heidi Paz. A las 15:31 los especialistas de la Policía Científica llegaron al lugar y dejaron constancia de lo que encontraron. EL ESPAÑOL ha accedido a los trabajos policiales y las imágenes de la escena del crimen, y ha cedido no publicar varias de ellas por la extrema dureza de las mismas.
La hoguera de las prótesis y un colgante
El fuego que llamó la atención de los bomberos arrancó en un montacargas que une la primera planta del inmueble con el sótano, donde se encontraba la maleta. Para facilitar las labores de extinción, los bomberos dejaron las puertas metálicas del ascensor trabadas con varios bidones. En el interior, los agentes localizaron la plataforma metálica con restos evidentes de haber sido quemados por "ineludible participación humana".
Entre los restos calcinados, los policías localizaron "una sustancia translúcida semicalcinada de aspecto gelatinoso" (las prótesis mamarias de la víctima, que al llevar un número de registro son como un DNI de cada portadora) "los restos semicalcinados de un papel y un colgante plateado en forma de corazón".
En un primer momento, la maleta no estaba en la misma planta en la que se originó el fuego. En el local diáfano, los agentes localizaron un guante de plástico transparente e inspeccionaron la basura. Allí había un ejemplar de un periódico del día 6 de junio, dos botes con capacidad para 1,7 kilos de sosa cáustica, una lata y retos de comida en descomposición. En la planta baja, mucho más cerca de la maleta, los agentes localizaron otro par de guantes de plástico, esta vez de color azul, además de varios productos de limpieza.
Fue entonces cuando los informes policiales dejaron constancia de la existencia de la maleta, marca Misiuss, con asa, ruedas y cerradura de código, de color negra y unas dimensiones de 53 por 83 centímetros. Al lado, se localiza un cuchillo oculto entre dos palés de madera. Es un arma blanca de 17,5 centímetros de longitud y 8,5 centímetros de hoja. Una herramienta pequeña y de un solo filo sobre el que se localizan restos de sosa. Al lado, los agentes localizan una colilla de cigarro que guardaron con la esperanza de encontrar ADN.
No fue la única prueba. Además, la científica tomó muestras del mango de la maleta, del cierre y de otros puntos de la misma con la esperanza de encontrar el ADN de la persona que la portó hasta allí. Las muestras quedaron bajo custodia del laboratorio b¡ológico de la Unidad Central de Análisis Científico. Los resultados definitivos no han sido todavía trasladados a la causa.