España lidera la posición de la Unión Europea sobre Venezuela. Así lo reivindican el equipo más cercano al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el propio ministro de Exteriores, Josep Borrell. "La voz de España en temas de América Latina se escucha de forma cualificadísima", explicó un asesor de Sánchez en Davos (Suiza), donde el jefe del Ejecutivo participó en el foro anual que se celebra en la ciudad. "España está al frente de la posición de la UE", insisten desde el equipo del presidente.
"Estamos haciendo una tarea de orientación, de impulso. No quiero utilizar la palabra liderazgo, pero sí de orientación e impulso", dijo Borrell en una rueda de prensa, más modesto.
¿Cuál es la posición de la UE? La expresó la Alta Representante para la Política Exterior, Federica Mogherini, en un comunicado que implica a los 28 países miembros: "La UE hace un llamamiento encarecido al inicio inmediato de un proceso político que lleve a unas elecciones libres y creíbles, de acuerdo con el orden constitucional. La UE apoya plenamente a la Asamblea Nacional como la institución elegida democráticamente y cuyos poderes deben ser restablecidos y respetados".
En otras palabras: la UE pide elecciones creíbles, no como las últimas presidenciales, que no reconoce, respalda a la Asamblea que preside Guaidó y no dice explícitamente ni una palabra de Nicolás Maduro. No lo apoya, pero tampoco pide su marcha.
A muchos, la declaración abanderada por Sánchez les supo a poco. En España, PP, Ciudadanos y los expresidentes José María Aznar y Felipe González piden a Sánchez que reconozca a Guaidó como único presidente legítimo de Venezuela y lidere esa posición en la UE, donde el punto de vista de España tiene mucho peso cuando se trata de América Latina.
Los equilibrios de Sánchez
¿Qué hizo Sánchez? El miércoles, el Gobierno pidió tiempo y concertar una posición europea, que llegó con esta declaración publicada a las 23:13 horas. En la mañana siguiente, Sánchez desplegó su estrategia en Davos (Suiza). Primero se reunió con los presidentes de Ecuador, Costa Rica y Colombia, que sí reconocen a Guaidó. Luego, decidió llamar al líder opositor para felicitarlo por su "coraje" y, de nuevo, insistir en la posición de la UE, de la que no se ha movido.
La conversación duró 10 minutos y Sánchez la mantuvo, grabado por su equipo, desde un camino suizo en medio de la nieve. Tuvo dos lecturas, la de Moncloa, expresada en otro comunicado, y la del propio Guaidó, que aseguró tener el "total respaldo" para "lograr un Gobierno de transición" y convocar elecciones.
Pero Sánchez y su equipo no hablan de Gobierno de transición. Ni de quién convocará y organizará las elecciones que reclaman. Ni de cuáles serán los próximos pasos. Del mismo modo, Maduro no ha tomado ninguna represalia contra España, como sí hizo contra EEUU, a cuyo personal diplomático dio 72 horas para abandonar el país tras el reconocimiento del opositor como presidente legítimo.
Los motivos para la cautela
Son muchas las causas que explican, con mayor o menor influencia, la posición de Sánchez. La primera fue evocada por Borrell durante su rueda de prensa: la situación interna del país y los 200.000 españoles que se encuentran en él. Según el análisis de Exteriores, no está claro que un reconocimiento por parte de la UE de Guaidó vaya a precipitar la marcha de Maduro. ¿Qué ocurriría en ese caso?
Basta recordar las palabras del propio Borrell en la noche del miércoles: "Cuando ocurren estas cosas el poder determinante lo acaba teniendo el Ejército, que no sabemos dónde está". El jueves, con una cuidadosa puesta en escena, la cúpula militar respaldó a Maduro, aunque hay también evidencias de que se trata de una posición con grietas y disidentes internos. Su posición está más clara. Las Fuerzas Armadas no han decidido ponerse de perfil a pesar del ofrecimiento de Guaidó de una Ley de Amnistía.
"Estamos ante un régimen no fácil de implosionar y con capacidad de aguante, eso es un hecho", explica un diputado en contacto con Borrell.
España sigue pues apostando por no tomar partido de una forma definitiva ante el riesgo de que sea estéril cortar todos los lazos con el actual Gobierno o incluso desencadene una guerra civil. Eso no impide arropar a Guaidó con una llamada "muy simbólica", como la definieron en Moncloa, reivindicar el papel de la Asamblea Nacional que ha puesto contra las cuerdas a Maduro e insistir en que las elecciones presidenciales que sirven al discípulo de Hugo Chávez para parapetarse en el poder son papel mojado.
Desunión europea y contexto internacional
Pero hay más. Puede que la posición de España no sirva por sí sola para tumbar a Maduro, pero si no es seguida por el resto de países de la UE, abriría además una crisis dentro del club de los 28. La mayoría de países guardan sus cartas y se remiten al comunicado conjunto, el mínimo común denominador, pero se da por hecho que España, Francia, Italia, Holanda y Portugal apuestan por mantener los cauces del diálogo frente a Alemania y Reino Unido, más partidarios de la contundencia.
"La estrategia es casi reconocerlo. Tú no llamas por teléfono para valorar su valentía a quien no reconoces", explica un diputado socialista. "Ese gesto, el reconocimiento de la Asamblea y la convocatoria de elecciones ya dejan bastante clara la posición de España. Que Maduro caiga por su propio peso", explica.
Por otra parte, la situación en España no ayuda a Sánchez. Tanto Unidos Podemos como Izquierda Unida consideran que el juramento de Guaidó equivale a un golpe de Estado mientras Pablo Casado y Albert Rivera califican de "dictador" a Maduro. En Moncloa siguen esas presiones, unidas a los puntos de vista de González o Zapatero, con interés pero tratando de que no condicionen la línea oficial.
El panorama internacional tampoco es halagüeño. Con China, Rusia o Turquía apoyando a Maduro, en Moncloa no descartan que Venezuela acabe generando fricciones globales en la comunidad internacional a cuenta de un país que, por otra parte, tiene abundantes recursos naturales con muchos pretendientes.
"Todo esto sucede en un escenario energético que opone a grandes países con la UE expectante y con un proceso de impeachment a Maduro que parece teledirigido por Trump", explica otro diputado distinto. "Yo creo que estamos siendo prudentes", según él.
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