"Con Rivera, no", gritaron cientos de personas a Pedro Sánchez el 28 de abril, cuando el líder del PSOE celebró su victoria en las elecciones generales. Pasadas las elecciones autonómicas y con cuatro años de en principio cierta calma electoral, puede que "con Rivera, no" haya entendimiento para la investidura de Sánchez como presidente. Pero con Francisco Igea (candidato de Cs a la presidencia de Castilla y León), sí. Con Daniel Pérez (Aragón), también. Y con Ignacio Aguado (Madrid), por qué no intentarlo.
El PSOE se ha lanzado a recabar el apoyo de Ciudadanos allá donde ha ganado las elecciones y suma con el partido naranja. El planteamiento de Sánchez es claro: no se trata de que el PSOE elija entre Ciudadanos y Unidas Podemos sino que Ciudadanos escoja entre el PSOE y Vox. Y, para ello, el líder del PSOE no ahorra en presiones que incluyen explotar una "contradicción muy imporante", según él.
"Lo que no se entiende en Europa es que un partido que se autodefine como liberal se apoye en la ultraderecha para alcanzar Gobiernos", dijo Sánchez desde Bruselas horas después de comer con Emmanuel Macron, el presidente de Francia, Mark Rutte, primer ministro de Holanda, y Charles Michel, de Bélgica. Todos liberales, todos deseando pactar con los socialdemócratas el reparto de poder europeo al margen del PP.
En estos momentos, el PSOE pisa fuerte para lograr tres Gobiernos regionales en los que no le da la suma con Unidos Podemos y partidos de izquierda. Se trata de Castilla y León, donde el candidato socialista, Luis Tudanca, ganó las elecciones para el PSOE. En la región gobierna el PP desde 1987, es decir, desde antes de existir como partido, cuando José María Aznar accedió a la presidencia con AP. Fuentes socialistas creen que este pacto está al alcance de la mano.
En Aragón, al socialista Javier Lambán le ha faltado un escaño para sumar junto a sus socios más obvios y también explorará un pacto con Ciudadanos para evitar que Vox sea determinante en un acuerdo a tres liderado por el PP.
Por último, en la Comunidad de Madrid, donde el socialista Ángel Gabilondo se impuso al PP (algo así no pasaba desde 1995), los socialistas se resignan a que haya un pacto entre PP, Ciudadanos y Vox por la virulencia de Aguado en campaña y el simbolismo de la capital, pero han abierto consultas y presionan a Rivera. "Lo vamos a pelear todo", resume el secretario de Organización socialista, José Luis Ábalos. Más operaciones similares podrían darse en unas cuantas capitales de provincia y ciudades importantes. No se trata de elegir a Rivera en vez de a la izquierda, sino de que Rivera no elija a Vox.
Resurgen los centristas de Cs
Mientras, los centristas que guardaron silencio cuando el veto a Sánchez supuso el éxito en las generales vuelven a empujar para que Ciudadanos sea ese partido capaz de arbitrar a derecha e izquierda.
El propio Rivera presumía de los pactos de Madrid -con el PP- y Andalucía -PSOE- para reafirmarse en el centro del tablero. Hasta que llegó la mayoría de la moción de censura. No obstante, numerosos miembros de la Ejecutiva consideran un “error” poner un cordón al PSOE, y no a Vox.
Luis Garicano, número uno en Europa y autor de los programas electorales de Ciudadanos, apostaba en una entrevista con este diario por trazar acuerdos con PP y Cs, pero nunca con Vox. El grupo ALDE de la Eurocámara podría censurar a Rivera si entrara en un Ejecutivo con Abascal. Así lo ha insinuado Macron en más de una ocasión.
Begoña Villacís, alcaldable más importante, no quiso vetar al PSOE en campaña y ya ha animado a Ferraz a apoyar un Gobierno de centro derecha para así blindar a la capital frente a Vox.
Estas son dos pinceladas de una corriente que tiene cierta fuerza en el partido, que considera que el tiempo de campaña se ha terminado y que toca regresar al centro.
“Nos vendría bien desde un punto de vista conceptual y de poder. Nos reafirmaríamos en nuestro espacio natural y gobernaríamos en más sitios”, relata un importante mandatario de Ciudadanos a este periódico.
Orgánicamente, Ciudadanos también ha virado al centro. José Manuel Villegas, secretario general, ha reconocido que no tiene “previsto” negociar con Vox. No obstante, no lo descarta por lo ajustado de las mayorías.
Recién sentados a la mesa, los naranjas han aclarado su postura de máximos: el barón que quiera pactar con Ciudadanos deberá apoyar por escrito la aplicación del 155. Un requisito que Ferraz no toma demasiado en serio. Las fuentes consultadas por este diario se muestran confiadas en alcanzar el acuerdo en Castilla y León.