La temperatura de la olla a presión sigue subiendo y lo político ha dejado paso a lo personal, que a menudo es también político. Los reproches entre el PSOE y Podemos comienzan a aludir más a cuestiones personales y a vicios de carácter que a argumentos sobre la formación de Gobierno, se compartan más o menos.
"Pablo Iglesias va a hacer lo mismo que en 2016. Pensé que había aprendido algo, pero sigue en la cal viva y en exigir cargos para sí mismo. O mi vicepresidencia o nada", explica un dirigente del PSOE, que se reconoce muy decepcionado por la exigencia de una coalición de Gobierno sin vetos a nombres o perfiles de Unidas Podemos. "En el fondo, nunca ha soportado que Sánchez haya sido presidente del Gobierno, aunque no le quedó más remedio. Pero a la primera del cambio, asoma el verdadero Iglesias", asegura.
Otro dirigente socialista cree que Iglesias subestima a Sánchez en lo personal, porque el líder de Podemos insiste en que acabará cediendo antes o después. En ese sentido, el 23 de julio, fecha de la primera votación de investidura, se abre un período de dos meses en el que es posible investir a Sánchez o a otro candidato (por el momento se antoja imposible) antes de que se disuelvan las Cortes automáticamente y se convoquen unas nuevas elecciones.
Pero en el PSOE descartan un cambio de postura y lo atribuyen a la absoluta firmeza de Sánchez. "Este no conoce a Pedro", explicaba un dirigente socialista que participó de una de las campañas rivales a la de Sánchez en las primarias por el liderazgo del partido, pero que milagrosamente ha sobrevivido en la nueva etapa del PSOE.
Lastra: "Debería conocerlo"
La propia Adriana Lastra, portavoz parlamentaria y de las dirigentes más leales al líder socialista, lo expresó este martes en una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados. Sánchez tiene una trayectoria bastante acreditada de integridad, de convicciones y de mucho criterio. No se deja llevar por las presiones de nadie. Debería conocerlo un poquito más Pablo Iglesias. Y también respetarlo un poco más", le pidió.
El PSOE informó el viernes a varios medios en un encuentro restringido con periodistas que Sánchez estaba irritado por la consulta convocada con Podemos, que consideró un enorme desaire por parte de Iglesias que se encontró publicado en la prensa. El lunes, en la Cadena Ser, Sánchez cargó contra Iglesias, que había considerado una "idiotez" la última propuesta socialista de incluir a ministros de Podemos siempre que tuvieran un perfil técnico. El líder de Podemos, por su parte, niega haber recibido propuesta alguna. De nuevo, trascendió a través de informaciones periodísticas que citaban fuentes sin identificar.
Podemos, más calmado
Desde Unidas Podemos, el tono es mucho más calmado en las formas que el del PSOE, aunque en el fondo también late un gran disgusto personal de Iglesias con Sánchez. La confianza entre ambos se ha roto e Iglesias sugiere que el líder del PSOE no es de fiar. Desde la formación morada se recuerda que antes de las elecciones, en una entrevista, Sánchez no puso objeciones a una coalición con Unidas Podemos. Fuentes del partido también aseguran que en la primera reunión entre ambos tras las elecciones del 28 de abril, el líder del PSOE la planteó abiertamente. Este miércoles, Iglesias aseguró que para rebajar la presencia de Podemos en el Ejecutivo, Sánchez ofreció además la presidencia del Congreso a los morados.
"Es imposible no estar decepcionado con Sánchez. Por sus filtraciones, por las cosas que está diciendo y por cómo las está diciendo", explican desde la formación morada.
Con estos mimbres, el PSOE cree que la oportunidad de Iglesias para contribuir a la gobernabilidad se agota la semana que viene. El funcionamiento constitucional de la investidura así lo indica, al menos en teoría. Si Sánchez no es investido, su candidatura decae, el Rey convocaría a los partidos a una nueva ronda de consultas y, es de esperar, no propondría al líder socialista de nuevo al menos que presente nuevos apoyos.
En Podemos creen que, en realidad, los socialistas están gesticulando demasiado y no correrán el riesgo de ir a una convocatoria electoral en la que pueden subir en escaños pero al mismo tiempo acabar teniendo idénticas posibilidades de intentar la investidura, cuando no muchas menos si hay una gran abstención o se recupera el centroderecha.
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