La carrera está abierta. La misma semana en la que se conformó el Gobierno y se dio carpetazo a casi un año de interinidad en la política nacional (al menos, de momento), comenzaron los movimientos en el PSOE. El protagonista este jueves fue Juan Espadas, el alcalde de Sevilla desde 2015, que no ocultó su interés en el liderazgo del PSOE en la región y la candidatura a la Junta en las próximas elecciones, a finales de 2022. Aunque aseguró no querer ofrecer un titular, siete palabras, pronunciadas en Madrid, fueron más que suficientes: "Estoy para lo que mis compañeros decidan".
Espadas es uno de los hombres clave del PSOE andaluz. No sólo gobierna en la capital gracias a una sólida mayoría completada por Adelante Sevilla (el espacio de Unidas Podemos) sino que ha estado al lado de la actual líder del partido y expresidenta, Susana Díaz. Últimamente, no tanto, con silencios sobre el futuro de Díaz y un acercamiento a sus detractores en la región, muchos de ellos entusiastas de Pedro Sánchez. Con el presidente del Gobierno le une una relación que se remonta en el tiempo y que el propio Sánchez ha recordado en público en más de una ocasión.
"Seré un militante socialista activo y comprometido", dijo este jueves en Madrid. El PSOE de Andalucía "tiene que volver a ser un proyecto ganador" y que "recupere el gobierno andaluz", dijo. Eso sí, Espadas rechazó postularse oficialmente, asegurando que no es el momento. Pero emplazó a más adelante para acabar de decidir.
Díaz recuerda que se presentará
Unas manifestaciones así, tan aparentemente inocentes, habrían sonado a ciencia ficción no hace mucho y, si se producen, denotan la debilidad de la otrora incuestionable aspirante, la propia Díaz, que este mismo jueves convocó una rueda de prensa en la sede del partido para insistir en que ella sí será candidata. "Yo lo voy a procurar y serán mis compañeros los que depositen su confianza, pero si me preguntan si tengo ganas, tengo todas las del mundo", dijo.
Tras superar el shock de la pérdida de la Junta de Andalucía, Díaz se ha alineado con el discurso de Ferraz y de Sánchez, con el que asegura que habla a menudo y por el que dice sentirse respaldada. No hay rastro de mensajes cruzados a través de los medios de comunicación, indirectas o retos. Sánchez manda en el PSOE y en el Gobierno y, tras perder la Junta, en el PSOE andaluz crecen los partidarios de renovar el cartel o, al menos, su cabeza.
En paralelo, Ferraz ha pasado de señalar la puerta de salida a Díaz tras las elecciones andaluzas a dejar de emitir. Sánchez y Díaz pactaron parte de las cuotas de poder local en Andalucía, aunque discreparon por las listas al Congreso. Ese fue, quizás, el último encontronazo público entre ambos.
Los detractores de Díaz creen que busca ganarse el favor de Ferraz como más firme entusiasta de las posiciones de Sánchez. Quienes la apoyan aseguran que simplemente ha comprendido el momento político y que ni a Sánchez ni a ella misma les conviene una mala relación. Mucho menos al PSOE.
Sicilia y Montero
El salto al ruedo de Espadas, a través de esa medida fórmula del "no descarta", podría no ser el último. En las quinielas suena el diputado al Congreso por Jaén Felipe Sicilia, que goza de una excelente imagen en Madrid y el apoyo de parte de los dirigentes más cercanos a Sánchez.
Pero falta un nombre: María Jesús Montero. La ministra de Hacienda ha sido reforzada en el Gobierno como portavoz, cargo que estrenará este viernes tras la reunión del Consejo de Ministros. Parte del entorno de Montero ve esta promoción como la antesala de una candidatura en Andalucía en la que la Portavocía del Gobierno podría operar como un trampolín mediático y político. Sin embargo, el nuevo puesto de Montero es un examen constante y el nuevo Ejecutivo se enfrenta a nubarrones en el horizonte por su naturaleza de coalición y la falta de apoyos en el Congreso.
Una palabra de Sánchez bastará para dejar mucho más clara la carrera. De momento, se desarrolla en movimientos tácticos, discretos y reversibles, pero constantes.