"Es coalición o coalición. El próximo Gobierno de España será una coalición, sea de derechas o progresista". Pablo Iglesias no va a renunciar a que Unidas Podemos entre en el Gobierno y, por ese motivo, asegura haber cedido a través de gestos como aceptar el veto personal de Pedro Sánchez a proponer este jueves un período de prueba tras el cual, incluso desde fuera del Ejecutivo, su grupo parlamentario seguiría apoyando a Sánchez.
Pero el tajante "no" del PSOE ha llevado a Iglesias a intentar doblar el pulso a Sánchez utilizando otras vías, como la petición expresa a Felipe VI para que le convenza o la sugerencia de una consulta a los militancia socialista sobre su última propuesta. A Iglesias le "consta" que "muchos sectores del PSOE estarían dispuestos a aceptarla", según él. "Si sometieran a consulta su propuesta, como hicimos nosotros, a lo mejor conseguimos desbloquear la situación", dijo en una entrevista en La Sexta. Pero el PSOE no está dispuesto. ¿Por qué?
1. La decisión está tomada ya
Pedro Sánchez no quiere una coalición con Unidas Podemos. No la ha querido nunca. La rechazó de plano hasta que, a unos días del intento de investidura, la ofreció para tratar de ser investido en julio. Pero Unidas Podemos no aceptó, esperando una oferta más sustanciosa en septiembre. Y el PSOE guardó en un cajón su propuesta y ya nunca más ha vuelto a ser una opción.
Los mensajes del PSOE no han podido ser más contundentes. Este viernes, la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, consideró que esa vía es "absurda y vacía" y que no lleva a ninguna parte. "El Gobierno de coalición es inviable. Aceptemos esa realidad. Lo es porque hay una falta de confianza", dijo. Los socialistas han sido demasiado rotundos como para ahora dar un volantazo, especialmente teniendo en cuenta el punto que viene a continuación.
2. Sánchez prefiere elecciones a una coalición
Sánchez ha dicho en varias ocasiones que no quiere ser presidente a cualquier precio y por eso prefiere que los españoles voten de nuevo para que juzguen las estrategias de unos u otros.
Es muy poco probable que el PSOE obtenga mayoría absoluta. Nadie en el partido se lo imagina ni en sus sueños más salvajes. Por lo tanto, tendrá que volver a negociar si es que es el candidato que puede reunir más fácilmente los apoyos. En el PSOE creen que no es lo mismo negociar tras haber subido y, sobre todo, si Unidas Podemos ha bajado.
Sánchez quiere elecciones porque cree que las demás opciones son una fuente de problemas. Salvo que Unidas Podemos, PP, o Ciudadanos poco menos que le regalen la investidura, el 10-N habrá que votar de nuevo.
3. Los estatutos no le obligan
Los estatutos del PSOE y el reglamento que los desarrolla son claros. Sánchez no tiene ninguna obligación de convocar una consulta. El artículo 479 del reglamento que detalla el procedimiento explica que sólo serán obligatorias y vinculantes las consultas sobre asuntos de "especial trascendencia". "Se considera de especial transcendencia y será obligatoria y vinculante la consulta a la militancia y a la afiliación directa, al nivel territorial que corresponda, sobre los acuerdos de Gobierno en los que sea parte el PSOE, sobre el sentido del voto en sesiones de investidura que supongan facilitar el gobierno a otro partido político", explica el texto.
"Lo que consultamos son siempre acuerdos firmados, no hipótesis", explican desde Ferraz. Eso sí, la Ejecutiva tiene la potestad de convocar una consulta, si así lo quisiera. Pero no tiene el menor interés en hacerlo.
4. Poca o mucha, pero habría división
El 28 de abril, durante la última noche electoral, cientos de personas se congregaron en la calle Ferraz, donde se encuentra la sede del PSOE. El grito más coreado, además de manera espontánea, fue el de "¡Con Rivera, no!". Sánchez parecía incómodo hasta el punto de recordar al gentío que ya los había escuchado para intentar que dejasen de advertirle en cuanto a su política de alianzas.
Sánchez no se ha propuesto un pacto con Rivera en serio, pero Rivera tampoco le ha dejado ningún resquicio para una operación así. Nunca se sabrá si habría habido una aproximación con posibilidades de acuerdo si el líder naranja no hubiese decidido que Sánchez es su enemigo número 1. En cualquier caso, en la noche electoral, Sánchez aseguró que hablaría con todos, no sólo con la izquierda, como parecían pedirle los militantes que allí se concentraron.
Es obvio que hay un número de militantes, más grande o más pequeño, que prefiere un Gobierno de coalición a repetir nuevas elecciones con el riesgo de que puedan sumar PP, Ciudadanos y Vox. En ese sentido, el resultado podría debilitar a Sánchez si la división es muy acentuada. Los líderes políticos sólo convocan de buena gana consultas si saben que refrendarán sus posiciones.
5. Es una idea de Pablo Iglesias
La animadversión entre los dos líderes políticos es en estos tan acentuada que basta con que Iglesias lo proponga para que la opción ya comience a desactivarse. Convocar una consulta podría dar la impresión de que Sánchez no lo tiene claro. Convocarla a instancias de Iglesias podría dar la impresión de debilidad o de que va a remolque, además de contradecir a los argumentos que ya ha dado el partido hasta ahora.
La decisión más importante de esta legislatura, que es si gobernar o no con Podemos compartiendo el Consejo de Ministros, no la tomarán los militantes del PSOE. A día de hoy, está tomada ya.