La imagen empezó a circular entre los grupos de WhatsApp de antiguos alumnos del colegio de Nuestra Señora del Pilar. Un grupo de una treintena de niños que rondaban los seis años posaban ante la cámara. "Es ella", comentan hoy los protagonistas de la foto, que ahora rondan los 34 años. Los mismos que Yolanda Martínez Cobos, su compañera de clase. Apenas dan crédito, porque Yolanda, aquella niña inocente, se encuentra ahora en Siria tras haberse enrolado en las filas del Estado Islámico.
María Yolanda Martínez Cobos, una niña de flequillo caído en la frente y gafas rojas, a la que sus antiguos compañeros recuerdan correteando por los pasillos del prestigioso colegio madrileño, se encuentra ahora atrapada en Siria. Dice que quiere volver a España, e insiste en que no ha cometido mayor delito que cuidar de su casa y de sus hijos, como afirmó en El País. Será la Justicia la que tenga que determinar qué ocurrirá con su futuro.
La pregunta que circula entre los corrillos del colegio de Nuestra Señora del Pilar es la misma: "¿Cómo ha podido acabar una alumna de este centro en el Estado Islámico y en Siria?". El Pilar es un colegio reconocido por la formación que reciben sus alumnos, que año tras año se cuela entre los que obtienen mejores resultados en los exámenes de Selectividad. De formación religiosa, la congregación Marianista gestiona sus estructuras. Se erige en el madrileño distrito de Salamanca y se fundó en 1907.
Su radicalización
El caso de Yolanda revienta cualquier tipo de prejuicio. El Estado Islámico extiende sus tentáculos más allá de barriadas marginales, de individuos socialmente aislados. No sólo se alimenta de inmigrantes -de primera o segunda generación-; también es capaz de atraer a sus filas a personas con una familia estructurada, con un sentimiento de arraigo indiscutible.
Esta niña del colegio del Pilar estudió el bachillerato de Artes y, después, comenzó a trabajar como dependienta en El Corte Inglés. En resumen, una vida similar a la que pueda tener cualquier joven de su edad. En esas, conoció a Omar el Harshi, español de origen marroquí. Se enamoraron y se casaron a una edad temprana, cuando ella tenía 22 años.
Bajo esa identidad nos encontramos con uno de los grandes reclutadores yihadistas que ha operado en España en los últimos tiempos. Lideraba un grupo radical que extendía sus redes sobre la mezquita de la M-30, de Madrid. Fuentes policiales consultadas por EL ESPAÑOL destacan la capacidad de mando que tenía Omar, que estructuraba los viajes de los radicales a diferentes zonas de conflicto.
El viaje a Siria
Poco a poco, la conexión de Yolanda con su familia se fue extinguiendo. Tras casarse con Omar, se marchó a Marruecos. Tuvieron a su primer hijo -ahora tienen cuatro-. Pasaron los años y, en pleno auge del califato físico del Estado Islámico, se marcharon a Siria. El líder de la organización yihadista, Abu Bakr Al Baghdadi, llamaba a sus fieles a luchar palmo a palmo en una guerra que, por momentos, parecía no tener fin.
Siria e Irak se convirtieron en un polvorín que desestabilizó toda la región y que cambió el equilibrio de la geopolítica mundial. Un entramado de facciones, muchas de ellas de lealtad cuestionable y enfrentadas entre sí, se alinearon para combatir contra los yihadistas. Lo que parecía imposible, comenzó a suceder. El Estado Islámico comenzó a sufrir severas derrotas y terminó arrinconado. Los terroristas claudicaron militarmente en Irak, primero, y en Siria, después.
Al Baghdadi, desde un lugar indeterminado, hizo un llamamiento el verano pasado en el que llamaba a sus seguidores a seguir con su ofensiva allá donde se encontrasen. O lo que es lo mismo, a perpetrar atentados en los países que residiesen. Porque en Siria e Irak se encuentran con las manos atadas, esperando a que soplen nuevos vientos para avivar los rescoldos de su radicalismo aún latente.
El futuro de Yolanda
De acuerdo a los datos que maneja el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) español, cerca de 200 yihadistas con conexiones con España se encuentran en Siria o Irak. Tal y como adelantó este diario, el CNI, bajo supervisión de los servicios secretos marroquíes, interrogó a decenas de terroristas en el norte de Siria para obtener información sobre sus vínculos con nuestro país.
Yolanda se encuentra desde fechas recientes en uno de esos campos ubicados al norte de Siria. Concretamente, en el de Al Hol. Llegó allí tras las últimas derrotas de Baguz. Las fotografías publicadas en El País apenas mostraban poco más de sus ojos, en un cuerpo cubierto por su niqab.
Por encima de esta prenda, eso sí, viste sus gafas. Muy distintas a las que llevaba cuando correteaba por los pasillos del colegio de El Pilar siendo apenas una niña. "Y ahora, ¿qué va a ser de ella?", se preguntan sus antiguos compañeros, incrédulos de que la Yolanda que ellos conocían sea la misma que ahora está en Siria. Su futuro, efectivamente, es incierto, y será la Justicia la que determinará qué ocurrirá con todos los españoles atrapados en Siria, tras años de inquebrantable lealtad al Estado Islámico.