El PSOE llegó a garantizar a Unidas Podemos una vicepresidencia y tres ministerios a cambio de su apoyo en julio. Pablo Iglesias los rechazó, diciendo que estaban vacíos de competencias. Ahora, a 16 días de la disolución automática de las Cortes, el PSOE ya no sólo ha retirado esa oferta, la que más cerca estuvo de prosperar, sino también todas las que la precedieron, como cargos intermedios en el Gobierno, ministros independientes propuestos por Podemos o de perfil más técnico. Es más: ni siquiera aceptaría una investidura regalada, sin negociar con ningún partido, para conformar un Gobierno 100% socialista.
Este viernes, la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá, rechazó la posibilidad de que Sánchez reciba apoyos para la investidura sin más finalidad que evitar las elecciones. Al PSOE sólo le vale un sí a su documento de 370 medidas, si acaso modificando alguna de ellas, para no sólo investir a Sánchez sino gobernar con cierta estabilidad.
"No visualizamos un escenario en el cual se pueda llegar a una investidura sin después una colaboración por parte de las fuerzas políticas. No creo que ninguna fuerza política pueda estar en esa deriva. Pensamos que eso es un cul de sac, un rincón oscuro que no merece ni la ciudadanía, ni las fuerzas políticas ni la política de este país", dijo Celaá. Y eso pese a que, ante una negociación encallada, ese tipo de abstención técnica podría ser la única manera de evitar que se repitiesen las elecciones.
En público, evitar que los españoles vuelvan a votar es un objetivo unánime de todas las fuerzas políticas. En privado, va por barrios, ya que al PSOE y al PP le sonríen las encuestas mientras que Unidas Podemos y a Ciudadanos podrían bajar el 10 de noviembre.
Unidas Podemos no ha planteado formalmente la posibilidad de abstenerse gratis, pero ya está en todas las conversaciones. Tanto es así que Yolanda Díaz, una de las portavoces de Unidas Podemos y miembro del equipo negociador, le dio verosimilitud en una entrevista en Radio Nacional. "Si nosotros entregamos los votos gratis al PSOE y a Pedro Sánchez es más que probable que les dificultemos extraordinariamente su acción de Gobierno", dijo. Eso es, justamente, lo que el PSOE dice no querer, prefiriendo indirectamente elecciones a un Gobierno difícil.
El mundo al revés
El mundo al revés. Con unas negociaciones en punto muerto, el partido que quiere una coalición ya comenta la posibilidad de apoyar a Sánchez sin influir en absoluto en el Ejecutivo. El que quería tener las manos libres y un Gobierno monocolor rechaza el apoyo incluso a cambio de nada.
Nadie sabe en realidad si Iglesias sorprenderá con ese golpe de efecto. No obtendría nada más que preservar su número de escaños y sería un gran cambio de opinión respecto a lo que ha venido defendiendo sobre la coalición, pero podría justificarlo por las excepcionales circunstancias. Siempre es mejor que los españoles no tengan que votar dos veces. Para la izquierda, siempre será mejor un Gobierno del PSOE, por frágil que sea, que la posibilidad de que gobierne la derecha condicionada o aliándose con Vox.
De momento, en las filas socialistas y en las moradas reina el interés por mantener la calma y la sangre fría. Tras cinco horas de reunión y ningún avance que hayan podido explicar, ambas formaciones intentaron no aparecer como la culpable del naufragio de los contactos, algo que pasa por mantenerlos y mostrar optimismo a la espera de que sea el contrario el que dé un golpe en la mesa.
Si esa situación se mantiene y no hay una ruptura abrupta, podría pensarse que Sánchez está en manos de Iglesias y que el líder de Podemos podría esperar hasta el último minuto, como en la investidura de julio, para realizar un anuncio de impacto desde la propia tribuna del Congreso. No es así.
El Rey, clave
El rey Felipe VI convocará una última ronda de consultas cuando se aproxime el límite para convocar un pleno de investidura. En ella constatará la disposición de los partidos políticos a pactar. Unidas Podemos, el PNV y ERC, potenciales socios de Sánchez con los que tendría suficiente para ser investido, aseguran querer un nuevo pleno de investidura para agotar los plazos hasta el último segundo.
Sin embargo, el punto de vista más importante es el de Sánchez. Si el líder del PSOE le dice al Rey que no tiene ningún acuerdo ni expectativa de lograrlo, el monarca no tendría más remedio que constatar que no puede proponerlo como candidato, en especial si es contra su voluntad. En ese momento se acabaría la legislatura, ya que después no habría tiempo material para hacer otras consultas y convocar un pleno. La semana que viene habrá reuniones de Sánchez con el resto de líderes políticos y de los equipos negociadores de Unidas Podemos y el PSOE, por lo que se prevé que las consultas del Rey puedan producirse el 16, 17 o 18 de septiembre, apurando el plazo.
Fuentes del PSOE advierten que "a la investidura se va con un acuerdo". En realidad, las dos veces que Sánchez se presentó, en 2016 y en este mes de julio, no fue así y quizás por eso sus intentos naufragaron.
El empeño de 2016 fue motivado por lo que el PSOE denunció como una irresponsabilidad de Mariano Rajoy. Con 123 escaños (los que hoy tiene el PSOE), el líder del PP dijo que no se sometería al debate parlamentario por no tener los apoyos suficientes. En ese momento, España entró en un limbo legal sin plazos fijados, ya que el reloj hacia la disolución de las Cortes no comienza a contar hasta que hay una votación fallida de investidura.
Ahora ya estamos en tiempo de descuento, pero Sánchez sigue siendo el líder del primer partido en escaños y, a tenor de Unidas Podemos, ERC y PNV, todos quieren evitar las elecciones. ¿Para qué decirle "no" al Rey si aceptar un debate otorga una semana más para negociar que sale investido del hemiciclo? Esa puede ser la prueba de fuego. Si Sánchez dice "no" al Rey teniendo tiempo para cerrar un acuerdo (o siendo agraciado por un voto gratis de Podemos), podría quedar constatado que, en realidad, el líder del PSOE lo que quiere es ir a las urnas.
La dirección del PSOE recuerda que Sánchez ahora mismo "no es candidato formalmente" (la condición la otorga el Rey) y que es vital llegar con un acuerdo a ver al monarca, ya que lo contrario desembocaría en otra investidura estéril. Los socialistas aseguran que quieren "un Gobierno estable y eso sólo se puede garantizar si Podemos arrima el hombro" y se compromete no sólo con la investidura sino con las 370 medidas de Sánchez. "Queremos gobernar y eso viene después de la investidura, por ejemplo con los Presupuestos", insisten fuentes de la dirección socialista.