Todo cobraba sentido a partir de la documentación intervenida a Luis Álvarez Santacristina, uno de los jefes y principal ideólogo de ETA, al que todos llamaban Txelis. Ocurrió en la localidad francesa de Bidart, en 1992. Las anotaciones eran una piedra de Rosetta para que Guardia Civil y Policía Nacional descifrasen las entrañas de la estructura criminal. En sus anotaciones quedaba patente que la dirección de la banda movía los hilos de la kale borroka. Formaba parte de su estrategia de socialización del sufrimiento.
Estos días se ha recuperado el término de 'lucha callejera' [que es lo que en euskera significa kale borroka] para describir la situación que se está viviendo en Cataluña. Una semana de graves disturbios con un balance desolador: alrededor de 300 agentes heridos -entre mossos, guardias urbanos y policías nacionales-, casi 200 detenidos… y un balance de daños que todavía no se ha cuantificado en términos económicos, pero que de largo sobrepasan el millón de euros.
Es difícil distinguir las imágenes de los peores años de la kale borroka en País Vasco y Navarra de las que estos días se han tomado en Cataluña. Hablamos de vehículos incendiados, destrozos en mobiliario urbano, adoquines que se usan como proyectiles, armas más o menos improvisadas para enfrentarse a la Policía, trincheras callejeras y contenedores ardiendo. Todo ello bajo un contexto de tensión política y una inmensa mayoría social hastiada por la violencia.
Así, la kale borroka ha vuelto a instalarse en el discurso político. “Recuerdo aquellos años del País Vasco...” o “esto es lo mismo que hacían los cachorros de ETA” al ver lo que ha ocurrido en Barcelona. Hablamos, por supuesto, de los disturbios y de los actos vandálicos tras la sentencia del procés.
El ministro de Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, ha insistido en el esfuerzo policial y de inteligencia para descubrir quién mueve los hilos de la violencia en Cataluña. Buscan su particular piedra de Rosetta, pero con los datos que se manejan se pueden establecer una serie de puntos en común y las diferencias entre ambos escenarios.
La raíz de la violencia
Como ya hemos dicho, quedó demostrado que la kale borroka fue auspiciada y dirigida desde la propia cúpula de ETA. El ideólogo Txelis fue detenido en un golpe histórico contra los jefes terroristas, en una operación coordinada entre Guardia Civil y las autoridades francesas. Desde entonces, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tomaron la iniciativa en la lucha contra los asesinos. Fuentes de Seguridad aseveran que aquel fue el principio del fin de la banda.
Los informes de Txelis hablaban de la necesidad de la socialización del sufrimiento. A los comandos de ETA -encargados de los asesinatos y mayores atentados- los bautizó con el nombre de 'Grupos X'. Sin embargo, la actividad de estos no era suficiente para extender la violencia ante determinados acontecimientos políticos y sociales. Así se constituyeron los 'Grupos Y' y los 'Grupos Z', ambos bajo el paraguas de la kale borroka y a los que se denominaba como “terrorismo de baja intensidad”.
Los primeros eran jóvenes radicales estructurados a imagen y semejanza de los comandos de ETA pero sin llegar a formar parte de la misma de forma oficial. Sus ataques iban dirigidos contra objetivos concretos: tiendas francesas cuando París comenzó a colaborar en la lucha contraterrorista, concejales y, en definitiva, contra todo aquello que consideraban que iba en contra de sus ideas.
Los segundos, por supuesto, también eran jóvenes radicales, aunque su organización y funcionamiento eran diferentes. Salían a la calle en acontecimientos destacados -como la detención de miembros de ETA, sentencias judiciales o tensiones políticas- y destrozaban todo lo que se encontraban a su paso.
Los disturbios de Barcelona en particular -y de Cataluña en particular- tienen estrechos paralelismos con los 'Grupos Z' que Txelis detalló en sus informes. Una oleada de violentos que salen a las calles para arrasar con fuego y fuerza, sembrando el caos en diferentes puntos de la ciudad y enfrentándose a la Policía con tácticas de guerrilla urbana.
La proyección
La violencia sigue una proyección opuesta en ambos escenarios. ETA nació al escindirse de las juventudes del PNV y enseguida comenzó su trayectoria criminal, con el asesinato del guardia civil Pardines en junio de 1968. No tardó en sumar decenas de muertos, alcanzando su cénit en la década de los 80, con los llamados años de plomo. Y en esa estrategia de socialización del terror, ETA constituyó y dirigió los 'Grupos X e Y' de la kale borroka.
En el caso de Cataluña se ha apreciado la evolución contraria. Fuentes de Seguridad del Estado apuntan al referéndum ilegal del 1-O como punto de partida del nacimiento de estos grupos radicales, dispuestos a extender a las calles sus reclamaciones. Desde entonces, las protestas han dado lugar a señalamientos públicos, algaradas y disturbios. Un caldo de cultivo que condujo a la detención de nueve miembros de los CDR, a los que la Guardia Civil acusa de tener elementos para preparar artefactos explosivos y una serie de objetivos.
Así, la proyección de la violencia en Cataluña ha ido en escalada desde las bases hacia una violencia de alta intensidad; las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad trabajan para que no vaya a más. En el País Vasco y Navarra, era la propia dirección de ETA la que, de arriba abajo, constituyó el terrorismo de baja intensidad.
Los daños
Pasará tiempo hasta que Cataluña se recupere de unas jornadas marcadas por la máxima violencia, incluso desde el punto de vista material. Los daños son cuantiosos. Queda por pagar una factura de al menos 2,5 millones de euros en desperfectos a los que habrá que sumar los daños en establecimientos privados. Y eso sin entrar a valorar las pérdidas en el futuro por pérdida de turistas y actividad económica.
Sin embargo, el objetivo de la mayoría de los violentos -en la retina también queda la imagen de los radicales llevándose electrodomésticos o teléfonos móviles- era hacer frente a la Policía. Más de 300 agentes heridos en una semana dan cuenta de ello.
En el caso de la kale borroka, los cachorros de ETA sumaron otro fin. No sólo querían lastimar a los agentes, también pretendían colapsar económicamente a las autoridades vascas y navarras, y en definitiva a las españolas. Por eso obligaban a los pasajeros a bajarse de los autobuses para prenderles fuego, quemaban cajeros automáticos de entidades bancarias y reducían a cenizas los concesionarios. Semana tras semana, los destrozos se valoraban en cifras astronómicas.
La coordinación
Un punto en común, sin margen de duda. Tanto en el País Vasco y Navarra como en Cataluña los violentos han actuado de forma coordinada. No es casualidad que levantasen una barricada en un punto, prendiesen fuego a un contenedor en otro, atacasen a los policías en un tercero e y reventasen escaparates en un cuarto lugar.
Y, en ambos casos, las destrezas son aprendidas a través de manuales. ETA coordinaba a sus cachorros a través de los Zutik y Zutabe, unas publicaciones que distribuían en el entorno abertzale más radical en las que, además de distribuir su propaganda, aleccionaban en el modo de agitar la violencia: desde la creación de artefactos explosivos hasta los pasos a seguir si eran detenidos, pasando por los objetivos contra los que debían dirigir sus esfuerzos.
Vayamos ahora al escenario catalán. EL ESPAÑOL ya informó del Black Bloc, el manual que se difunde entre grupos antisistema con las tácticas de guerrilla urbana y técnicas para agredir a la Policía. Fuentes de Seguridad del Estado advierten de que este no es el único documento que circula entre estos grupúsculos, de conexiones con otras Comunidades Autónomas y también a nivel internacional.
La ambivalencia política
Xabier Arzalluz, histórico dirigente del PNV, siempre rechazó que la famosa expresión de los árboles y las nueces fuese suya. Sí que hay constancia de que se refiriese a los cachorros de ETA como los “chicos de la gasolina”, una expresión por la que se le acusó de connivencia con la kale borroka.
El 1 de octubre de 2018, coincidiendo con el primer aniversario del referéndum ilegal, Quim Torra también alentó a los CDR para que prosiguiesen en su escalada de presión: “Apretad, hacéis bien en apretar”. Y en esta semana, la mayoría de partidos acusan al presidente catalán no haber condenado en firme los disturbios y de no manifestar su apoyo sin fisuras a los Mossos d'Esquadra y a la Policía Nacional.
De hecho, esa es la principal condición que exige Pedro Sánchez para iniciar un diálogo con Quim Torra. Todo ello tras una semana de violencia extrema, en la escalada de un procés de alta intensidad.