No sólo la investidura de Pedro Sánchez está bloqueada. La ronda de consultas para elegir un cadidato a la investidura en Navarra, conducida por el presidente del Parlamento foral, Unai Hualde, concluyó el jueves sin nombre que someter a votación. Hualde asumió que, hoy por hoy, ni Javier Esparza (Navarra Suma) ni María Chivite (PSN) tienen los apoyos necesarios.
La situación es seguida al minuto por Pedro Sánchez y su núcleo duro de colaboradores, tanto en Moncloa como en Ferraz, donde comienza a extenderse la impresión de que las primeras elecciones que se repetirán en 2019 no serán las generales sino precisamente las navarras.
Dos son los factores que pueden conducir a esa situación. Uno tiene su razón de ser en Navarra y el otro en Madrid. En la comunidad foral, EH Bildu no parece dispuesto a ofrecer gratis sus seis escaños a Chivite, como no se harta de repetir. En Ferraz se desaconseja cualquier investidura que necesite a EH Bildu. Eso puede provocar tensiones con Chivite en caso de que la socialista navarra abra la mano y haga ofrecimientos a los abertzales en aras de garantizarse la invesitudura. El interlocutor clave en Madrid es José Luis Ábalos, secretario de Organización.
26 de agosto, fecha clave
La Ley de Amejoramiento del Régimen Foral contempla en su artículo 29 que el presidente del Parlamento no proponga ningún nombre si la situación se mantiene. A diferencia de lo que pasa en la investidura del presidente del Gobierno, en la que si un candidato no es votado no se pone en marcha el reloj hacia la repetición electoral, en Navarra ya hace tiempo que marca las horas.
La legislación navarra indica que si en "tres meses desde la celebración de las elecciones" no hay candidato a la investidura o ninguno es elegido, se repetirán los comicios. La fecha clave es el 26 de agosto, tres meses después de la cita con las urnas de mayo.
Ese día está ya marcado en rojo en el calendario de Ferraz y de Moncloa, donde Navarra ha sido un quebradero de cabeza desde la misma noche electoral. Primero, Sánchez ordenó frustrar la esperanza de Chivite de ser presidenta porque dependería de un complejo pacto con Geroa Bai (coalición en la que se integra el PNV), Podemos, Izquierda-Ezkerra (I-E). Para prosperar, ese pacto tendría que ser bendecido con, al menos, la abstención de EH Bildu.
Titubeos de Sánchez sobre Navarra
La presencia de la coalición abertzale, estigmatizada por los partidos constitucionalistas por su cercanía en su pasado a ETA y su negativa en la actualidad a condenar el terrorismo, llevó a Moncloa a parar inicialmente las aspiraciones de Chivite. Después, sin aceptar el apoyo de Bildu, Ferraz cambió de posición y aseguró que la socialista navarra tiene toda la legitimidad para intentar ser presidenta siempre que para ello no hable o pacte con EH Bildu.
PSN, Geroa Bai, Podemos y I-E negocian ya un posible acuerdo conjunto, pero las negociaciones avanzan lentamente y, de momento, los socios ya hablan de "coordinar los desacuerdos" para salvar el pacto, en palabras e Chivite. Los socialistas rechazan sentarse con Bildu a pesar de que los abertzales advierten de que no se abstendrán gratis.
Esparza, por su parte, no da por hecho el pacto de Chivite salvo grandes concesiones. "EH Bildu ya ha dicho que no se va a abstener gratis porque nadie se abstiene gratis", así que "si Chivite es presidenta es porque tiene un pacto con Bildu y si no, no será presidenta de Navarra", dijo en una comparecencia pública, según informa el Diario de Navarra. "Estarán hablando ya, no tengo ninguna duda", dijo.
Tanto en Ferraz como en Moncloa creen que la situación en Navarra puede deparar muchas sorpresas. "La última palabra en Navarra no está dicha. Todo puede dar aún muchas vueltas", explicaba la semana pasada a este periódico un asesor de Sánchez. Desde entonces, en el PSOE y en el entorno del presidente en funciones cada vez se piensa más en una repetición electoral navarra.
El calendario de Sánchez
Sánchez se someterá a una investidura en julio, aún pendiente de fecha. De momento, nada parece indicar que vaya a disponer de los votos necesarios habida cuenta de que tampoco ha emprendido negociaciones más que con Unidas Podemos. Y con Pablo Iglesias todo está bloqueado por la presencia que el líder morado reclama en el Consejo de Ministros, vetada por el PSOE.
Si Sánchez no es investido presidente, comenzará a correr el reloj hacia la repetición de las generales. La Constitución fija en dos meses el plazo, por lo que habría tiempo de sobra para intentar una investidura en septiembre incluso si en Navarra se disolviese el Parlamento el 26 de agosto.
Sánchez puede tener que afrontar la recta final de las negociaciones de investidura con una especie de tablas en Navarra. Navarra Suma no habría alcanzado el poder, pero tampoco podría acusar a los socialistas de pactar o apoyarse en EH Bildu para arrebatárselo. En ese sentido, parte del discurso de Pablo Casado y Albert Rivera sobre la entrega de los Gobiernos a los independentistas quedaría en papel mojado.
La repetición electoral en Navarra es un arma de doble filo. Tanto puede facilitar la abstención de PP y Ciudadanos (quizás a cambio de un compromiso del PSOE a futuro en Navarra) como dejar las manos libres a Sánchez para cerrar su investidura con partidos independentistas en el Congreso. En cualquier caso, no sería Navarra quien acabaría condicionando la investidura de Sánchez sino justamente lo contrario. La incógnita navarra podría no ser un factor en la investidura de Sánchez.