A José Bono (Salobre, Albacete, 1950) no le duelen prendas en hablar bien del Rey. De Juan Carlos I, a quien reconoce un papel decisivo en la llegada de la democracia a España, y su consolidación, y en especial de Felipe VI, un monarca modélico, según él. Pero su respeto y admiración por ambos no le ha llevado a la tentación de hacer varias revelaciones que reflejan otros aspectos de ambos jefes de Estado.
En su nuevo libro: Se levanta la sesión. ¿Quién manda de verdad? (Planeta), el tercer tomo de sus diarios que está en las librerías desde este martes, el ex presidente del Congreso, ex ministro de Defensa y ex presidente de Castilla-La Mancha ofrece testimonios valiosos que muestran otras caras de Juan Carlos I sobre uno de los asuntos más controvertidos de la democracia: el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 que estuvo a punto de frustrar el joven régimen de libertades en España.
Entre esos testimonios está el de Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real entre 1980 y 1993, meses antes de morir, que el propio aludido aseguró querer visto publicado tras su fallecimiento.
Según Fernandez Campo le contó a Bono, el Rey se hacía de rogar antes del 23-F para no recibir a Jaime Milans del Bosch, teniente general y el único entre los capitanes generales que se sumó sin reservas al golpe de Estado. Cuando lo hizo, el propio Adolfo Suárez, entonces presidente del Gobierno y al corriente de la agenda, llamó varias veces a Zarzuela para interesarse por cómo había ido.
"Todo ha ido bien, muy bien, porque yo le dije, antes de que él hablara lo que él venía a decirme", aseguró Juan Carlos I a Fernández Campo. Milans "quizá entendió lo que dijo el rey de tal manera que pudo ser desencadenante involuntario del 23 de febrero. De lo que no tengo duda es de que el rey le dijo a Milans que la situación era insoportable, que había que tomar alguna decisión, porque eso se lo escuché con posterioridad. Es decir, le dijo lo que Milans venía a contarle", según Fernandez Campo.
En otras palabras: que Juan Carlos I no sólo estaba preocupado por lo que pasaba sino que creía que había que actuar con alguna "decisión". Mientras, Milans del Bosch y otros, tenían ya en mente y preparaban un golpe de Estado que acabaría tomando el Congreso de los Diputados por la fuerza de las armas.
¿Qué esperaba el Rey?
"El rey lloró el 23-F cuando escuchó el tiroteo en el Congreso y me dijo que no esperaba tiros. No esperaba disparos, pero ¿esperaba algo?", se pregunta Fernández Campo. Esa pregunta, retórica, sugiere que el monarca estaba al corriente de alguna acción en la Cámara Baja. Se produjo, por cierto, en plena investidura de Leopoldo Calvo Sotelo tras la dimisión de Adolfo Suárez.
Por otra parte, Fernández Campo revela a Bono que el general Alfonso Armada, considerado uno de los cerebros del golpe, le había entregado al Rey un documento en el que venía a proponerse como jefe de Gobierno tras una intervención política y personal de Juan Carlos I en el Congreso que el monarca se negó a llevar a cabo.
Finalmente, a altas horas de la noche del 23 de febrero, el Rey salió en televisión con su uniforme militar para condenar el golpe de Estado. Hizo mandar un mensaje a Milans en el que decía: "Después de lo que he dicho en televisión, no puedo volverme atrás".
El rey Juan Carlos siempre ha estado en el ojo del huracán por su posible implicación en el golpe de Estado que, sin duda, contribuyó a parar con su alocución en televisión. Ni Bono ni otras importantes figuras del momento dudan de su contribución a la democracia, teniendo la sagacidad de ayudar a convertir la sucesión de Francisco Franco en una monarquía parlamentaria y no en una nueva dictadura que podría acabar en otra guerra civil.
Sin embargo, la conducta del rey en el final de su mandato y múltiples detalles de su carácter ayudan desde hace años a trazar un retrato muy distinto del monarca. Para prueba, lo que él decía sobre la posibilidad de abdicar o, incluso, sobre el heredero, el príncipe Felipe.
"Me muero en la cama"
El rey Juan Carlos I nunca quiso abdicar. Bono cuenta un encuentro de 2009 entre el Rey y Cayo Lara, entonces coordinador general de Izquierda Unida. Las palabras, en este caso, son del Rey directamente al entonces presidente del Congreso, y no a través de terceros.
"Se presentó [Cayo Lara en Zarzuela] sin corbata y lo primero que me dijo es si me parecía bien que nos tuteásemos. Atiné a responderle: 'Lo que usted quiera'. Siguió tratándome de tú durante toda la entrevista y me explicó que traerían la Tercera República. Yo le aseguré que 'Seré rey mientras quieran los españoles' y le hablé bien de Carrillo y de Llamazares
En el verano de 2011, tres años antes de abdicar, el monarca no tenía ninguna intención de irse. "No pienso abdicar, me muero de rey en la cama, pero no abdico. Hace unos años quizá podría haber pensado en dejarlo, pero ahora estoy seguro de que pongo en peligro la continuidad de la monarquía. El príncipe está aprendiendo mucho, pero no tiene mi carácter campechano. Tiene mucho que aprender todavía y se equivoca cuando quiere ganarse a la gente de uno en uno, llamándolos al despacho. Debe ganárselos de mil en mil, porque de uno en uno va a conseguir sus objetivos cuando sus nietos tengan cien años", según el monarca.