Desde las elecciones generales del 28 de abril, Pablo Casado ha tendido la mano a Ciudadanos y Vox en reiteradas ocasiones para presentarse “bajo una misma cabecera”. Una idea que el lunes volvió a deslizar en TVE. El candidato del PP cree que “unir fuerzas y optimizar el voto” es el único camino posible hacia una victoria en las urnas.
Esta fórmula nunca convenció a la formación naranja ni a los ultraconservadores. Ambos proyectos fueron partidarios de mantener sus siglas, pero algo ha cambiado en Ciudadanos desde los comicios del 10 de noviembre.
Mientras PP y Vox han visto cómo se han incrementado sus votos, la organización de Inés Arrimadas se ha visto envuelta en todo tipo de crisis que le han conducido a la irrelevancia: apenas diez escaños en el Congreso y una gestora que marca el rumbo del partido hasta el Congreso de marzo. De momento -y a expensas de la decisión de Paco Igea- la política jerezana no tiene adversario para las primarias.
Precisamente, ha sido Inés Arrimadas quien se ha abierto a que Ciudadanos se presente junto al PP -también busca "socialistas desencantados con Sánchez"- en Cataluña, País Vasco y Galicia, replicando así la fórmula de Navarra Suma. Lo llama 'Mejor Unidos'. La pregunta ahora es si realmente este plan es beneficioso para su formación. ¿Podría entrañar el principio del fin?
“Entrar en una coalición perdiendo las siglas, en la Comunidad Autónoma donde nacieron y son líderes de oposición, y en el único lugar donde podrían intentar recuperarse... El hecho de ir en coalición genera costes reputacionales a la marca, pero la diluye en un momento de crisis”, razona Lluís Orriols, doctor en Ciencias Políticas. "Todo depende de sus cálculos internos", apostilla.
“Si asumes que la marca de Ciudadanos está amortizada y que muy difícilmente se puede reflotar, no es una mala decisión... En Cataluña son primera fuerza de la oposición y tienen muchos más diputados que el PP, lo que les da un mayor poder de negociación", reitera.
Para Pablo Simón, experto demoscópico y profesor en la Universidad Carlos III, es el PP quien más beneficioso puede salir de esta coalición, ya que considera que, en el fondo, lo que Inés Arrimadas tiene en mente es ofrecer su organización al PP.
“No veo claro que Ciudadanos pueda sobrevivir como partido autónomo si entra en una coalición de esta naturaleza”, explica. Simón concluye que esta estrategia en Cataluña “es peor negocio para Arrimadas que para el PP.
Batalla de liderazgos
Otra de las guerras que tendrán que resolver ambas formaciones -a expensas de las asociaciones y plataformas que puedan unirse- es quién irá primero en la lista. Para Berta Batet, politóloga, investigadora y experta en comunicación y estrategia política, ese es “el gran reto”. “No es evidente quién debe liderarla. Ciudadanos es, hoy por hoy, una fuerza mucho más grande que el PP en Cataluña. Pero las encuestas apuntan a que esto podría dejar de ser así", arguye.
No hay, por lo tanto, una solución obvia. "Y es un elemento importante porque el número uno capitalizará para su partido el resultado electoral”, dice Batet.
Casos de Galicia y País Vasco
Una de las condiciones que Inés Arrimadas pone a esta fórmula es que también se replique en País Vasco y Galicia, donde este año habrá elecciones, algo a lo que el PP se niega, por lo menos en boca de Alberto Núñez Feijóo, que tiene mayoría absoluta en Galicia.
“Si se da un buen resultado en Cataluña, Cs sí que podría persuadir más para que en vascas y gallegas se les deje algo de espacio, pero el PP tiene representación asegurada tanto en Galicia como en País Vasco. Es más fácil que apelen al voto útil del votante de Ciudadanos que dejarle algún tipo de puesto en la lista”, explica Pablo Simón.
En esa misma línea va el análisis de Berta Batet y Lluís Orriols, quienes ven en Cataluña una prueba de fuego para futuras elecciones. “El Partido Popular tiene muchos menos incentivos para pactar con Ciudadanos en territorios donde la presencia de los naranjas es marginal. Implicaría darles mucho más poder del que seguramente iban a tener, y eso supondría insuflarles vida".
Y, además, para el PP, el caso vasco y gallego se traduciría en renunciar a la marca en pro de una bolsa de votos mucho más pequeña. Ahora, si Casado pretende que eso sea el primer paso hacia una integración total de los dos partidos, "podría ser una buena solución”, sentencia Batet.