La casualidad hizo que el mismo día en el que el Congreso de los Diputados volvía a debatir sobre leyes, la primera en pasar por el hemiciclo fuese la de la eutanasia, reclamada por distintos colectivos y numerosos pacientes con dolorosas e incurables afecciones. Era la segunda vez. En la pasada legislatura, la Cámara Baja aprobó tramitar una nueva normativa para tratar de convertir en un derecho amparado por el Estado la posibilidad de poner fin a la propia vida en casos muy tasados y supervisados.
Por segunda vez, esa ley, que este martes superó su primer trámite, corre el riesgo de ser devuelta a un cajón, entre acusaciones de electoralismo, por una disolución de las Cortes cada vez más inminente. El PSOE y Unidas Podemos se habían reunido unas horas antes en el mismo Congreso para certificar, sin rastro alguno de enfado o frustración, que el entendimiento entre ellos es imposible.
Apenas trascendió nada de esa reunión, aunque según sus participantes duró casi cuatro horas, que se suman a las cinco del encuentro del pasado jueves. Nunca tan larga había sido una de estas citas y su desarrollo y resultado nunca había podido resumirse con tan pocas palabras. O los participantes se pasaron horas repitiendo mecánicamente mensajes traídos de casa o avanzaron en algún sentido y lograron el milagro de pactar y respetar después el más estricto de los secretos.
En cualquier caso, las versiones oficiales coincidieron. Los de Pablo Iglesias y sus confluencias (seis negociadores) no se movieron de su exigencia de negociar una coalición de Gobierno y las representantes socialistas (tres, incluyendo a la vicepresidenta, Carmen Calvo), se opusieron frontalmente, pidiendo negociar las medidas de un Ejecutivo compuesto en exclusiva por el PSOE.
Agradecimientos mutuos
Llamó la atención la serenidad con la que comparecieron Pablo Echenique (Podemos) y Adriana Lastra (PSOE) para constatar que, salvo mayúscula sorpresa, la izquierda ha fracasado a la hora de formar Gobierno y el país se encamina a elecciones. Es más, tanto Echenique como Lastra se agradecieron la franqueza y la cordialidad en los contactos a pesar del garrotazo limpio con el que se agasajan sus partidos todos los días. Las comparecencias, por cierto, se celebraron en un inmenso hall de uno de los edificios del Congreso de tal manera que las cámaras (y por tanto, la imagen) diesen la espalda a los retratos de los Reyes Felipe y Letizia.
El PSOE y Unidas Podemos no verbalizan la consecuencia de la reunión de este martes: elecciones el 10 de noviembre. Aseguran que aún tiempo, pero no hay en la agenda más reuniones y el PSOE ha advertido de que sin un acuerdo que le garantice los votos Pedro Sánchez no dirá al Rey que quiere que lo proponga como candidato a la investidura. El requisito formal es imprescindible para que se pueda convocar un pleno de investidura. Si Sánchez no tiene un acuerdo antes de entrar en Zarzuela, a comienzos de la semana que viene, saldrá del palacio con el certificado de defunción de la legislatura y la repetición electoral.
"Me da mucha pena, pero no ha sido posible", explicaba tras el pleno un destacado socialista, al que no se le ha escapado absolutamente nada de las negociaciones de investidura. Según él, los dos partidos han acordado evitar el "encarnizamiento terapéutico", que consiste en utilizar terapias que no pueden curar al paciente y que además le prolongan la vida en una condición penosa. Pero la negociación no daba más de sí y, por eso, al salir, ambas formaciones políticas trasladaron que la muerte de la legislatura es cuestión de días. "Estar alimentando expectativas era malo. Había que decirlo hoy", explican fuentes socialistas de la negociación.
"Les dijimos que era julio"
"Les dijimos que la investidura era en julio y se llevaron por delante al presidente del Gobierno", recordó una fuente distinta, también muy próxima a las negociaciones. "Nosotros hemos ganado las elecciones el 28 de abril y el 26 de mayo. ¿Qué interés vamos a tener en arriesgarnos en unas nuevas elecciones?", se preguntó.
Ha comenzado la precampaña electoral, que el PSOE pretende comenzar culpando a Pablo Iglesias para después reivindicarse como la víctima del bloqueo. Primero, Sánchez se erigió en la víctima de los partidos independentistas, que tumbaron los Presupuestos y condujeron a elecciones. Ahora, pretende serlo primero de Iglesias y, después, de Albert Rivera y Pablo Casado, por este orden. En la medida en la que el PSOE sea capaz de identificar a España con Sánchez como damnificado de la estrategia partidista de los demás, tendrá más o menos éxito el próximo 10 de noviembre.
En Moncloa están convencidos de que no pueden hacer una campaña en negativo (no suele funcionar), por lo que el mensaje de la culpabilización de Iglesias sólo será el prólogo de uno en clave positiva que reivindique la estabilidad institucional, la centralidad, la moderación y las políticas sociales. El programa electoral parece estar ya listo. Son las 370 medidas para el Gobierno presentadas la semana pasada en un acto con formato de mitin.
Una alta participación
Los asesores del presidente creen que, con esos mimbres y un gran esfuerzo del PSOE, la campaña está hecha. Según Moncloa, la participación, que el 28 de abril fue del 75%, no debería caer más que tres o cuatro puntos, como mucho. "Los nuestros están movilizados", explican desde el PSOE. Un ministro lo explicaba con cara de resignación "cristiana, socialista, comunista o humana" en los pasillos del Congreso. Otro miembro del Ejecutivo lo resumía así: "Si hemos pasado 40 años sin votar, no vamos a quejarnos ahora".
Mientras, en Unidas Podemos creen que la firmeza e insistencia en una coalición no les pasará una gran factura el 10 de noviembre. Consideran un riesgo que su electorado penalice el rechazo a la coalición ofrecida por el PSOE en julio, pero confían en saber explicar que no era aceptable por las escasas competencias que contenía, según los morados.
Iglesias ha logrado además contener las grietas internas en las que el PSOE sigue intentando meter el dedo. Aberto Garzón, cuyo partido (IU) emitió un comunicado tras la última investidura defendiendo un acuerdo programático y dejando en un segundo plano la coalición, aseguró que en Unidas Podemos hay "unidad" aunque no haya "homogeneidad" y llamó a no expresar en público las diferencias que pueda haber dentro del espacio que lidera Iglesias al menos hasta las nuevas elecciones.
"Parece que la suerte está echada", le comentaba de refilón un diputado del PP a otro de su mismo partido. "Parece que sí", le respondió su compañero de bancada. Quedan doce días para que venza el plazo de la investidura, pero PSOE y Unidas Podemos la ven vista para sentencia... electoral.