Mientras un joven Pablo Iglesias se manifestaba contra la globalización en el G-8 de Génova, en 2001, o apoyaba otro tipo de protestas anticapitalistas en los años siguientes, Arancha González Laya se adentraba en la treintena. La próxima ministra de Exteriores, Unión Europea y Cooperación florecía ya profesionalmente en plena carrera internacional. En Bruselas fue descubierta por Pascal Lamy, comisario de Comercio de la Unión Europea, del que se convirtió en portavoz desde 2002.
En 2005, Lamy fue nombrado director general de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y González Laya fue su mano derecha como jefe de gabinete o sherpa [consejera y negociadora] de la organización en el G-20 entre 2008 y 2013.
Puede que a Pablo Iglesias, que reivindica las competencias internacionales de su vicepresidencia, a cargo de desarrollar en España la Agenda 2030 de la ONU, no le haya gustado mucho el nombramiento de González Laya, jaleada por el anuncio del Gobierno como la responsable de un área "prioritaria", la de la "diplomacia económica". Lo que sí es seguro es que se ha manifestado, de una u otra forma, contra ella, en su día uno de los puntales de la OMC y del liberalismo económico internacional desde hace ya muchos años.
Nadia Calviño, la vicepresidenta económica, ve con buenos ojos el nombramiento, al igual que el excomisario europeo de Competencia y Economía Joaquín Almunia. De los primeros en felicitar a la flamante ministra de Exteriores han sido antencesores en el cargo como Josep Piqué o José Manuel García Margallo, ambos del PP.
Otro tanto podría haber ocurrido con José Luis Escrivá, nuevo ministro de Seguridad Social, Inclusión y Migraciones. El economista, nombrado por Mariano Rajoy y Cristóbal Montoro como presidente de la La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).
Independiente pero no contrario a las orientaciones socialdemócratas sobre las pensiones, apuesta por retrasar la edad real de jubilación para acercarla a la legal, pero también cree que el sistema es viable y que la reforma de Rajoy no fue adecuada.
En su curriculum figuran el Banco Internacional de Pagos de Basilea y el Servicio de Estudios del BBVA, del que fue economista-jefe y director. Su trayectoria dista mucho de la de cualquiera de los responsables económicos de Podemos y eso es, en sí mismo, una conclusión sobre la naturaleza de su perfil e intenciones.
Su nombramiento fue igualmente bien recibido por actores a los que Unidas Podemos se enfrenta. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, aseguró que es una persona "muy seria", "muy cualificada" y un "gran economista".
Su primer gran informe al frente de la AIReF decía que en España se gastan al año 14.000 en subvenciones que nadie controla. Si hay alguien que conoce bien el estado de las finanzas españolas, ese es Escrivá, que es, por encima de todo, un partidario del rigor y la estabilidad.
Sánchez corona a Calviño
Su nombramiento no desentona tampoco con la música que Calviño quiere imprimir al nuevo Ejecutivo: el del gasto social, pero sin aventuras ni excediendo los límites presupuestarios marcados por Bruselas. El tiempo dirá si la cohabitación con Unidas Podemos y el programa de ambos permite que la orquesta suene afinada o si algunos miembros la abandonan antes de que acabe la función.
Ambos nombramientos neutralizan a los de Unidas Podemos, sobre todo si se tiene en cuenta que Calviño estará al frente de todos ellos como coordinadora de toda la política económica. Iglesias apenas tiene competencias en la materia. Yolanda Díaz (Trabajo) y Alberto Garzón (Consumo) tendrán límites marcados por otros ministerios, desde la propia vicepresidencia económica hasta Hacienda o, sin ir más lejos, la coordinación europea de políticas, donde la voz cantante la llevarán ministros del PSOE.
La cascada de nombramientos parece haber sido muy beneficiosa para Calviño. Personalmente, porque eleva su rango y deshace esa especie de empate en poder con otro pilar del Ejecutivo, María Jesús Montero. En cuanto a las políticas, porque áreas clave han sido ocupadas por independientes como ella, liberales en lo económicos como ella y ortodoxos como ella.