Hasta hace cuatro años, Fani trabajaba en una carnicería. Pero un día vio un vídeo de un matadero de animales y abandonó su trabajo. No entendía cómo se podía "cosificar a los animales", que fueran un producto, que se les metiera en criaderos como "un campo de concentración". Ahora es una activista del "veganismo interseccional" y dedica todo sus ingresos a un "santuario animal".
Hace unos días se hizo viral un vídeo en el que ella y otra fundadora de Almas Veganas contaban que habían separado a los gallos de las gallinas porque las "violaban". En esa escena, las dos activistas lanzan unos huevos no fecundados al suelo para que las gallinas se los coman y recuperan "toda la energía que han perdido en ponerlos".
Según explican, las gallinas son "modificadas genéticamente" para que pongan más de 300 huevos al año en vez de doce. "Es como si tú tuvieras la regla 300 días al año", comparan. "Y eso conlleva muchos riesgos de salud, porque el calcio para cubrir los huevos sale directamente de sus huesos".
Fani asegura a EL ESPAÑOL que el vídeo se ha hecho viral por dos motivos. El primero es que "las que hablan son dos mujeres". El segundo, que "la gente no está acostumbrada a que le digan que los huevos son de las gallinas". "Los ponen ellas", reitera. "Se los estamos robando. Y se los comen para que recuperar toda la energía que han perdido en ponerlos".
Para la excarnicera, esas gallinas han sido "violadas" y han sido abusadas sin su consentimiento. En vez de dar doce huevos al año, dan más de 300. "Es como si tú tuvieras la regla 300 días al año", insiste. Además, "conlleva muchos riesgos para su salud, porque el calcio para cubrir los huevos sale directamente de sus huesos".
Santuario animal
Cuando Fani vio el vídeo y abandonó el consumo de todo lo que viniese del mundo animal, también conoció a otras activistas veganas. Junto con otras tres, empezó el papeleo para fundar un santuario animal a finales de 2016. Su actividad comenzó en enero de 2017. "Queríamos hacer lo mejor para los animales", explica. "Como somos personas, no queremos hacer daño a nadie. Y nadie también incluye a los animales, que sienten y son iguales a nosotros".
A finales de 2018 encontraron una masía y "unas tierras preciosas" cerca de Osor (Gerona) donde pusieron en marcha su santuario. El dinero para alquilarlo y comprarlo (350.000 euros en total), explica Fani, ha salido directamente de ellas. Asegura que no tienen subvenciones de ningún tipo, aunque 156 personas les donan 1 euro al mes para ayudarles en sus gastos.
"Para nosotras, el santuario no es algo de nuestro tiempo libre. A esto hay que dedicarle la vida", exclama. "Cada una tenemos nuestros trabajos, y, en vez de pagar una hipoteca y mantener a una familia los hijos, mantenemos un refugio de animales".
Para sufragar los gastos del santuario, en Almas Veganas también venden ropa de fabricación propia, que es ecológica y de comercio justo. En sus camisetas se pueden leer lemas como "Stop Using Animals" (Dejad de usar animales) o "The Future is Vegan" (El futuro es vegano) y se observan logos "anarcoveganistas", "feministas antiespecistas" y "antiespecistas antifascistas".
Sus ideas
La idea de fondo de Almas Veganas es que "todos los animales sintientes", "humanos o no humanos", poseen un valor inherente. "Todos merecen un respeto. Sienten como nosotros", argumentan.
Esta idea, para ellos, tiene varias implicaciones. Una de ellas es que se consideren "antiespecistas", es decir, niegan la jerarquización entre especies y piden que ningún animal sea utilizado. "Cuando vas al supermercado, ves a los animales como objetos, como productos, y no te planteas nada; eso es lo que me pasaba a mí", recuerda la excarnicera.
Otra de esas ideas derivadas es el "transfeminismo interseccional". Luchan contra cualquier tipo de opresión o división de géneros. Desde ahí es desde dónde se entiende la opción por el veganismo: "Comerse los huevos de las gallinas es robárselos y financiar la esclavitud animal".
"Esto pasa por el capitalismo", aseguran. "No es natural comerse a nadie y mucho menos comerse a alguien que ha tenido una vida como esta. Es como si a ti te llevaran a cenar, te cuidaran y luego te mataran. Criar animales es explotación".
Para quienes dicen que comer animales es algo natural, en Almas Veganas responden con este argumento: "Alegar que si somos omnívoros, entonces no hay problema ético en comer animales sería equivalente a decir que si tenemos pene entonces no hay problema moral en violar a mujeres, puesto que el sexo también es algo 'natural'".
Visitas a Almas Veganas
En el santuario de Fani viven gallos, gallinas, conejos, cabras, gatos, perros y ratas. Todos ellos, animales abandonados. Aunque aseguran que no es un zoo ni nada que se le parezca, en Almas Veganas organizan visitas en pequeños grupos para explicar "por qué es importante hacerse vegano". En sus tours cuentan también las vidas de los habitantes del santuario y dan a probar la comida vegana, "para que vean que está riquísima".
Fani asegura a EL ESPAÑOL que cada día les llegan mensajes para que se hagan cargo de más animales abandonados, pero que no los cogen "por falta de ayuda". En su asociación, reclaman que no se consuman "alimentos con trazas de animales" y que no se recurra a medicamentos que se hayan testado en animales. "Los demás animales no nos han dado su consentimiento para que los usemos para ningún propósito", inciden.
A pesar de todas las críticas, Fani asegura que no han sufrido ninguna agresión física. Las burlas las resume en una sola frase: "Hay mucho nazi suelto en la sociedad que solo se dedica a criticar".