La tranquila vida de los habitantes de Jersey, la más grande las Islas del Canal de la Mancha, lleva meses perturbada por las incontrolables bandadas de pollos salvajes que campan a sus anchas por sus 118 kilómetros cuadrados.
Sus algo más de 100.000 habitantes no se ponen de acuerdo en identificar el inicio de esta especie de plaga bíblica que les está generando un grave problema, pero todo parece apuntar a que fueron algunos granjeros los que soltaron varias gallinas y gallos en los montes para deshacerse de ellos y se han reproducido a un ritmo vertiginoso.
Según el portal iNews, los pollos despiertan a los vecinos a horas intempestivas con sus cantos, destrozan los jardines y las plantaciones con sus picoteos, provocan interrupciones en el tráfico e incluso persiguen a los runners. Sí, puede que esto último nos haga incluso gracia y todo parezca un poco exagerado, pero no estamos hablando de 10 ni de 20 pollos, en cada bandada llegan a contarse por cientos.
En busca de una decisión salomónica
El problema es que los pollos no tienen ningún depredador natural en la isla salvo los propios humanos. Es decir, no hay zorros, por ejemplo, que pudiesen cazar algunas aves y mantener la colonia a raya. Así que el Gobierno está desesperado. El ministro de Medio Ambiente, John Young, explicó al mismo medio que han sacrificado, por el momento, a unos 35 ejemplares, pero no ha sido suficiente.
Además, los animalistas están en pie de guerra contra esta decisión gubernamental y se lo están poniendo difícil, aunque técnicamente estos animales no estarían protegidos por la ley de bienestar animal del Reino Unido al considerarse domésticos y no tener dueño: "Estamos en una situación en la que tenemos amantes de los animales por un lado y aquellos que están experimentando molestias por el otro. Todavía no tengo una respuesta", admitió el ministro.
De momento, lo que sí les han prohibido a los vecinos es alimentar a las aves para evitar que sigan creciendo y criando. Además de las molestias, el único peligro real de las bandadas que contemplan las autoridades es su capacidad para provocar accidentes de tráfico cuando se cruzan delante de los vehículos.
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