Todavía no ha descolgado un solo teléfono, según le han reprochado sus socios potenciales, pero Pedro Sánchez ya tiene sobre la mesa una posible fórmula aritmética que ha sido desgranada entre el miércoles y el jueves. Los partidos que se han mostrado dispuestos a negociar o apoyar a Sánchez son Unidas Podemos, PNV, Compromís y el Partido Regionalista de Cantabria (PRC), que suman 173 diputados. Unión del Pueblo Navarro (UPN), se ha mostrado dispuesta a abstenerse.
Con esos apoyos, aunque PP, Ciudadanos, Vox y Coalición Canaria voten en contra, como han anunciado, y lo hagan también ERC y JxCat, Sánchez sería presidente del Gobierno en la segunda votación. 173 síes, 172 noes y dos abstenciones.
Además de lo ajustado del cálculo y la posibilidad de que las negociaciones se frustren, Sánchez depende de un factor trascendental: que los diputados independentistas que están suspendidos de sus funciones no dimitan de sus escaños para dar paso a otros compañeros de su partido que sí puedan votar.
En esa situación están Oriol Junqueras (ERC), Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull (JxCat). El líder de ERC, eurodiputado electo, ha avanzado que pretende dejar el Congreso en favor de la cámara de Estrasburgo. Pero los otros tres, de JxCat, el partido de Carles Puigdemont, por el momento no piensan hacer lo mismo. Si lo hicieran, en vez de 172 noes habría 175, una cifra que bloquea la investidura de Sánchez. Ni aunque fuera capaz de convencer a Coalición Canaria sería elegido, ya que en ese caso habría un empate a 173.
Borràs aleja la renuncia
Este jueves, la diputada de JxCat Laura Borràs aseguró en rueda de prensa que, de momento, los tres suspendidos no renuncian, a pesar de que, en la práctica, su partido está diezmado en el Congreso, ya que sólo cuatro de sus siete parlamentarios pueden ejercer sus funciones.
Pedirles que renuncien sería "extremadamente doloroso y lesivo", dijo Borràs tras participar en la ronda de consultas con Felipe Vi. "Ellos ya dijeron que no estaban dispuestos a renunciar a su acta", dijo.
Renunciar a su acta, incluso aunque fuese en favor de otros diputados de JxCat y para que fuesen decisivos en la investidura "es un acto personal" pero "extremadamente doloroso porque no se tienen en cuenta sus derechos políticos".
Fuentes de JxCat aseguran que este mismo miércoles, los diputados suspendidos aseguraron a sus compañeros que no quieren renunciar. Su situación sólo podría cambiar si el Tribunal Supremo les devuelve la libertad y no los inhabilita, por ejemplo a través de una absolución. Pero la sentencia no se espera por lo menos para septiembre u octubre.
El precedente del Parlament
Por otra parte, fuentes de JxCat recuerdan que los dirigentes independentistas que son diputados en el Parlament de Catalunya y están en prisión provisional o huidos de la Justicia española no han renunciado a sus actas en la cámara catalana ni aceptado la delegación del voto en otros compañeros, mecanismo este último no disponible en el Congreso. Su decisión deja a la mayoría independentista coja en el Parlament y esa es una de las razones de la parálisis legislativa de la Cámara.
Pero JxCat es cauto sobre qué pasará de aquí al día de la votación de investidura. Sánchez aún no ha empezado a negociar y la renuncia de los tres suspendidos podría ser estéril si Sánchez logra los apoyos necesarios de otra manera.
Sobre los tres ejerce una influencia muy importante Puigdemont, huido de la Justicia española en Bélgica y líder de JxCat. Aunque también se trata de una decisión personal, la señal decisiva podría venir de Waterloo.