José Luis Rodríguez Zapatero está de nuevo en Venezuela. El miércoles, en vísperas de emprender nuevamente rumbo a Caracas, visitó la redacción de EL ESPAÑOL para una amplia entrevista que, en parte, transcurrió por el país latinoamericano. El expresidente del Gobierno presume de tener una información nítida de lo que pasa en el país, al que dice haber viajado 38 veces desde 2015.
Venezuela se ha convertido en un elemento más del debate político en España a raíz de la gira europea de Juan Guaidó. El Gobierno de Pedro Sánchez lo reconoce formalmente como presidente encargado, aunque el jefe del Ejecutivo no lo recibió personalmente, a diferencia de otros líderes europeos. En paralelo, el encuentro del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta ejecutiva del Gobierno de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez, ha reavivado los ataques de la oposición.
Zapatero asegura que no puede desconectar de lo que ocurre en Caracas por lo implicado que ha estado en los últimos años. Su vehemencia sobre el asunto es en ocasiones más acusada que sobre muchos de los temas de la candente actualidad política nacional, objeto de una intensa conversación que EL ESPAÑOL publicará este lunes.
Su obsesión y pronóstico para Venezuela es un nuevo diálogo entre el Gobierno y la oposición que desemboque en unas elecciones que dejen atrás años de inestabilidad, traducidos para la población en pobreza y éxodo.
"Tengo información que no tiene nadie sobre lo que ha pasado en los últimos años" en Venezuela, ha dicho recientemente en una entrevista en La Razón. Además, conoce a Delcy Rodríguez, la vicepresidenta Ejecutiva de Venezuela. ¿Sabe usted ya de qué hablaron José Luis Ábalos y ella en ese saludo de 30 minutos en Barajas [la entrevista se hizo dos días antes de su nuevo viaje al país]?
No. No he hablado ni con uno ni con otro. Más allá de eso, si todos los temas que va a tener el PP para hacer oposición son como Venezuela, ya le auguro desde aquí un fracaso estrepitoso.
¿No cree que la oposición se la hace el propio Gobierno con diferentes versiones y encuentros a medianoche?
Lo digo creo que con bastante objetividad y poca pasión. La actitud del PP de Pablo Casado con Venezuela es el mejor testimonio de la pérdida de orientación y de la pérdida de una cierta moderación tendente al equilibrio y la objetividad.
Yo conviví haciendo una tarea intensa de mediación en Venezuela con [Mariano] Rajoy, con [José Manuel García] Margallo y con [Alfonso] Dastis. Eran, por supuesto, críticos y claramente pro-oposición, pero tenían la suficiente ponderación para saber de relaciones internacionales, el papel de un expresidente o que en Venezuela, como casi todo en la vida, nada es negro ni blanco.
Me sorprende ver cómo se elevan algunas actitudes a categoría de patriotismo y españolismo. España en el mundo tiene relevancia especialmente por su vínculo con Latinoamérica. [François] Miterrand decía: "¡Ay si yo tuviera el castellano!". España tiene que ser un país que facilita en Latinoamérica la resolución pacífica de los conflictos, que ayuda, que coopera desde los valores democráticos pero entendiendo la complejidad y la pluralidad, a veces radicalizada.
Yo fui el testigo y mediador esencial de un proceso de negociación que no culminó porque parte de la oposición radical dijo "no" a ir a las famosas elecciones por las que se acusa a Maduro de fraude. De ahí viene esta última parte del conflicto. Fuimos a firmar y el último día no se hizo, de manera inesperada para el Gobierno dominicano, para parte de la oposición y para mí. Por qué: ¿porque Trump estaba ahí? ¿Por cálculo? ¿Porque se pensaba que se podía tumbar a Maduro? Al final, una buena parte de la oposición no acudió y consideró esas elecciones como fraudulentas, pero ninguno de los que lo dicen estuvo allí. Yo sí. Y las viví. La gente votó libremente.
Hay dudas sobre la administración electoral.
¿Ha estado allí? Yo he estado muchas veces en la administración electoral. Conozco a la presidenta, el mecanismo y el sistema.
Lo que la gente vota lo hace libremente y no se puede modificar. Otra cosa es si el Gobierno hace uso y abuso del poder y medios públicos, que por supuesto
Y avala el proceso.
Desde luego, lo que la gente vota lo hace libremente y no se puede modificar. Eso es claro. Otra cosa son las condiciones previas: si el Gobierno hace uso y abuso del poder y medios públicos, que por supuesto. Pero eso es distinto.
¿Habrá solución para Venezuela mientras Maduro siga en el poder? ¿Maduro es parte del futuro de Venezuela?
¿Habrá solución para Venezuela mientras Trump siga en el poder?
Es usted quien tiene que responder a las preguntas…
Lo digo porque llevo haciendo la mediación desde 2015, cuando la oposición ganó las elecciones. Cuando me dicen que en Venezuela no hay proceso electoral que pueda ganar la oposición, yo lo viví ese día.
Recuerdo que hay una disposición electoral, como aquí, que fija la hora de cierre de los colegios y que si hay electores se puede prorrogar. Es verdad que ya se sabía que la oposición estaba ganando y que el organismo electoral prorrogaba [la hora de cierre] un poco excesivamente. Recuerdo haber intervenido para decir que había que cerrar los colegios. Se lo dije a la presidenta del Centro Nacional Electoral, con la que tengo buena relación. Y se cerraron.
Fui a Venezuela a petición de la oposición moderada ante un riesgo de conflicto. Negar que hay una parte de la población que es chavista y apoya el chavismo es no querer aproximarse al problema. Como no va a imponerse la fuerza…
La pregunta es qué hacer. Organizaciones como la ONU, que usted recuerda que acepta a Venezuela en su seno, dicen a través de ACNUR que en 2020 puede haber 6,5 millones de venezolanos que habrán tenido que marcharse del país como refugiados o migrantes a causa del conflicto.
Ya no hay cifra que sea realmente dada por veraz, aunque es cierto que hay mucha gente que ha salido de Venezuela. Colombia llegó a expulsar hasta seis millones de ciudadanos a Venezuela como consecuencia de la guerra de las FARC.
Ha habido otras situaciones, como la crisis en Argentina en 2002 y la respuesta que todos tuvimos fue la de ayudar al país. Lo que se ha hecho con Venezuela es condenarla y hacerlo con sanciones, que lo que hacen es agudizar más la difícil situación económica. Esto es lo que yo discuto y combato.
El camino que se ha seguido por parte de la comunidad internacional, impulsado por Trump, es equivocado, plagado de mala información
Con la estructura del poder que hay en Venezuela, ¿cuánto tiempo se puede hablar de diálogo mientras hay apagones, escasez de medicamentos o éxodo masivo sin probar otro tipo de acciones, como el reconocimiento a Guaidó, aunque usted no lo comparta y no haya conseguido lo que pretendía?
Reconocen los Gobiernos y Naciones Unidas, no personas concretas o periodistas. Creo que nadie me podrá discutir que he sido un defensor a ultranza de la legislación internacional tomando incluso decisiones arriesgadas en mi vida, como fue en el caso de [la retirada de las tropas de] Irak. Pero en Venezuela, el camino que se ha seguido por parte de la comunidad internacional, impulsado por Trump, es equivocado, plagado de mala información de lo que pasa allí, desde supuestos falsos y además transitando por ese recorrido siempre arriesgado que es saltarse las reglas. Esto siempre acaba mal. Por eso sé que esto no va a acabar como quisieran los que lo pensaron.
¿Hasta cuándo dura la paciencia? La de los observadores puede ser distinta de la de los ciudadanos.
La paciencia la perdió Trump porque pensó que podía dar una lección de derechos humanos que yo no me creo.
En esto, republicanos y demócratas están bastante unidos.
No. Yo estuve [en Venezuela] con la administración Obama y con [John] Kerry no hubo sanciones económicas al país. Teníamos haciendo la tarea a Tom Shannon, un gran diplomático. Era una oposición firme que no perseguía tumbar al Gobierno pase lo que pase y aunque el país se destroce.
Cuando se comprueba cómo se ha elegido a un nuevo presidente de la Asamblea Nacional mientras Guaidó trataba de saltar una valla, cuando opone a la Asamblea Nacional un Poder Constituyente…
¿Usted estaba allí?
¿No ha ocurrido así?
No. Cuando digo que tengo la información es que la tengo. Eso sucede cuando ya se está produciendo la votación. Es verdad que Guaidó estaba esperando con otros diputados para poder entrar, alguno de ellos con una orden de detención. Pero no es que no pudiera entrar.
Entonces, ¿lo que pasó es que llegó tarde?
No, no llegó tarde. No entró porque quería hacerlo con algún otro diputado que no tenía el permiso para acceder porque estaba inhabilitado.
Veremos nuevamente un proceso de diálogo y todas las tesis radicales que se han ido imponiendo en un lado o en otro quedarán olvidadas
¿La postura del Gobierno español debe ser la de continuar con el recorrido de estos años, con reconocimiento explícito de la oposición y Guaidó, con sanciones como las que impiden a Delcy Rodríguez entrar o transitar en la UE, o por el contrario debe reconocer que eso no ha funcionado y optar por el realismo?
No voy a decir al Gobierno lo que tiene que hacer en política exterior, pero cuando me preguntan, doy mi opinión. Lo que afirmo es que en Venezuela veremos nuevamente un proceso de diálogo, ojalá de acuerdos, y todas las tesis radicales que se han ido imponiendo en un lado o en otro quedarán afortunadamente olvidadas. Este es mi pronóstico.
A lo mejor no estamos tan lejos de ver un proceso en el que se encauce un diálogo con acuerdos y salida electoral. Serviría de lección a la comunidad internacional. Lo vemos en todas las regiones del mundo cuando se ha negado la vía del diálogo. Fíjese, en Afganistán hemos visto que EEUU negocia con los talibanes.
Insisto: de Venezuela se nos ha contado sólo una parte de la realidad. Es un país hermano, hay dos bloques que parece que son irreconciliables y hay que ponerles de acuerdo en el respeto a las reglas. Si usted me dice que sólo se las salta una parte, le digo que no.
Lo que digo es que quien seguro no se las debe saltar es el que ocupa la Presidencia.
Es fácil y dramático de entender. Cuando un conflicto ideológico y político llega a los límites de la máxima confrontación, cuando el desprecio es absoluto y se instala el no reconocimiento, hay una parte de ese conflicto que se sustancia por vías democráticas y otra que no: lo hace por la vía de la fuerza, aunque no sea la guerra convencional.
En el momento en el que en una confrontación política alguien dice que el fin justifica los medios, las costuras de la convivencia democrática se rompen. Eso no es infrecuente en los últimos 20 años en Venezuela ni en algunos otros países en Latinoamérica. España debe ser, sin duda alguna, el gran acompañante de las democracias latinoamericanas porque es un país al que se le escucha.